Repensar

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El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas

No me gustan los packs ni siquiera de yogures. Al final siempre traen un sabor que no te gusta. ¿Piña, manzana? ¿Quién compra sueltos yogures de manzana? La ideología como pack ideológico también peca de lo mismo. O bien incluye cosas que si las piensas no te convencen o bien no admite repensar cosas que estaban bien cuando se creó el corpus doctrinal y una vez alteradas las circunstancias no resultan tan evidentes. Las soluciones antiguas a problemas novedosos no suelen tener efectividad acreditada. Una de las grandes bazas para la evolución del hombre fue la plasticidad del cerebro homínido así que ¿por qué renunciar a ella? Nuestra cabeza es capaz de barajar los datos y de hallar nuevas salidas para ellos a poco que la dejemos trabajar, pero estamos entrando, cada vez más, en una era en la que el que quiere dejar a la plastilina de su cerebro que explore formas diversas se le pasa por el rodillo de la nueva inquisición. Se le aplana. La pega de tales linchamientos y de tales intolerancias es que nos dejan sin nuevas opciones, sin caminos, como si nosotros mismos, o nuestro grupo afín, nos colocáramos unos pies de cemento al estilo de la mafia de siempre. 

Estaba leyendo hace un rato sobre los dinosaurios de todo tipo -carnívoros, herbívoros, grandes, pequeños- que habitaban el Pirineo aragonés cuando Ribagorza tenía un clima tropical. Hace 66 millones de años, pero eso sucedió. En aquella época la zona era costera, bañada por el Atlántico, con ríos y pantanos y clima tropical. ¿Era mejor eso que las estaciones de esquí actuales? Depende para qué y para quién. Era distinto. El mundo cambia. Las amenazas a la especie humana cambian. El ecosistema cambia. La geopolítica cambia. Las necesidades de los humanos no cambian. Aumentan, pero en lo básico no cambian. La mayor parte de las veces ni siquiera es posible atenderlas todas y para todos. ¿Son válidas ahora las soluciones para alcanzar a la mayor parte de la humanidad en sus necesidades básicas? Es harto posible que no. 

Por eso son importantes dos conceptos que solo los muy dogmáticos quieren lapidar: autolimitarse y repensar. No podemos tenerlo todo y lo más importante puede que haya que obtenerlo de formas que creíamos olvidadas o que no hemos descubierto todavía. La realidad no se va a alterar porque nosotros no alteremos nuestras ideas fijadas o nuestras convicciones. ¿De qué podemos prescindir? No hablo solo de lo material sino también de nuestro yogur de ideas aparentemente inamovibles. ¿Qué estamos dispuestos a repensar o a reelaborar? Para la izquierda, sobre todo, ante los electorados democráticos, contestar a estas preguntas en un mundo en crisis y con declive de los recursos va a ser muy importante. Sería interesante saber qué hubiera pensado un cerebro tan potente como el de Marx si hubiera barajado la realidad actual y no la de su siglo. ¿Estamos seguros de que hubiera escrito exactamente lo mismo? Es harto probable que no. Ni siquiera la inteligencia artificial es tan estrecha como para proporcionar los mismos resultados si le introduces datos distintos.

Todo esto viene a cuento porque repasando los temas de la actualidad, uno repara en que la mayor parte de las polémicas deberían llevarnos a repensamientos, reelaboraciones, a soluciones distintas, para un panorama que ha cambiado mucho. Junto a esto se sitúan los que pretenden “reelaborar” conceptos como democracia, justicia social o derechos humanos para hacerlos representar lo contrario de lo que definen. Atentos a las reelaboraciones baldías o que dan gato por liebre. Meto ahí, por ejemplo, la injusta y loca neoelaboración que la derecha, hostigada por Vox, está haciendo de instrumentos tradicionales como las becas. Eso más que repensar es reírse de lo que una vez se pensó. 

Pero cojamos la cuestión de la utilización de la energía nuclear en las circunstancias actuales. Adelanto: yo llevaba en mi carpeta un solecito en el que se leía “Nucleares no, gracias” y otro que decía “Nuclearrik, ez. Eskerri asko”, por eso hablo de repensar. No hace más de un año tuve una refriega con un pro nuclear en un programa de tele y me echó encima a todo el lobby. Eso fue justito antes de que Francia replanteara su estrategia de eliminación de lo nuclear. Un poquito antes de que todo se diera la vuelta. 

No lo tengo claro aún pero me hago preguntas. ¿Si la energía nos hace dependientes de países que nos la pueden cortar o aumentar de precio, no deberíamos ser más autosuficientes? ¿Es mayor el riesgo de lo nuclear y los residuos que el de que grandes capas de la población no vayan a poder tener aire acondicionado o calefacción en un clima cambiante que cada vez será más extremo? Ya han visto que Europa ha decidido considerar en materia de inversión “energía verde” a la nuclear, en el sentido de que no produce gases de efecto invernadero. ¿Qué hacemos mientras no somos capaces de almacenar las energías limpias o de generar otras que no sean tan variables como el viento y el sol? ¿La transición hay que hacerla a capón o podemos apoyarnos en una tecnología que existe, y que ha sido mejorada, para que no haya gente que no pueda acceder a ella? No me respondan aún. Solo hablo de repensar. Incluso en términos prácticos ¿los votantes de las clases más desfavorecidas prefieren apoyar al que les promete luz barata o al que se lo fía todo a un futuro en el que pueda poner placas en su casa o tener un coche eléctrico?

Lo mismo sucede con la cuestión de la Defensa. Nunca ha sido cierto que el mero hecho de no ser un país atacante te convierta en inatacable. Las armas no inventaron la agresividad, el ansia de poder o de riqueza. Fueron esas lacras del hombre las que le hicieron inventar instrumentos con los que agredir y matar al que poseía lo que se deseaba. ¿Es cierta esa premisa de que si inviertes en Defensa es porque acabarás usándolo para atacar? Repensemos. ¿Hay motivo para zarandear una coalición por un gasto de mil millones -aprobado ya por los mismos que se enfadan- para compensar lo enviado a Ucrania para su defensa y los gastos en los que se ha incurrido? Repensemos lo de las amenazas ¿Que China no tenga bases militares por el mundo, aún, significa que no esté llevando a cabo un despliegue de su área de influencia y que no pretenda que le encomendemos la gestión de nuestras redes de telecomunicaciones (5G) y de otras necesidades que luego podría usar contra nosotros? Si fuera cierto que con no gastar un duro en defensa España iba a quedar a salvo de cualquier ocurrencia ofensiva de terceros países ¿no nos apuntaríamos todos? Sabemos que no es así. Lo mismo que si dejamos de gastar en policía no vamos a conseguir que acaben de cometerse delitos. Ojalá. De esto sí tengo opinión formada y ya la manifesté: España tiene amenazas claras y además forma parte de un club de países occidentales al que no se puede llegar solo para que te den ayudas y no comprometerte a nada. ¿Es tan difícil repensar cuál es la situación real? [Nota al pie: los soldados también son trabajadores y se la juegan muchas veces porque no somos capaces de darles material y vehículos nuevos que no les pongan en riesgo] 

Todo sería más fácil si los políticos y los gobernantes no hubieran tomado el peor camino que es el de simplificar sus mensajes justo cuando la realidad es más compleja y difícil de entender. Desconfíen del que resuelve una cuestión con una frase redonda o con un lema. No es el siglo XXI -ni el de ningún siglo- un mundo para recetas prefabricadas. El primer paso de un dirigente honesto debería ser implicarse en explicar la complejidad de cada problema que tenemos que afrontar, si bien para ello tendrían que estudiarlos ellos antes. Después hacer pedagogía sobre las soluciones que proponen y sobre por qué las del adversario no valen. Si es preciso hacer que los tuyos repiensen una cuestión, lo valiente es hacerlo con argumentos y con datos. 

Repensar y autolimitarnos porque no vamos a poder tenerlo todo. Nunca hemos podido hacerlo. ¿A qué preferimos renunciar? Nosotros ante el espejo.