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PERFIL

Cuca Gamarra, de 'sorayista' en la corte de Casado a dirigir el PP de Feijóo

Aitor Riveiro

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La política tiene tres velocidades. La lenta, la rápida y la fugaz. Concepción Gamarra (Logroño, 1974) se encuadra, sin duda, en la primera categoría. Es la más habitual en el PP, donde la fugacidad suele venir acompañada de una caída igual de veloz, como ha quedado demostrado durante el mandato de Pablo Casado, que toca a su fin. Este jueves por la mañana, casi 19 años después de estrenarse como concejala de su ciudad natal, Cuca Gamarra (como la llaman propios y extraños) recibió la llamada de teléfono que le da pie para subir un escalón más en la pirámide del poder en el PP. Alberto Núñez Feijóo, virtual presidente del partido, quiere que sea su secretaria general. Y ella ha aceptado. “Soy una mujer de partido, del PP. Siempre disponible para lo que necesite y pueda ser útil”, dijo a los medios tras revelarse su nombre.

Tras cuatro años en la ejecutiva de Casado, y casi dos sentada a su lado en el Congreso, será la encargada de recomponer un partido que está herido precisamente por la labor de esa dirección de la que ella formaba parte. Al menos así lo han declarado de múltiples formas cargos y referentes del partido en las últimas semanas. La última vez, este mismo jueves, por parte del principal valedor de Casado, José María Aznar, en una entrevista en El Mundo: “Los que estaban en la dirección del partido tuvieron su oportunidad y no la aprovecharon”.

Gamarra asume la Secretaría General que casi todo el partido ha puesto en la diana por los sucesos que han llevado a la mayor crisis interna del partido en décadas. El lunes 21 de febrero, cuando todavía sonaban los ecos de la inédita manifestación convocada frente a la sede nacional del PP para exigir la caída de su presidente, Pablo Casado, varios de los vicesecretarios generales abandonaron el barco que habían ayudado a patronear desde 2018 y hasta ese mismo día. O dimitía el secretario general, Teodoro García Egea, y Casado anunciaba su voluntad de marcharse, o dimitían ellos en bloque.

Fue el movimiento que terminó de derribar al presidente más joven que ha tenido el partido. El martes, Egea anunciaba su dimisión. El miércoles, Casado pactaba su salida, en diferido, con los barones autonómicos del PP (excluida la coprotagonista del psicodrama, Isabel Díaz Ayuso). Fueron los más cercanos a Casado los que propiciaron su caída, salvo sus tres últimos fieles. Abandonado por la misma dirección que el viernes anterior aplaudía en los chats internos, Gamarra incluida, la intervención de Casado en la cadena Cope en la que se preguntó: “¿Cuando morían 700 personas al día puedes contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros?”.

La dirección saliente ha quedado señalada. Pero de la quema parece que se ha salvado Gamarra. Tampoco es la primera de la que se libra. La dirigente riojana forma parte de esa raza de supervivientes que pueblan los partidos políticos, que suben peldaño a peldaño, prometen lealtades que no siempre respetan y sirven al siguiente líder. Siempre por el bien del partido. En cualquier caso, la relación entre Gamarra y Casado no parece haber terminado muy mal. Este jueves, en el Pleno del Congreso, ambos han compartido bancada durante 20 minutos. Lo suficiente para que el todavía presidente del PP pudiera votar. En ese rato, han hablado de forma distendida y visible.

En 2017 perdió las primarias para liderar el PP de La Rioja contra el actual presidente, José Ignacio Ceniceros. Estuvo a punto de ganar, pero 109 votos la separaron de suceder al histórico Pedro Sanz. Gamarra era entonces alcaldesa de Logroño, cargo al que había accedido en las elecciones municipales de mayo de 2011, unos días después de que estallara el movimiento 15M. Logró una amplísima mayoría absoluta, con casi el 50% de los votos. Antes había sido concejala, teniente de alcalde y portavoz en la oposición. Una carrera de altibajos.

En aquellas primarias, la alcaldesa fue la apuesta de la dirección nacional de Mariano Rajoy y del hoy senador Fernando Martínez Maíllo, que como coordinador general gestionaba el día a día del partido. La secretaria general era María Dolores de Cospedal, pero el territorio lo dominaba el zamorano. Un año después, en 2018, devolvió el favor al aparato saliente de la sede del número 13 de la madrileña calle de Génova (todavía formalmente en venta) y apoyó públicamente a Soraya Sáenz de Santamaría.

En aquella ocasión también perdió. Pero Pablo Casado la repescó para su Comité de Dirección, pese a que el presidente saliente ha sido muy acusado de haber aplicado una política de tierra quemada con sus predecesores. Gamarra fue la cuota sorayista, la dirigente “moderada” que se iba a sentar cada lunes en la reunión donde se decide la estrategia diaria del partido.

Asumió la Vicesecretaría General de Políticas Sociales en julio de 2018. En abril de 2019 encabezó la candidatura del PP por La Rioja en las elecciones generales, puesto que mantuvo en la repetición de noviembre de ese mismo año. Su sucesor como candidato a la Alcaldía de Logroño fue Conrado Escobar, quien perdió contra un recién llegado a la política activa: el socialista Pablo Hermoso de Mendoza.

Gamarra dio otro salto en el verano de 2020. Casado percibió la moción de censura de Vox como un ataque directo contra el PP, tal y como le espetó desde la tribuna del Congreso a un incrédulo Santiago Abascal, quien no rascó ni un voto más allá de la ultraderecha que comanda. La dirección decidió dar un volantazo a la estrategia, recentrar el partido, moderar el discurso. La relación con la entonces portavoz parlamentaria, Cayetana Álvarez de Toledo, no era buena. Pero la hispanoargentina, además, criticó el giro que quería emprender su jefe, como explica ella misma en sus memorias.

Casado la destituyó. Nombró portavoz del partido al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Una decisión de la que el regidor se arrepintió muy pronto y de la que se desembarazó también en plena tormenta en Génova, 13. Aquel lunes de los cuchillos largos, no apareció en la reunión de la dirección.

Casado además hizo portavoz del principal grupo de la oposición en el Congreso a Cuca Gamarra. La sorayista, la supuesta cuota moderada de su dirección, ascendía hasta el tercer puesto político del escalafón.

Licenciada en Derecho en la Universidad de Deusto (Bilbao), se sumó a las filas de las Nuevas Generaciones del PP en 1993. Diez años después inició una larga carrera hasta el puesto de número dos de su partido. Ese por el que está dispuesta a hacer lo que sea para ser “útil”. Tiene trabajo por delante.