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Por qué cada año se cultiva más este fruto seco y cuáles son las provincias más productoras

De manera parecida a otros productos, en los que el clima favorece que España sea líder en cultivo y producción, en los últimos años son muchos los países que reciben de nuestra geografía una exportación de un fruto seco cada vez más exquisito, más utilizado en diferentes recetas y más solicitado. Hablamos del pistacho, ese pequeño fruto seco de propiedades nutritivas excepcionales que ha pasado de ser un simple snack a convertirse en el nuevo “oro verde” dentro de la diversa agricultura española. Lo que antes era un capricho exótico hoy ya está consolidado como una de las actividades agrícolas con más proyección. Su color, su sabor y su versatilidad culinaria le han encumbrado, llevándole a ganarse la categoría de superalimento y a expandirse rápidamente en recetas, tanto dulces como saladas.

Cuarto productor del mundo

Aunque tradicionalmente se asociaba el cultivo del pistacho o Pistacia vera con regiones más cálidas como Oriente Medio o California, nuestra península ha irrumpido con fuerza en el mercado global. El interés por este fruto se remonta al siglo III a.C. cuando se extendió por Europa, llegando a la provincia imperial de Hispania en el año 63 d.C. Hoy en día la expansión ha sido monumental, un crecimiento reflejado en cifras como las hectáreas cultivadas desde 2010, que han aumentado un 7.900%, pasando de 1.000 a más de 80.000 hectáreas en 2024. Gracias a este crecimiento exponencial en las últimas dos décadas, España ha terminado por consolidarse como el cuarto productor mundial de pistacho y líder en Europa.

El éxito de este cultivo en España se debe a que el territorio reúne las condiciones específicas que requiere el pistacho para prosperar. El pistachero necesita un clima continental con inviernos fríos, que son aliados para su desarrollo, y veranos calurosos y secos que favorecen la maduración del fruto. Además de la climatología, el suelo es fundamental, ya que el árbol prefiere suelos ligeros, bien drenados y con un pH alcalino superior a 7, puesto que no tolera el encharcamiento. Esta planta resistente se adapta incluso a suelos pobres y a condiciones de baja disponibilidad hídrica, lo que la hace una opción sostenible y atractiva frente a los desafíos del cambio climático.

Respecto a las mejores zonas de España para su cultivo y producción, una de las más destacadas es Castilla-La Mancha. Se trata de una comunidad autónoma que, con su extenso clima continental y vastas llanuras, concentra actualmente más del 80% de la producción nacional. Dentro de Castilla-La Mancha, las provincias que lideran la producción son Toledo, Ciudad Real y Albacete, destacando las dos primeras gracias a su combinación de suelos alcalinos y abundantes horas de sol. Toledo, por ejemplo, cuenta con más de 9.500 hectáreas en secano. Los agricultores manchegos han adoptado el cultivo del pistacho como una alternativa rentable a otros cultivos tradicionales como el cereal o el girasol, y la región destaca también por su enfoque ecológico, ya que más del 70% del cultivo se lleva a cabo bajo este método.

Si miramos el mapa hacia el sur, Andalucía, conocida históricamente por sus olivos y almendros, ha encontrado en el pistacho un cultivo complementario y prometedor. Provincias como Jaén y Granada han incrementado significativamente sus hectáreas dedicadas a este fruto, y en zonas de Almería como Los Vélez y Castro de Filabres también han comenzado las plantaciones. El sector andaluz ha cobrado una relevancia creciente, logrando una superficie cultivada de más de 7.500 hectáreas en 2024, y aprovechando su clima mediterráneo con influencias continentales para adaptarse a las condiciones de secano.

Otras regiones clave, aunque todavía emergentes en términos de volumen, son Extremadura y Castilla y León. Extremadura cuenta con grandes extensiones de terreno y se ha posicionado como una alternativa de alto valor a cultivos tradicionales menos rentables. Las provincias de Badajoz y Cáceres están viendo un aumento en el número de agricultores que apuestan por el pistacho. Por su parte, Castilla y León, a pesar de estar más al norte y que uno podría pensar que su frío no es nada conveniente para este cultivo, posee zonas donde precisamente la combinación de horas de frío y suelo resulta ideal para algunas de las variedades específicas de pistacho.

Además de las zonas mencionadas, en comunidades como Aragón y Catalunya el cultivo es incipiente pero está ganando adeptos, explorando su potencial en provincias como Zaragoza y Lleida. La Región de Murcia, conocida por su agricultura intensiva, también ha encontrado en el pistacho una alternativa rentable, dado que su clima seco y caluroso es perfecto para este cultivo en terrenos bien drenados. En estas comunidades se están obteniendo buenos resultados, especialmente en las áreas alejadas de la influencia costera. El crecimiento exponencial del pistacho se explica por varios factores económicos y ambientales. En comparación con otros cultivos, ofrece una alta rentabilidad y un mayor retorno económico por hectárea, lo que atrae a grandes fondos de inversión. 

Además, su alta demanda a nivel mundial, tanto como snack como en la cocina gourmet, asegura un producto muy cotizado. En el contexto del cambio climático, la baja demanda hídrica del pistacho (que puede resistir hasta cinco años de sequía) y su resistencia lo convierten en una opción resiliente y sostenible para la agricultura española. Así que parece que tendremos “oro verde” para rato, una revolución duradera que está transformando el campo español. Los expertos señalan que, a pesar de la evolución que ha tomado el sector, el cultivo del pistacho todavía no ha alcanzado su máximo potencial productivo, todo un síntoma del futuro prometedor que aguarda a los productores y a los consumidores de pistachos. Se trata de un producto con un sabor que tiende a ser más intenso debido a las condiciones únicas de la tierra y el clima, lo que en la agricultura es considerado sinónimo de éxito.