En una jornada marcada por la tensión, el calor y las expectativas olímpicas, fue un adolescente de 16 años quien protagonizó el momento más inolvidable del Campeonato Nacional de Atletismo de Estados Unidos. Cooper Lutkenhaus, nacido en diciembre de 2008, cruzó la meta de los 800 metros en un asombroso 1:42.27, una marca que no solo le dio la clasificación directa para el Mundial de Tokio 2025, sino que pulverizó el récord mundial sub-18 y dejó fuera de la cita a estrellas consagradas como Bryce Hoppel. La gesta del joven texano, aún estudiante de secundaria, ha sacudido los cimientos del mediofondo global y lo ha convertido en una de las grandes sensaciones del atletismo internacional.
La carrera tuvo lugar en el mítico Hayward Field de Eugene, Oregón, y se corrió a un ritmo endiablado desde el disparo inicial. En los últimos 100 metros, Lutkenhaus, que venía desde la séptima posición, lanzó una remontada tan poderosa como inesperada. Con zancadas largas, una cadencia casi perfecta y una sangre fría impropia de su edad, fue superando uno a uno a sus rivales hasta cruzar la línea de meta en segundo lugar, solo por detrás del campeón mundial Donavan Brazier, quien ganó con 1:42.16. El adolescente dejó atrás a figuras como Josh Hoey, Brandon Miller o el propio Hoppel, que terminó fuera del equipo nacional tras un inesperado cuarto puesto.
Ya es el cuarto estadounidense más rápido de la historia en los 800 metros
La marca de 1:42.27 no solo le valió la clasificación directa, sino que rompió con estrépito el anterior récord mundial sub-18, que pertenecía al etíope Mohamed Aman con 1:43.37 desde 2011. Además, convierte a Lutkenhaus en el cuarto estadounidense más rápido de la historia en los 800 metros, solo por detrás de Brazier, Hoppel y Hoey. A nivel mundial, ya es el sexto atleta más veloz del año 2025 en esta distancia, con la particularidad de ser el único menor de edad entre los diez primeros. Su progresión ha sido tan meteórica como consistente: en la semifinal ya se había convertido en el finalista más joven de la historia de los trials estadounidenses, con un crono de 1:45.57.
Lo más sorprendente es que, lejos de ser un caso aislado, el rendimiento de Lutkenhaus ha seguido una línea ascendente durante toda la temporada. En febrero, ya había batido el récord nacional escolar bajo techo con un tiempo de 1:46.86 en los Millrose Games, superando a Josh Hoey. En junio, en los Nike Outdoor Nationals, volvió a hacer historia al firmar 1:45.45, estableciendo el nuevo récord escolar al aire libre. En cuestión de meses, ha derribado todos los registros posibles en su categoría y se ha instalado en la élite absoluta del mediofondo.
Brazier elogia al adolescente
Más allá de las marcas, el impacto mediático de su irrupción ha sido inmediato. El mundo del atletismo se ha volcado en elogios, y no han faltado comparaciones con figuras de otras disciplinas como LeBron James, Kobe Bryant o Tiger Woods en sus años de eclosión. El propio Brazier, campeón mundial, se mostró sorprendido y admirado por la actuación del joven: “No se puede enseñar lo que él tiene”, dijo tras la carrera. También las redes sociales se inundaron de vídeos y análisis que no daban crédito al tiempo registrado por un atleta que aún no ha terminado el instituto.
Se entrena en Texas, con su família
El nombre de Lutkenhaus no era del todo desconocido para quienes siguen de cerca el atletismo juvenil en Estados Unidos, pero su irrupción en la absoluta ha sido tan abrupta que ha dejado sin palabras a muchos técnicos y aficionados. Entrena en Texas bajo las órdenes de su padre, en un entorno familiar alejado de las grandes estructuras deportivas. Su forma de competir, audaz, estratégica y desacomplejada, recuerda más a un veterano curtido que a un adolescente debutante. En un país donde el atletismo goza de una cantera inagotable, su perfil rompe moldes y promete marcar una época.
Con su clasificación, Lutkenhaus se convertirá en el atleta masculino más joven en la historia de Estados Unidos en competir en un Mundial de atletismo al aire libre. Tokio acogerá la cita del 13 al 21 de septiembre, y allí se medirá con los mejores mediofondistas del planeta, algunos de los cuales le doblan la edad. Su objetivo, según ha declarado, es “seguir aprendiendo y disfrutar de cada carrera”, pero pocos dudan de que volverá a estar entre los más rápidos. Su irrupción no solo es una promesa, sino una realidad que ya ha empezado a reescribir la historia del atletismo.
A falta de meses para la gran cita en Japón, Cooper Lutkenhaus se ha ganado el derecho a soñar con todo. Su gesta en los trials no es solo una historia de talento precoz, sino también una muestra del poder transformador del deporte. En una prueba dominada tradicionalmente por la experiencia, ha demostrado que la juventud también puede marcar el paso. Si el futuro del mediofondo tiene un nombre, ese nombre, sin duda, es el suyo.