Las calles de León se llenaron este sábado de nostalgia y curiosidad con la reaparición de los legendarios autobuses bala de plata, los emblemáticos autocares de la Empresa Fernández que marcaron una época en la ciudad. El vehículo, perfectamente conservado, surcó la ciudad como protagonista de un evento familiar, sorprendiendo a peatones y conductores por igual y convirtiéndose en el centro de atención de una jornada histórica.
El icónico color plateado y su silueta inconfundible transportaron a muchos leoneses a décadas pasadas, cuando los autocares de Fernández dominaban las carreteras locales y nacionales antes de integrarse en ALSA en 1996. “Es como volver atrás en el tiempo”, comentaba un vecino mientras tomaba fotos. “Todos supimos que era un autobús Fernández; nos ha devuelto a los viajes de juventud, a las excursiones familiares, a los trayectos que recordamos con cariño”.
El regreso de un icono del transporte leonés
Este regreso puntual de las balas de plata no solo generó sorpresa, sino que creó un ambiente único en la ciudad: peatones que levantaban la vista con admiración, conductores que reducían la velocidad para contemplarlo y familias que aprovechaban para enseñar a los más jóvenes cómo eran los viajes por carretera en otras épocas.
La Empresa Fernández, que durante décadas fue símbolo de modernidad y orgullo leonés, vuelve a estar en el centro de la memoria colectiva gracias a este gesto. Los autocares plateados representaban comodidad, cercanía y un estilo propio, consolidándose como parte del paisaje urbano y de los recuerdos de múltiples generaciones.
Historia que sigue viva sobre ruedas
Más allá del evento, este autocar histórico reivindica el legado de la compañía, recordando la importancia del transporte público en León y cómo contribuyó a la conectividad y a la vida social de la ciudad. Las balas de plata no eran solo vehículos; eran protagonistas de excursiones familiares, viajes de trabajo y aventuras de juventud que hoy se reviven en cada recorrido por las calles leonesas.
Aunque sea por un tiempo limitado, su presencia es un recordatorio tangible de que la historia del transporte público no está solo en los libros: sigue viva sobre ruedas, generando recuerdos y conectando generaciones. Para quienes crecieron viendo estas balas de plata recorrer las carreteras, volver a verlas supone un viaje al pasado tan intenso como el propio trayecto.