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Para ubicarte en el mapa: las zonas de Lisboa que debes conocer antes de ir

Lisboa no se entiende de una sola mirada. Es una ciudad construida sobre colinas que suben y bajan como una canción de fado, con barrios que parecen pertenecer a distintas épocas. Desde los tranvías amarillos que serpentean entre fachadas desconchadas hasta los cafés art déco o los rascacielos futuristas junto al Tajo, la capital portuguesa es una mezcla irresistible de tradición y modernidad. Si vas a visitarla, conviene situarse en el mapa. Estas son las zonas de Lisboa que deberías conocer antes de perderte por sus calles empedradas.

La Baixa: el corazón ordenado de Lisboa

La Baixa es el centro neurálgico y más animado de Lisboa. Fue completamente reconstruida por el marqués de Pombal después del devastador terremoto de 1755, lo que explica su aspecto racional y geométrico: avenidas amplias, plazas simétricas y fachadas elegantes que contrastan con el caos encantador del resto de la ciudad.

Aquí laten las arterias comerciales más famosas, como la Rua Augusta, que conecta la Praça do Rossio con la monumental Praça do Comércio, abierta al río Tajo. En esta zona encontrarás tiendas clásicas, cafeterías con historia y terrazas donde pedir un bica (el espresso lisboeta) y ver pasar el tranvía 28. Si Lisboa tuviera un corazón, sin duda estaría aquí.

Chiado y Barrio Alto: el alma bohemia

Entre la elegancia del Chiado y la irreverencia del Barrio Alto se mueve el pulso más artístico y bohemio de Lisboa. El Chiado, reconstruido tras un incendio en los años 80, conserva su aire sofisticado: librerías centenarias, teatros, boutiques y cafés con historia como el A Brasileira, donde una estatua de Pessoa sigue recibiendo visitas.

Basta subir unas cuantas calles para entrar en otro mundo: el Barrio Alto, con fachadas cubiertas de grafitis, bares diminutos, música en vivo y una vida nocturna que parece no tener fin. De día, es tranquilo y residencial; de noche, se transforma en un hervidero de voces, copas y guitarras. Es la Lisboa más libre, la que se vive sin prisas ni horarios.

La Alfama: donde nació el fado

Situada a los pies del Castillo de São Jorgela Alfama es el alma vieja de Lisboa. Es un laberinto de calles estrechas, escaleras imposibles y balcones con ropa tendida al sol. Aquí la ciudad huele a sardinas asadas y suena a fado, el canto melancólico que resume el espíritu portugués.

Pasear por la Alfama es perderse sin miedo: descubrir miradores como el de Santa Luzia, plazas escondidas y tascas donde los locales cantan hasta la madrugada. En cada esquina se respira historia; en cada muro, un eco de la Lisboa medieval que sobrevivió al tiempo y al terremoto.

Belém: historia y horizonte atlántico

A orillas del Tajo, el barrio de Belém recuerda la época dorada de los descubrimientos portugueses. Desde aquí partieron las grandes expediciones que cambiaron el mapa del mundo, y el legado se mantiene en monumentos tan imponentes como el Monasterio de los Jerónimos o la Torre de Belém, ambos Patrimonio de la Humanidad.

Pero Belém no es solo historia: también es paseo, jardines y aroma a pasteles recién hechos. Ninguna visita está completa sin probar los pastéis de Belém, custodiados celosamente por la receta original de 1837. Entre el río y los claustros manuelinos, este barrio es un viaje en el tiempo con sabor dulce.

Parque das Nações: la Lisboa del futuro

Si Belém mira al pasado, el Parque das Nações representa la Lisboa moderna. Construido para la Expo de 1998, es una zona abierta, limpia y luminosa, donde la ciudad se reencuentra con el río. Aquí el tranvía se sustituye por el teleférico, y las casas antiguas por rascacielos de vidrio y acero.

El gran protagonista es el Oceanário de Lisboa, uno de los acuarios más impresionantes de Europa, rodeado de avenidas arboladas, centros comerciales y restaurantes frente al agua. Al atardecer, cuando el sol se refleja en el Tajo y el Puente Vasco da Gama se tiñe de dorado, parece que Lisboa se reinventa ante tus ojos.