El valle navarro enmarcado en sierras con bosques y pueblitos que es perfecto para dar la bienvenida al invierno

Edu Molina

22 de diciembre de 2025 12:41 h

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El Valle de Améscoa forma parte de la Merindad de Estella, una de las cinco merindades en las que históricamente se ha dividido Navarra. Se trata de un territorio con identidad propia dentro del mapa navarro, cuya denominación engloba un conjunto de localidades y un espacio geográfico definido. Su pertenencia a esta merindad lo sitúa dentro de un marco histórico que ha perdurado durante siglos y que sigue presente en la organización territorial actual.

Este valle se encuentra encajado entre dos alineaciones montañosas: la sierra de Urbasa y la sierra de Lóquiz. Ambas sierras delimitan el espacio en el que se desarrolla el valle y constituyen los elementos físicos que lo enmarcan. Esta ubicación entre sistemas montañosos define el carácter del territorio y condiciona su percepción como un espacio diferenciado dentro del oeste navarro.

El Valle de Améscoa se organiza internamente en dos áreas: la Améscoa Alta y la Améscoa Baja. Esta división forma parte de la estructura tradicional del valle y permite distinguir distintos ámbitos dentro de un mismo conjunto territorial. En este contexto, el inicio del invierno coincide con una etapa del año en la que el valle mantiene su actividad habitual, marcada por la presencia de pueblos, montes y espacios naturales que forman parte de su identidad.

La Améscoa Alta, Larraona y los espacios históricos del Valle

La Améscoa Alta queda delimitada por varios elementos geográficos concretos. Al norte se encuentra la sierra de Urbasa y el monte conocido como Limitaciones de las Améscoas; al sur, la sierra de Lóquiz; al oeste, el Valle de Arana, ya en territorio de Álava; y al este, la Améscoa Baja. Esta delimitación establece con claridad el ámbito territorial de la Améscoa Alta dentro del conjunto del valle y marca su relación con los espacios colindantes.

Dentro de la Améscoa Alta, Larraona se presenta como uno de los núcleos de referencia. Se trata de un pueblo con una antigüedad cercana a los mil años, cuya trayectoria histórica se remonta a la Edad Media. Larraona ha mantenido su continuidad como núcleo habitado a lo largo de los siglos y conserva elementos que permiten reconocer distintas etapas de su pasado. Su consideración como centro neurálgico para una visita a la Améscoa Alta responde a su relevancia histórica y a la presencia de patrimonio conservado.

La historia de Larraona incluye episodios vinculados a conflictos bélicos. En el contexto de la Guerra de la Independencia Española, el pueblo fue uno de los núcleos que resultaron saqueados por el ejército francés. Este hecho forma parte de los acontecimientos que afectaron al valle a comienzos del siglo XIX y se integra en el relato histórico local, compartido por otras zonas del entorno navarro durante ese periodo.

El patrimonio arquitectónico de Larraona incluye varios edificios religiosos y construcciones tradicionales. Entre ellos se encuentra la parroquia de San Cristóbal, considerada uno de los templos más antiguos de la zona. También pueden visitarse la ermita de Nuestra Señora de la Blanca, fechada a finales del siglo XVIII, y la ermita de San Benito, correspondiente al siglo XVI. A estos elementos se suman casonas tradicionales que conservan escudos en sus muros, testimonio de antiguas estructuras familiares y sociales del valle.

El entorno natural de la Améscoa Alta permite recorrer bosques y áreas de montaña que forman parte del paisaje navarro. En estos recorridos se localizan espacios como la Cueva de los Cristinos, un enclave que, según la tradición local, está relacionado con las guerras carlistas del siglo XIX. Esta asociación forma parte del relato transmitido en la zona y se inscribe en un siglo marcado por distintos conflictos armados en Navarra.

Otro de los espacios conocidos del valle es el denominado Bosque Encantado de Artea. Este lugar se caracteriza por la presencia de formaciones rocosas singulares y por una vegetación abundante, elementos que configuran un paisaje reconocible dentro del entorno de la Améscoa. Su nombre responde a una denominación popular y alude a un espacio integrado en los montes y bosques navarros que rodean el valle.

Si vas a visitar espacios naturales, recuerda la importancia de respetar el entorno y sigue las guías y recomendaciones oficiales para no poner en peligro el lugar ni tu integridad física.