Cuando el negocio es el bien común

Iván Suárez / Iván Suárez

Una empresa de divulgación científica que paga a sus trabajadores un mínimo de 1.400 euros al mes, con un gerente que no percibe más de 2.000, que avanza hacia el balance cero en la emisión de dióxido de carbono y a la que no le importa embarcarse en proyectos poco rentables económicamente para promover la protección y preservación del patrimonio natural de Canarias. Suena a utopía, pero Oceanográfica, la sociedad que crearon en Gran Canaria Arturo Boyra y Cristina Fernández, dos licenciados en Ciencias del Mar, ya ha cumplido once años de existencia con una filosofía que se aleja de los parámetros económicos acostumbrados.

Desde la entrada a la pequeña oficina que tienen en el polígono industrial de El Goro, se percibe que Oceanográfica no es una empresa convencional. A sus visitantes los saluda Lana, una hembra de husky siberiano que pasea con libertad por la estancia. La sala es diáfana, los trabajadores y la dirección comparten el mismo espacio. A Arturo Boyra aún le chirría en los oídos que le definan como empresario, por una imagen que a menudo se vincula con la falta de escrúpulos. “Lo que no soy es un empresaurio”, matiza.

En 2011, la Comisión Europea nombró a Oceanográfica como una de las 50 historias de éxito de jóvenes empresarios europeos. Ahora, es una de las pioneras en Canarias en la aplicación de la denominada Economía del Bien Común, una propuesta impulsada por el economista y filósofo austriaco Christian Felber que prima la contribución de las empresas al bienestar de sus propios trabajadores y de la sociedad a la obtención de beneficios económicos, ubicando en el centro de su actividad valores como la cooperación, la democracia o la solidaridad.

''Descubrimos la Economía del Bien Común a través de un programa de televisión (Salvados, de La Sexta) y después leímos el libro de Felber. Fue curioso, porque era lo que llevábamos haciendo diez años por puro sentido común, con absoluta ignorancia“, explica Boyra, quien defiende que el objetivo de la empresa siempre ha sido ”generar el trabajo que nos gustaría tener y tener un trabajo del que nos sintamos orgullosos, intentar hacer un mundo mejor“.

Oceanográfica será la primera empresa en las islas, junto a Limoniun Canarias (dedicada al turismo activo), en realizar una auditoría según los parámetros que establece la matriz de la Economía del Bien Común, que hacen referencia a la gestión ética de los suministros y de las finanzas, de la calidad del puesto de trabajo e igualdad, al reparto justo del volumen de trabajo y de la renta, a la democracia interna y la transparencia, la venta ética o la reducción de efectos ecológicos, entre otros.

El informe que ya ha realizado la empresa será enviado a Austria, donde dos auditores comprobarán si Oceanográfica cumple con los parámetros. De este balance del bien común saldrá una puntuación que aparecerá en el código de barras de los productos que genere la compañía y que, asociados a un color y un pequeño resumen, permitirán al usuario conocer quién está detrás de los mismos y qué hace por la sociedad. El modelo se plantea como un cambio “de abajo arriba” y propone menores cargas fiscales para las empresas que más contribuyan al bien común.

Empresa rentable

Arturo Boyra sostiene que este modo de operar no está reñido con la rentabilidad empresarial. “El dinero no es más que un medio, no es el objetivo. Hemos tenido beneficios muchos años, pero nunca los hemos repartido. Siempre los hemos reinvertido en mejorar los equipos, las instalaciones, en proyectos nuevos?”, afirma. El año pasado, sin embargo, Oceanográfica cerró con pérdidas y tuvo que prescindir de la mitad de la plantilla (de 10 a 5), aunque su director confía en reincorporar a los trabajadores próximamente.

Uno de los motivos de este balance negativo es la inversión realizada en el proyecto de micro áreas ecoturísticas litorales, una iniciativa de la que, hasta el momento, no han obtenido réditos económicos, pero de la que se muestran muy orgullosos porque consideran que están realizando una importante contribución a las islas. “El objetivo es generar unos pequeños espacios marinos en los que aplicar criterios de sostenibilidad para la gestión desde el punto de vista de la participación ciudadana, que los ciudadanos podamos gestionar esos espacios de mar para generar más economía generando más conservación”, relata.

En relación a la gestión de personal, Oceanográfica ha implantado una serie de medidas para intentar favorecer el buen ambiente laboral. Así, ninguno de sus trabajadores cobra por debajo del considerado salario digno para cubrir las necesidades básicas (en España se sitúa aproximadamente en 1.000 euros); los horarios fueron consensuados con la plantilla en 2008 (trabajan 40 horas semanales, de lunes a viernes y con salida los viernes a las 14.00 horas), los directores no cobran horas extra e, incluso, han dejado de percibir sus sueldos algunos meses para garantizar que no se produzca ningún retraso en las nóminas de sus empleados, y éstos no llegan a cumplir una hora extra al mes como media. Además, las horas fuera de la jornada laboral se compensan con horas de libre disposición y la empresa no exige exclusividad a los trabajadores.

Grupo de EBC en Gran Canaria

Oceanográfica es una de las empresas que ha conformado el grupo en Gran Canaria de la Economía del Bien Común, constituido el pasado mes de diciembre para unir sinergias.

Boyra reconoce que la sociedad no está acostumbrada a que el dinero no sea un objetivo, pero considera que “todos tenemos una chispa dentro para aportar un granito de arena al cambio de un sistema que se ha demostrado que no funciona. ¿Qué es lo que queremos, el modelo de Eurovegas? ¿Corromper a la sociedad del todo para que un señor y cuatro a su lado se hagan ricos? ¿A quién le interesa eso?”

“Estamos planteando un punto intermedio entre el capitalismo y el comunismo y está claro que a los grandes poderes económicos este modelo no les interesa, pero a todas las pymes nos interesa, aunque implica un sacrificio. Nosotros somos el sistema. O lo cambiamos, o el sistema nos come, lo importante es que el ciudadano recupere la economía”, sentencia.

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