El fantasma del ‘oro negro’ sigue aquí, nadie controla lo que pasa en nuestras aguas

Mancha del 'Oleg Naydenov' en aguas de Canarias (PEDRO ARMESTRE/GREENPEACE)

Gregorio Cabrera

Arrecife —

Canarias está en la ruta del oro negro y esto la convierte en un área de especial riesgo para vertidos que potencialmente podrían alcanzar la costa de cualquier Isla. Esta particular lotería oceánica ha quedado de manifiesto con el hundimiento el pasado día 14 de abril a quince millas al sur de Gran Canaria del pesquero ruso Oleg Naydenov, en este caso con 1.400 toneladas de fuel que siguen contaminando el mar a un ritmo de diez litros al minuto.

La marea negra no sólo ha tocado el litoral suroeste grancanario sino que también ha puesto en alerta a Tenerife y La Gomera, al margen de afectar a un área marítima de gran riqueza biológica. En el caso concreto de los petroleros que transitan por aguas de Canarias o próximas al Archipiélago existe un rostro que resulta claramente identificable y otro de aspecto fantasmal.

El primero engloba a la media de 1.500 barcos anuales que transitan portando en sus bodegas más de 600 toneladas de hidrocarburos pesados a granel por los dos pasillos de tres millas de ancho existentes entre Gran Canaria y Tenerife por un lado y entre Gran Canaria y Fuerteventura por otro.

Estos Dispositivos de Separación de Tráfico (DTS) se crearon en 2006 para reducir el peligro de colisiones y tomando en cuenta la declaración de las aguas canarias como Zona Marítima de Especial Sensibilidad (ZMES). Los tanqueros que los utilizan y superan las citadas 600 toneladas de carga deben inscribirse en el sistema obligatorio de notificación Canrep.

Fuentes del Puerto de Las Palmas consultadas por este diario estiman que la cifra de buques que utilizan estos espacios portando una cantidad menor de hidrocarburos supera los 5.000 al año. Sobre el papel, todos los petroleros están obligados a llevar doble casco.

Pero, como se ha dicho, hay un lado que escapa por completo al control de Canarias y que tiene que ver con el gran pasillo oceánico situado al este de Lanzarote y Fuerteventura, por el que navegan cada año millares de petroleros sobre los que no hay control oficial, como sí sucede al menos con los que hacen uso de los DTS. Es una procesión espectral que roza a diario a las islas orientales.

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