Más de 20.000 inmigrantes muertos en dos décadas

Desde noviembre de 1988, fecha en que aparecían los primeros cadáveres en el Estrecho de Gibraltar, el número de inmigrantes muertos en las costas andaluzas y canarias, a fecha de hoy, supera los 20.000 cadáveres, de lo que resulta una media de 2,28 fallecidos al día durante el periodo (1988-2012), y eso sin tener en cuenta el número de desaparecidos.

Sólo en 2011 murieron 1.500 inmigrantes ahogados en las aguas del Mediterráneo como consecuencia de las revueltas árabes, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para la Ayuda al Refugiado (Acnur), y en lo que va del año 2012 han perdido la vida frente a las costas italianas otras 62 personas.

La principal zona receptora de los flujos migratorios irregulares ha sido la isla italiana de Lampedusa, hasta donde han llegado más de 50.000 inmigrantes en el primer semestre de 2011, lo que supone un récord absoluto desde la entrada en vigor de los controles de frontera en la Unión Europea (UE).

Estos datos han sido ofrecidos por Mohammed Dahiri, de la Cátedra Unesco de Resolución de Conflictos de la Universidad de Córdoba durante un debate-coloquio sobre las políticas de inmigración, desarrollado en el VII Congreso sobre Migraciones Internacionales en España, que se celebra en Bilbao del 11 al 14 de abril de 2012. En dicho evento también ha estado presente José Ángel Oropeza, director de la Oficina Regional para el Mediterráneo de la Organización Internacional para las Migraciones.

En primer lugar, Oropeza ha puesto de relieve que la facilitación y el control de fronteras son “dos objetivos igualmente importantes que deben lograrse de forma simultánea en la formulación e implementación de una política migratoria”. Así, ha indicado que el turismo, negocios, inversión, y la importación y exportación de mano de obra, “pueden ser de alta prioridad nacional. Estas prioridades pueden motivar el diseño de un sistema de gestión de fronteras con barreras mínimas para el movimiento regular de personas”.

Además, ha subrayado, que las decisiones sobre la gestión de fronteras “se verán largamente afectadas por la naturaleza de la frontera y las relaciones con los Estados vecinos”, y ha señalado, a este respecto, que “si las fronteras son relativamente impermeables y no existen fronteras terrestres, la atención del control fronterizo puede cambiarse a los puntos de embarcación, con una atención específica a las estrategias de intercepción”.

En este sentido, Dahiri ha denunciado que la Comisión Europea pondrá en marcha el Sistema Europeo de Vigilancia de Fronteras (Eurosur) para reforzar la coordinación interna entre los Estados miembros para controlar la llegada de personas inmigrantes en situación “irregular”.

El especialista ha señalado que Eurosur “proporcionará” un marco técnico común de racionalización día a día cooperación y comunicación entre autoridades de los Estados Miembros y facilitar el uso de la tecnología más avanzada a la vigilancia fronteriza.

Algunas de las tecnologías que integrará Eurosur para frenar la llegada de inmigrantes serán aviones no tripulados, sensores desperdigados por el mar o satélites espiando desde el espacio. Bruselas pretende crear esta infraestructura que recoja información de las más variadas fuentes para después compartirla entre los vigilantes de la seguridad y el bienestar de los europeos.

En cuanto al posible éxito de esta nueva herramienta, Dahiri ha afirmado que “no será hasta 2013 -fecha de implantación de Eurosur- cuando se pueda saber si frena la inmigración o evita que cientos de desesperados mueran ahogados en el mar”.

“La experiencia española no ha sido del todo positiva. El SIVE, Sistema Integrado de Vigilancia Exterior, que se empezó a implantar en 2000 efectivamente redujo la llegada de pateras a las costas andaluzas pero desplazó el flujo hacia Canarias, lo que obligó a instalarlo también allí. Y después a Murcia, Alicante, Valencia o Castellón. Indirectamente también forzó a los inmigrantes a partir cada vez desde más lejos, pero no ha evitado las muertes de miles de inmigrantes en aguas del Mediterráneo y el Atlántico y la desaparición de un número incontable de personas en su intento de escapar de las persecuciones, guerras civiles, conflictos bélicos y pobreza”, ha concluido.

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