Descubren 45 nuevos yacimientos arqueológicos en las costas de la Isla

En la imagen, conjunto de cazoletas en el litoral de Los Guinchos (Breña Alta).

Eduardo Pérez Cáceres

Santa Cruz de La Palma —

En el presente artículo queremos exponer un breve avance de algunas de las conclusiones del trabajo de exploración e investigación que hemos venido desarrollado a lo largo de los dos últimos años y que continúa en la actualidad.

Avanzamos el descubrimiento de varias decenas de lugares de culto aborigen, la mayoría de ellos desconocidos hasta ahora, a lo largo de las costas de La Palma. Se trata de rincones donde ha quedado la impronta, en forma de conjuntos de cazoletas, de la labor del pueblo awara. Esto, posiblemente, nos permitirá ahondar en el conocimiento de nuestros antepasados y especialmente en el mundo de sus creencias. Teniendo en cuenta lo complejo que resulta indagar en cuestiones religiosas de cualquier cultura, y más aún de las desaparecidas, es un hecho de trascendental importancia el descubrimiento de nuevos yacimientos arqueológicos vinculados a su religión.

Hasta hace muy poco, apenas se habían documentado tres lugares costeros donde aparecían estas cazoletas de mar; el embarcadero de La Fajana de Franceses (Garafía), la Punta de los Molinos en Los Cancajos (Breña Baja) y la planicie de toba en la parte norte de la Punta del Moro (Mazo). Apenas se le dio importancia a estos descubrimientos, salvo alguna excepción que comentaremos más adelante. Recientemente se ha publicado en la prensa que un equipo liderado por el investigador F. Jorge Pais Pais ha descubierto otras estaciones costeras de cazoletas, concretamente en la Punta de las Cabras y la Punta de Fuencaliente (Fuencaliente), La Salemera y Punta del Ganado ( Mazo), Los Guinchos (Breña Baja) y Punta Salinas (Puntallana). Sobre estos conjuntos rupestres hemos estado trabajando intensamente durante los últimos dos años. Ahora queremos comunicar que, tras una dura y gratificante exploración de buena parte del litoral insular, nos encontramos en condiciones de sacar a la luz hasta 45 nuevos yacimientos arqueológicos, compuestos, muchos de ellos, por diferentes estaciones de cazoletas. Éstos se distribuyen en los municipios de Barlovento, San Andrés y Sauces, Santa Cruz de La Palma, Breña Alta, Breña Baja, Mazo y Fuencaliente.

Los conjuntos de cazoletas ubicados en las medianías o en las cumbres están más documentados, aunque continúan sucediéndose nuevos descubrimientos. Este tipo de manifestaciones rupestres se han descubierto en muchos lugares del mundo, con una cronología igualmente muy extensa. Muchas veces están asociadas a lugares de culto. En el caso de Canarias se encuentra ampliamente demostrada su existencia en diferentes almogarenes de montaña y otros espacios sagrados de las medianías de casi todas las islas. Hay un cierto acuerdo entre los investigadores de que en ellos se verterían líquidos; agua, leche o sangre en relación con actividades rituales.

La mayoría de los trabajos publicados sobre estas estructuras han tenido principalmente un carácter descriptivo sin ahondar en otros aspectos. Sin embargo, estos conjuntos de cazoletas costeras apenas han sido citados por ser representaciones de muy reciente descubrimiento, prueba de ello es que en nuestra investigación hemos sacado a la luz estos 45 yacimientos que han pasado desapercibidos durante siglos. En consecuencia, las cazoletas, como fenómeno extendido a lo largo de la costa palmera, no podía ser explicado por los investigadores que hasta ahora se han dedicado a la historia antigua de La Palma.

Las cazoletas costeras de La Palma son, en la mayoría de los casos, de forma circular, aunque presentan una ligera tendencia ovalada y en ocasiones, lo son claramente. Suelen mostrar una variedad de diámetros, que pueden ir de los 5 hasta los 25 ó 30 centímetros. En cuanto a la profundidad, oscila aproximadamente desde los 5 hasta los 30 centímetros. Suelen formar conjuntos, desde unas pocas (algunas aisladas o en parejas) hasta formaciones de varias decenas que pueden superar el centenar, combinando normalmente diferentes diámetros.

Se ubican muy cerca de las puntas y bordes costeros, muchas veces tocando el mar. Por esto el océano siempre las baña. Sin embargo, algunas de ellas sólo son alcanzadas cuando hay fuertes oleajes. En muchas ocasiones están dispuestas de manera que su contenido puede pasar, por desborde, de unas a otras y sobre todo verterse al mar. No suelen aparecer a más de 2 ó 3 metros sobre el nivel del mar, aunque existe alguna excepción. No presentan canalillos que las unan como ocurre en la mayoría de las estaciones de las medianías. Sólo en Barlovento encontramos unos ejemplares con un único canalillo que, curiosamente, se encuentran a unos 4 metros sobre el nivel del mar alejadas del rompiente.

Pero ¿por qué el pueblo awara realizó el enorme esfuerzo de tallar estos miles de recipientes sobre el duro basalto? Una vez estudiadas sus ubicaciones y observando los tamaños que presentan, muchas veces exiguos, no encontramos ninguna finalidad puramente práctica que justifique semejante esfuerzo. Y aquí va la principal conclusión de nuestro estudio: los lugares donde se ubican estos conjuntos de cazoletas, son lugares sagrados de culto indígena, llegando algunos a constituir auténticos santuarios, como explicaremos más adelante.

La prueba fundamental que sustenta nuestra conclusión viene de la mano de los estudios arqueoastronómicos que estamos realizando. Todos estos lugares costeros están vinculados a determinados fenómenos astrales y estelares, especialmente a los lugares por donde sale el sol en los solsticios de verano e invierno. Excepcionalmente se orientan al lugar del horizonte por donde se manifiesta en los equinoccios. También existen emplazamientos alineados con el ocaso del sol sobre la isla en esas fechas singulares. Por otra parte también estamos constatando que existen vínculos entre estas estaciones de cazoletas costeras y otros eventos astrales y estelares. Actualmente nos encontramos estudiándolo en profundidad.

Los vínculos astrales de las religiones de las culturas indígenas canarias se encuentran ampliamente documentandos tanto en las fuentes históricas como en las etnohistóricas. Sólo a modo de ejemplo podemos citar la bula Ad hoc semper de Urbano V de 1369 que dice que “los canarios adoraban al sol y la luna” o la de Valentín Fernández de 1505 “..adoraban unos al sol, otros a la luna y otros a las estrellas”. Igualmente el portugués Gomes de Sintra escribe hacia 1463 que los indígenas de Tenerife y La Palma “adoraban al Sol como Dios”.

Como indicábamos antes, la mayoría de los trabajos de investigación en torno al fenómeno de las cazoletas ‘en tierra’ se han limitado a un planteamiento descriptivo o una calificación genérica como lugares de culto. Encontramos una excepción en el trabajo publicado por dos científicos del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), César Esteban y Montserrat Delgado, en la Revista Tabona (2005) donde realizan un trabajo arqueoastronómicos sobre la estación de cazoletas y canalillos del Barranco de Tapia (Candelaria). Pero será el investigador palmero Miguel Ángel Martín González quien profundizará en estos estudios. En su obra Abora (2006), entre varios ensayos sobre yacimientos de cazoletas ‘de tierra’, incluye el único caso de explicación arqueoastronómicos existente hasta el momento sobre cazoletas ‘de mar’. Se trata de la estación de la Punta de Los Molinos en Los Cancajos (Breña Baja). Situada en el rompiente marino, el historiador la relaciona con el solsticio de verano. Sus trabajos sobre cazoletas ‘de tierra’ continuarán en la Revista Iurene (2009 y 2012).

Una prueba clara de la intencionalidad de los awara de establecer estos vínculos astrales, lo constituye la selección de determinadas puntas y salientes marinos y aún más importante, la elección de unos lugares concretos dentro de esos espacios costeros. Es decir, las cazoletas se ubican en determinadas zonas de esos salientes, dejando otras, con condiciones incluso más favorables para tallar, completamente vacías.

Ofrecemos aquí un avance de nuestra explicación sobre el criterio seguido para escoger estos lugares. Los espacios más especiales para esta conexión religiosa entre la realidad humana -la isla-, y la realidad divina -el cielo-, eran los eventos geográficos que literalmente apuntan, casi a modo de flecha, al lugar donde nace el sol en las fechas sagradas de los indígenas (solsticios y equinoccios). Un lugar que responde a este patrón es la Punta de la Bicuda (Breña Baja), donde encontramos en torno a 100 cazoletas de diferentes tamaños en una estrecha punta que se orienta, perfectamente, al lugar del horizonte por donde nace el sol en el solsticio de verano. Pero el   lugar más paradigmático en este sentido es la Punta del Ganado (Mazo). Este alargado saliente rocoso arranca en dirección este y a unos 60 metros del final gira levemente hacia el norte, apuntando justamente al lugar por donde despunta el sol del 21 de junio, el solsticio de verano.

El día que vivimos este fenómeno, un amanecer limpio y tranquilo, sentimos una honda emoción. Estábamos siendo testigos, tras muchos siglos de silencio, de un momento mágico y sagrado para nuestros ancestros. La celebración del solsticio de verano por parte de los pueblos indígenas canarios está claramente documentada en las fuentes etnohistóricas.

Otro patrón importante para ubicar los centros de cazoletas en los salientes costeros, es la elección de los laterales que dan al mar cuando éstos dibujan una línea hacia los citados eventos astrales. En estos casos las cazoletas se disponen longitudinalmente paralelas al borde marino. Un ejemplo de esta disposición lo encontramos en la Punta de la Vía (Breña Baja). En su lado sur encontramos una línea de cazoletas de diversos tamaños que se despliega a lo largo de casi 50 metros hasta el frente marino apuntado al lugar del orto solar (en la parte oeste de Tenerife) del día del solsticio de invierno. Este mismo patrón y orientación lo encontramos en el lado sur de la Punta del Fraile (Breña Baja).

Descubrimos otro lugar que responde a este mismo planteamiento y que sólo podemos calificar como espectacular; se trata de la Punta de Las Lajas (Mazo). En su lateral sur nos encontramos con un terreno muy accidentado, lleno de irregularidades y continuos desniveles. A pesar de esta falta de espacios planos y diáfanos, los awara se las ingeniaron para tallar varias decenas de cazoletas a lo largo de 40 metros, primando la orientación de este lateral hacia el lugar donde despunta el sol en los dos equinoccios, frente a cualquier pauta de comodidad. Esta orientación equinoccial es muy interesante, tanto por su significado como por su escasez en otras estaciones de grabados o cazoletas en la isla de La Palma.

Un tercer patrón de ubicación de estos espacios sagrados, son algunos pequeños salientes o elementos geológicos, como pequeñas vaguadas, que se orientan hacia el evento astral al que se vinculan. En este sentido encontramos en la parte norte de la Punta de Los Guinchos una laja muy cerca del mar que se encuentra toda tachonada de pequeñas cazoletas, una auténtica obra de arte. Unos dos metros más arriba, sobre el risco, encontramos un grupo de cazoletas de mayor tamaño. Pues bien, el conjunto de ambas formaciones se orientan hacia el lugar de Cumbre Nueva por donde se produce el ocaso solar el 21 de diciembre en el solsticio de invierno. En el lado norte de la Punta Silvestre (Mazo) encontramos una pequeña vaguada que se asoma al mar entre altos paredones; un conjunto de cazoletas se derrama hacia el punto del horizonte donde asoma el sol en el solsticio de verano.

Por lo que vamos contando podría parecer que el interés los awara fuera marcar los eventos astronómicos o tener una especie de calendarios para determinar el tiempo. No compartimos del todo esta opinión. Como apuntábamos antes, estos espacios son, principalmente, lugares sacralizados, cuya función primordial es de carácter ritual y por tanto religioso, aunque en estos rituales los tiempos sagrados son determinantes. En este sentido detectamos que algunos de estos espacios reúnen condiciones especiales que van más allá de puntos sacralizados, para convertirse en auténticos santuarios. Las características de estos lugares especiales son: la presencia de un gran número de cazoletas y lo que es más importante, éstas presentan diversas orientaciones astrales. Además, disponen de un espacio diáfano y de un acceso relativamente cómodo. Finalmente, están vinculados a charcones o a ensenadas abrigadas del oleaje. En este grupo podemos incluir Punta Salinas en Puntallana, Los Guinchos en Breña Alta, Punta del Ganado, Morro de los Palacios , Morro de los Cenizos, Punta de La Laja y Punta del Moro en Mazo y, por último, Punta de Las Cabras en Fuencaliente. Un ejemplo de las citadas orientaciones múltiples la podemos encontrar en la Punta del Ganado cuya orientación principal, con cientos de cazoletas, ya apuntábamos antes que se vinculaba al solsticio de verano, pero igualmente presenta otro conjunto más modesto, en intersección con un punto de la línea anterior, que se dirige al lugar por donde sale el sol en el solsticio de invierno.

Las condiciones explicadas anteriormente nos vienen a indicar que, posiblemente, se desarrollaban en estos santuarios, rituales comunitarios, donde sería necesario el espacio para un gran número de participantes y una cierta facilidad de acceso, incluso para personas ancianas. Igualmente, la accesibilidad para introducirse en el mar respalda la idea de la existencia de baños rituales de ganado y posiblemente de personas. En este sentido las fuentes etnohistóricas nos hablan de la presencia de ganado sagrado, seleccionado para determinados rituales. Asimismo, existen pruebas etnográficas para la isla de Tenerife sobre la tradición del baño ritual de cabras en las celebraciones del solsticio de verano.

Otro argumento que apoya nuestra hipótesis proviene de la toponimia. Desde el primer momento nos llamó la atención un topónimo: la Punta del Ganado, un nombre totalmente extraño con respecto a los extendidos topónimos marinos que se repiten en las costas canarias. Pensamos entonces en su posible origen prehispánico y su vinculación con determinados usos rituales del ganado. Al profundizar en la bibliografía sobre los awara que ocupaban estos lugares, nos encontramos con que el investigador F. Jorge Pais Pais en 1998, planteaba la misma hipótesis a partir del nombre de este saliente marino. Pues bien, consideramos que estamos en disposición de confirmar esta conjetura a partir de los resultados de los trabajos arqueastronómicos que estamos presentando, en este caso, apoyados por la toponimia. Este mismo planteamiento nos lo hicimos con otros topónimos como el Caletón de Las Cabras (junto al Morro de Los Cenizos en Mazo) y la Punta de Las Cabras (Fuencaliente), ambos centros religiosos awara vinculados también a zonas abrigadas de baño.

Terminamos este artículo recordando lo que apuntábamos al principio: sólo se trata del resumen de unas primeras conclusiones. Nuestro trabajo de investigación está en marcha e iremos publicando nuevas aportaciones. Quedan muchos misterios por desvelar. Este trabajo no sería posible sin la colaboración del equipo formado por Valentina Ruiz García, Ana Belén García Sánchez y el que suscribe. Confiamos en que estos descubrimientos sirvan para seguir aumentando no sólo el conocimiento sino la admiración por un pueblo sofisticado, culto y espiritual como fue el de los awara.

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