26 años de cárcel por incendiar un bar con su mujer y su hija dentro

Bar La Sirena, donde ocurrieron los hechos. (GOOGLE MAPS)

Belén Molina

Santa Cruz de Tenerife —

Veintiséis años de prisión, menos un día, es la condena que la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife ha impuesto a un vecino de Tacoronte por el intento de asesinato de su mujer y su hija, tras incendiar un bar con ambas dentro. Además, no podrá comunicarse bajo ninguna forma con las víctimas durante los diez años siguientes al cumplimiento de la pena en la cárcel.

Nicomedes Cruz Portugués ha sido sentenciado por un doble asesinato en grado de tentativa y un delito continuado de violencia de género, aunque se le absuelve del delito de daños mediante incendio, del que le acusaban la Fiscalía y la acusación particular, por no corresponderse con el tipo penal solicitado por ambas acusaciones.

En la sentencia, se da por probado que Nicomedes estuvo cinco años casado con Avelina, quien inició en enero de 2014 un negocio en un bar llamado La Sirena, en Tacoronte, lo que molestó al condenado, a quien a su vez no le gustaba la amistad que su mujer mantenía con una empleada del bar llamada Yolanda, que fue madrina en la boda de ambos.

Pocos días después de la apertura del local, Nicomedes cambió la cerradura de su vivienda, por lo que Avelina se trasladó a vivir a otro lugar y cesó la convivencia conyugal. El 8 de enero, el condenado se presentó en el bar y amenazó a la víctima con cortarle “el cogote”, por lo que fue sentenciado en abril de ese año por un delito de amenazas en el ámbito de la violencia de género.

El 25 de enero, se presentó de nuevo en el bar para recriminar a Avelina por no responder a sus llamadas y llegó a golpearla varias veces, lo que motivó otra denuncia ante la policía. Fue condenado en sentencia de conformidad el 24 de junio de 2014.

Diez cócteles molotov

Esta situación de permanente miedo que vivía la mujer se incrementó cuando el 10 de abril vio a Nicomedes por los alrededores del bar con un machete en la mano.

Finalmente, a primeras horas de la mañana del 11 de abril, Nicomedes compró un bidón con 10 litros de gasolina. En su casa rellenó diez botellas con las que intentó hacer otros tantos cócteles molotov con corchos atravesados por hilos y servilletas. Fue al bar hacia las 11 de la mañana y comprobó que su mujer, acompañada de otra persona (que confundió con la amiga de la que también quería vengarse), estaba dentro de la cocina y arrojó una de las botellas, que causó una explosión e incendió el local

La víctima no estaba en la cocina con su amiga Yolanda, sino con su hija Julia. De la cocina solo se podía salir por una puerta y por un hueco para sacar los platos al comedor. Julia pudo escapar por ese hueco, pero cuando Avelina quiso huir por la puerta fue alcanzada por una segunda botellas que la impactó de lleno y prendió su cuerpo. Julia pudo apagar las llamas con un mantel y subir con su madre a la azotea del edificio, donde fueron asistidas por los vecinos y luego, por los servicios sanitarios.

Nicomedes fue recriminado en la calle por un viandante que vio lo ocurrido y alertó a la Guardia Civil, que detuvo al maltratador en su domicilio, donde encontraron otras cinco botellas preparadas como explosivos.

Julia sufrió quemaduras de segundo grado en una mano y en el interior del muslo izquierdo, pero Avelina resultó peor parada, con quemaduras graves en la mayor parte de su cuerpo, por las que tuvo que ser intervenida en varias ocasiones y trasladada a la Unidad de Grandes Quemados del Hospital de Getafe. Le han quedado secuelas de por vida, aparte de que estuvo a punto de morir.

El reo reconoció los hechos, pero alegó que padecía un trastorno psíquico del que no aportó diagnóstico alguno, mientras que los peritos psiquiatras afirmaron que estaba en perfectas condiciones mentales para discernir las consecuencias de sus actos.

El tribunal de la sección quinta de la Audiencia Provincial ha considerado que se trata de dos delitos de asesinato, en grado de tentativa, ya que el agresor actuó con alevosía al preparar un plan para acabar con la vida de su mujer, y ha añadido la agravante de parentesco, por lo que le condena a 15 años menos un día de cárcel por el atentado a Avelina, y a otros ocho años de prisión por el atentado contra su hija Julia.

Asimismo le condena a otros tres años de privación de libertad por un delito de maltrato continuado, dentro de la violencia de género, por los cuatro episodios previos al incendio y que concluyeron en sentencias firmes.

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