Podemos Andalucía se revuelve contra Iglesias en mitad de la consulta sobre su dimisión

El choque entre Monedero y José María González “Kichi” ha reavivado una crisis interna en Podemos que la dirección del partido creía tener controlada con la consulta popular en torno al polémico chalé de Pablo Iglesias e Irene Montero. El secretario general y la portavoz parlamentaria han dejado que los inscritos de Podemos decidan, vía referéndum, si la compra de su chalé en la sierra de Madrid por más de 600.000 euros les inhabilita para seguir al frente de un partido que nació de la indignación ciudadana tras la crisis, y que irrumpió en la vida pública cuestionando ferozmente la moralidad de toda la clase política.

La convocatoria urgente de ese referéndum era la vía para encauzar el debate interno, una vez que Iglesias había constatado el “profundo malestar general” que había causado entre los suyos la compra del chalé. También era la manera más rápida de protegerse frente a ataques externos, las críticas que les llueven desde “la extrema derecha política y mediática” y que, dicen, ha convertido este asunto en portada de periódicos y telediarios.

Pero la carta abierta que el alcalde de Cádiz, José María González Kichi, dirigió este martes al fundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, a través del Diario de Cádiz ha dinamitado esa estrategia, al sacar a relucir las “incoherencias” del líder nacional en mitad del proceso de consulta a las bases sobre su dimisión. Kichi explicita por primera vez en esa carta que el asunto de la vivienda personal de Iglesias y Montero atenta directamente contra la identidad de Podemos. “No nos perdonarán equivocarnos de bando”, dice.

La misiva se ha publicado en portada de todos los medios nacionales y ha pillado a Iglesias en mitad de una entrevista con Pepa Bueno en la Cadena Ser. “Yo defendí a Kichi cuando condecoró a una virgen de madera”, ha respondido el líder morado. Y así, entre las ocho y las diez de la mañana, se ha roto el pacto de no agresión al que se habían conjurado los miembros de Podemos Andalucía, conscientes de que su riña interna será “instrumentalizada por la derecha política y mediática”.

Las críticas de Iglesias y Monedero a la gestión del alcalde de Cádiz, a menos de un año para las municipales, han abierto otro frente distinto al asunto del chalé: “La diferencia entre la inmadurez de quien está en la oposición y la responsabilidad del que gobierna una institución para todos, incluso para el que no le ha votado”, dice un diputado de Podemos Andalucía. En las palabras del líder morado -y del profesor Monedero- también vislumbran “un sesgo clasista”. Seis miembros del equipo de Rodríguez coinciden en el mismo adjetivo. “De alguien que no ha hecho esfuerzos por entender qué es Andalucía, qué significa el paro en la bahía de Cádiz y cuántos costaleros y cofrades andaluces forman parte de los círculos de Podemos”, advierte otro parlamentario.

El silencio de Rodríguez

La líder de Podemos Andalucía, Teresa Rodríguez, ha guardado un significativo mutismo en público desde que saltó la polémica. No hizo declaración alguna hasta el pasado lunes, cuando lanzó un tuit mostrando su “solidaridad con Pablo Iglesias e Irene Montero”, ante los “ataques a personas de Podemos”. Rodríguez ha rehuido conscientemente el choque frontal con Iglesias, a sabiendas de que sus rivales políticos lo usarán para debilitar la marca Podemos. Este miércoles, durante la sesión plenaria, ha esquivado a la prensa en los pasillos.

Pero el disgusto en su entorno por el asunto del chalé es tan grande que no ha habido manera de “disimular el malestar”, de señalar “la incoherencia” del líder y de airear “la traición del discurso que nos ha hecho fuertes para las clases populares”, subrayan fuentes del partido. “Hay cosas que son indefendibles”, advierten desde el entorno de Rodríguez, tras recordar que la gaditana ha combatido personalmente “los sobresueldos de los políticos” en el Parlamento andaluz, tildándolos de “privilegios” y reclamando una bajada generalizada por ley (a través de la supresión de las dietas). “¡Déjenme cobrar menos!”, llegó a gritar la diputada gaditana en el hemiciclo en la presentación de su propuesta Privilegios cero, que fue tildada de “populista y demagoga” por diputados del resto de partidos políticos, incluido IU.

Quien asistiera a aquel debate en el que Susana Díaz afeó a Teresa Rodríguez “esa superioridad moral que se arroga para repartir y retirar carnés de buen izquierdista”, entenderá la enorme distancia que hay ahora entre el pensamiento de la gaditana y el proceder de Pablo Iglesias a cuenta de su chalé.

Ni siquiera las profundas discrepancias sobre la falta de autonomía política, orgánica y financiera de Podemos Andalucía, demandada sin éxito a la dirección central desde hace un año, han abierto una fractura tan grande como ésta. “Esto es una crisis de identidad que nos deja en pelotas”, dice gráficamente un diputado morado. “Teresa practica religiosamente una forma de vida humilde, cree que los políticos disfrutan de privilegios que la gente normal no tiene, es una profunda convicción personal, pero es respetuosa con las aspiraciones económicas de los demás”, comenta otro parlamentario.

Podemos Andalucía es un grupo heterogéneo, donde se mezclan muchas sensibilidades y convicciones personales y políticas. No siempre lo que defienden sus portavoces más conocidos, Teresa Rodríguez o José María González Kichi, es compartido por todo el equipo que hay detrás. Sin embargo, en la polémica del chalé de Iglesias, todos coinciden en criticar al líder de Podemos por “predicar una cosa y hacer la contraria”. Incluso los diputados andaluces más críticos con Anticapitalistas, aquellos que no comparten “el afán de Rodríguez por bajar salarios a los políticos en vez de subir los de todos”, los que defienden “el derecho de Iglesias a comprarse lo que le dé la gana y hacer con su vida privada lo que quiera”, están molestos con la polémica. “El problema no es la casa, es que se ha dedicado a señalar a los demás cómo debían vivir y qué no podían hacer, para finalmente hacer él lo mismo”, dice una parlamentaria.

En general hay una sensación incómoda en las filas de Podemos Andalucía, todos están molestos por tener que responder a “las incoherencias de Iglesias”. “Confrontar un chalé de 400 metros cuadrados y 600.000 euros con un piso de 40 metros no es mi idea de la política”, dice un diputado, que critica cómo se ha gestionado este debate público “desde la superioridad moral, del yo pienso y actúo mejor que el de al lado”. “Es el problema endémico que fragmenta a la izquierda”, concluye. “Pensé que la noticia era de El Mundo Today”, dice otra diputada. “Me quedé como el emoticono de la boca abierta, no pienso votar en esta consulta absurda”, dice otro. “Lo gordo es la huida hacia adelante: el usar los mecanismos de participación del partido para legitimar la vida privada de un dirigente, preguntarle a inscritos que cobran 600 euros al mes si está bien que el líder de Podemos viva en un chalé con piscina y haya obtenido una hipoteca de 450.000 euros”, argumenta otro.

El frente andaluz

Todas las voces críticas, para dentro o para fuera, han pedido anonimato en este delicado asunto. El primer dirigente andaluz que ha puesto nombre y apellido a este enfado es el alcalde de Cádiz, José María González Kichi (pareja de Rodríguez), que se reinvindicó como un “currante” del pueblo frente a la compra del chalé de Iglesias y Montero. “No quiero dejar de vivir en mi piso de currante” de 40 metros cuadrados en el popular barrio de La Viña, dijo. Fue una crítica indirecta que se enmarcó en el espacio de Izquierda Anticapitalista, una corriente minoritaria en Podemos nacional -acaso la más contestataria con la dirección central- de la que Kichi, Rodríguez y el eurodiputado Miguel Urban son las caras más visibles.

Las palabras de Kichi fueron contestadas el lunes por el fundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, con una dureza que “sorprendió” incluso a la dirección del partido en Andalucía, que había dado orden de “ser críticos, pero mantener un perfil bajo”. “No son revolucionarios, son revoltosos y se equivocan a la hora de hacer análisis”, dijo Monedero sobre Anticapitalistas, a quienes afeó su “apoyo a la independencia de Cataluña”. Y acto seguido cargó contra las “incoherencias” del regidor de Cádiz por apoyar la venta de las fragatas “a la dictadura de Arabia Saudí” (las corbetas que fabricará Navantia en San Fernando) o por “condecorar a una virgen”, en alusión a la Medalla de Oro que el alcalde otorgó a la Virgen del Rosario de Cádiz.

Estas palabras de Monedero rompieron el pacto de no agresión interna al que se había conjurado el equipo de Teresa Rodríguez desde que surgió el asunto del chalé. Para defender a Iglesias, el fundador de Podemos ha hecho suyos argumentos que el PSOE y el PP en Andalucía han esgrimido en contra de Kichi en el Ayuntamiento de Cádiz y en contra de Rodríguez en el Parlamento andaluz. En ambos espacios han aireado las “incoherencias” de los dirigentes de Podemos, sobre todo por parte del PSOE de Susana Díaz, que tan a menudo ha sido objeto de las críticas furibundas de la formación morada. Por esto y por el tono de la crítica de Monedero, el regidor gaditano quiso responderle a través de una carta abierta en los medios de comunicación que se ha convertido en un misil a la estrategia de contención de crisis de Podemos.

Y en mitad de la consulta a la militancia sobre la dimisión de Pablo Iglesias a cuenta del chalé. “La gente está dispuesta a perdonarnos que nos equivoquemos en casi todo, que nos pasemos de rojos, que nos quedemos cortos... pero difícilmente nos van a perdonar que nos equivoquemos de bando”, escribe Kichi en una carta muy aplaudida por los círculos de Podemos Andalucía, pero también por dirigentes y ex dirigentes del PSOE, por la parte en la que el regidor de Cádiz defiende “la institución por encima del partido”, que le llevó a aplaudir la carga de trabajo para los astilleros gaditanos en las fragatas para Arabia Saudí, o la petición ciudadana para condecorar a la Virgen del Rosario. Kichi, que ahora firma con su apodo, le explica a Monedero lo difícil que es ser alcalde de Cádiz y ver sufrir a sus conciudadanos; “morir en la calle o cruzar el puente” para buscar trabajo fuera de su ciudad, le afecta. “Y es esa presión de los de abajo la que me obliga a no poder rechazar carga de trabajo para los astilleros”, sentencia.