¡Aythami selección!
Son unos cabrones. Así, con todas las letras que más joden. Esta era una semana para relajarse y disfrutar. Para vivir única y exclusivamente pensando en este sábado a las cinco y media de la tarde. Para planear cómo llegar al Estadio de Gran Canaria a tiempo y que no me coja el toro del atasco. Para escuchar todas y cada una de las tertulias radiofónicas, leer todos y cada uno de los artículos, reportajes, opiniones que han corrido como ríos de tinta esta semana.
Pero me han jodido. Esos cabrones. Porque la semana del derbi que está a punto de llegar a su momento culminante me la han partido por los cuatro costados. Esos, sí esos con los que he desayunado, almorzado, cenado y hasta dormido, esos que figuran vomitando mierda y asco cada vez que descuelgan un teléfono, en el sumario del caso Góndola que investiga la corrupción en el ayuntamiento de Mogán.
En fin. No se los perdono, señores. Que cada palo aguante su vela. Y mira que han hecho tremendas cochinadas que en su día un juez debe determinar si ha sido soborno, tráfico de influencias o no sé qué más gaitas penales. Pero, en vez de escuchar a Adrián Colunga o Nino, a David García o Cristo Marrero, a Juan Manuel y Oltra, me he tragado esta semana, que debería quedar clavada en el calendario como inhábil para todo lo que no sea amarillo y blanquiazul, más de tres mil folios de gente indecente que no merece cobrar de los impuestos de todos los canarios y encima tener poder para joder la vida a la gente que les paga sus sueldazos.
Y si encima, me joden el derbi, todos sus prolegómenos y aperitivos en esta semana grande del fútbol canario, pues, qué quieren que les diga, desde Fran El Guapo a Adán Martín: no se los perdonaré en la vida, señores.
Como verán, a escasas horas de que el derbi comience a vivirse en su escenario más grande, no salgo de las cuatro coordenadas de Mogán. Ya me olvidaré de todo por 90 minutos cuando entre en el estadio. Pero ahora, lo único que me sale del alma, es un “¡Aythami selección!”. Que para eso el pibe es de Arguineguín. Qué cabrones...