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Eva Montesdeoca: el triunfo del esfuerzo (2002-2006)

Las jugadoras interiores de la selección ‘pelean’ por un balón durante la concentración previa al Mundial de Brasil. A la izquierda de la imagen están Montesdeoca, Ferragut y Pina, que pugnan con Montañana, Seguí y Pascua.

Canarias Ahora Deportes

Santa Cruz de Tenerife —

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Biografía

BiografíaEva Montesdeoca López (Las Palmas de Gran Canaria, 13-8-1981)

Selección española: 6-8-2002 / 22-9-2006 (Debut / despedida)

Veces internacional: 40 (29-11 victorias / derrotas)

Puntos: 170

Torneos oficiales:

  • Eurobásket Turquía 05 (Bronce)
  • Mundobásket Brasil 06 (8º)

El triunfo del esfuerzo

El triunfo del esfuerzoLa altura llevó a Eva Montesdeoca al baloncesto, pero fueron otros argumentos ajenos a sus 194 centímetros y próximos a la dedicación, la constancia o el esfuerzo los que le permitieron estar durante tres lustros en la élite nacional. Además, fue indiscutible en la selección española a lo largo de dos temporadas y se convirtió en la primera jugadora canaria en militar en un equipo de la WNBA, los Seattle Storm. Lo hizo con trabajo, pero también tras exhibir una cualidad difícil de encontrar en el baloncesto de élite: la inteligencia para conocer las virtudes y los defectos propios... y actuar en consecuencia.

Desde esa capacidad, Montesdeoca desempeñó un papel tan poco brillante como vital en sus equipos. “Si pude jugar tantos años en Primera División y llegar a la selección española es porque sabía cuál era mi rol. Yo estaba para defender, para rebotear y para poner bloqueos. Y si podía anotar cerca del aro, mejor... pero siempre tuve claro cuál era mi función”, dice una pívot que, ya retirada, realiza una extraña confesión: “A mí, realmente, nunca me gustó mucho el baloncesto, ni me gustaba ver baloncesto. A mí lo que me gustaba era entrenar y jugar”. De hecho, siendo niña y a pesar de su imponente altura, no jugaba al baloncesto.

“Yo jugaba al balonmano en el colegio público Santidad, en Arucas, pero tenía una sobrina que se llama Jessica que sí jugaba al baloncesto... y fui a un campamento con ella. Ahí vieron mi altura y le hablaron de mi a Juan Báez, que entrenaba a algunos equipos de cantera en el Sandra Gran Canaria. Juan fue a mi casa a hablar con mis padres... y ahí empezó todo”, comenta Montesdeoca, que se incorporó al Sandra “con 14 años, como infantil de segundo año”. “Empecé un poco tarde”, admite, “pero en mi segundo día en el club ya conocí a Begoña [Santana] y dos semanas más tarde ya estaba disputando un Campeonato de Canarias en Tenerife”.

Quince temporadas en el CB Islas Canarias, club que fundaron Domingo Díaz y Begoña Santana, invitan a un reconocimiento público “a los dos entrenadores que me empezaron a entrenar y que fueron capaces de enseñar a una niña que no sabía hacer nada de nada”. Y a la que dieron continuidad en los conjuntos de formación de un club con el que se hartó de ganar títulos en las categorías de base... y algunos minutos en Primera División. Argumentos para que, un año después de conocer el baloncesto, tras una experiencia internacional en el Torneo BAM, ya participara en la clasificación de España para la fase final del europeo cadete.

Con Cindy Lima, Marta Fernández o la también grancanaria Elena Álamo como compañeras, la jugadora de Arucas sumó 24 minutos por partido en las cinco victorias logradas por España, con promedios de 5,6 puntos y 4,6 rebotes. El verano siguiente, esa generación del 81 sería quinta en la fase final del europeo cadete de Sopron (Hungría) pese a sumar siete victorias y una única derrota, al penalizarle el tropiezo ante la República Checa en cuartos de final. Y Eva supo asumir su papel: promedió más de siete rebotes por partido pese a jugar apenas veinte minutos por noche, presentando la mejor ratio de rebotes/minuto de la competición.

“Marta se encargaba de anotar y yo estaba para defender, rebotear y poner bloqueos”, sentencia Montesdeoca, que tres años después, agosto de 2000 en Eslovaquia, vio cómo se repetía la historia: España sumó siete victorias... y una fatídica derrota ante Turquía en cuartos de final. “Aquello fue un despropósito”, recuerda Eva, “pues el partido se jugaba en una cancha que estaba a dos horas del hotel y fuimos a entrenar por la mañana, pero estuvimos esperando y al final nos dijeron que no estaba disponible. Regresamos al hotel sin entrenar y sin descansar y por la tarde volvimos a jugar; y eso nos rompió”.

Dos años antes, Eva había conocido la gloria continental en el europeo júnior de Bursa (Turquía)... y la diferente repercusión del baloncesto masculino. La selección júnior femenina –con Marta Fernández, Anna Montañana o la también grancanaria Thania Quintero– conquistó la medalla de oro al derrotar en la final a Eslovaquia (78-52), pero su éxito quedó oculto “porque minutos después, la selección júnior de Gasol y Navarro ganaba su oro en Bulgaria”. “El baloncesto femenino no se conocía tanto, aunque, con éxitos como aquel, las cosas cambiaron. Aquella generación luchó por un reconocimiento que hoy se empieza a tener”, agrega.

Por el camino, la pívot ganó protagonismo en un Sandra que ya aparecía por las grandes citas. “Aquel equipo era el lugar ideal para crecer como jugadora, pues se cuidaba mucho la cantera y las canchas del Rodríguez Monroy estaban a tope, con dos equipos por categoría”, apunta. Y aún como júnior, participa en los títulos de Copa de la Reina y Copa Liliana Ronchetti logrados en el histórico curso 98-99. “Fue una época de entrenar mucho, primero con el júnior y luego con las mayores; y también de aprender mucho... y de disfrutar. Y eso que no me gustaba ver baloncesto, sino entrenar y jugar”, repite.

“En esa época, si Domingo me sacaba, aunque fueran unos minutos, era para darlo todo”, agrega Eva, que añadió a su palmarés la Copa de la Reina 99-00 con un Sandra que ganó dos copas seguidas dejando al rival por debajo de los cincuenta puntos. “Defendíamos muy duro”, explica Eva, que mantuvo una progresión que en el verano de 2002 le hizo debutar con la selección absoluta a las órdenes de Vicente Rodríguez. “Fue un sueño hecho realidad y hasta valoro que dos años después me llevaran sólo a entrenar, para ayudar al equipo a preparar las Olimpiadas de Atenas”, apunta.

Precisamente fue el mal papel de España en esos Juegos lo que provocó la marcha de Rodríguez y la contratación como seleccionador de Domingo Díaz, descubridor de Montesdeoca. Para entonces, Eva ya era una jugadora de referencia en el llamado CajaCanarias. Un ejemplo: en el curso 04-05 promedió 8,8 puntos y 8,9 rebotes en 26 minutos en un equipo que alcanzó los playoffs, pero cayó ante el Ros Casares. Además, con un 60% de acierto en el tiro, pero sin lanzar un triple. En definitiva: hacía muy bien lo que sabía hacer y no se aventuraba en territorios desconocidos.

Esos números y sus 194 centímetros despertaron el interés de las Seattle Storm que dirigía la mítica Anne Donovan [dos oros olímpicos como jugadora y uno como seleccionadora] y tenía como estrella a la pívot australiana Lauren Jackson. “En principio fui de invitada a unos amistosos para coger experiencia internacional, pero fui pasando cortes y la entrenadora me dijo que estaba en la lista de disponibles por si se producía alguna lesión. Ella estaba contenta con mi trabajo, pero existía la opción de jugar un Eurobásket y me volví para estar con la selección”, dice Eva, quien admite que “quizás me faltó ambición”, aunque no se arrepiente “ni de ir a probar... ni de volver”.

“La gente me decía que podía jugar en la WNBA, pero yo siempre me vi más como una jugadora que necesitaba entrenar mucho, llegar una hora antes que las demás e irme una hora después”, expone Montesdeoca, quien reconoce que su presencia en la selección “coincidió con mi mejor momento, aunque ya venía de unos años muy buenos. Además, tuve un plus, tanto de estrés como de motivación, porque me decían que estaba ahí por haber sido jugadora de Domingo, lo que hacía que en cada partido saliese a por todas, a demostrar que iba con España por méritos propios, porque me lo había ganado... no porque fuera un regalo”.

Incorporada a la lista definitiva para el Eurobásket de Turquía tras ganar antes el oro con la selección B en los Juegos del Mediterráneo celebrados en Almería, la pívot recalca que su papel en el equipo nacional “era el de defensora, mi especialidad. Y también el rebote y los bloqueos, que era por lo que se me conocía en la liga y fue mi seña de identidad”. “Por suerte tuve un papel destacado y resultó una gran experiencia”, señala. Los números así lo reflejan: 6,8 puntos y 6,9 rebotes en apenas 22 minutos por partido, con un 66% de acierto en el tiro... y sin lanzar un triple o un tiro libre –un lastre que corrigió con el tiempo– en todo el campeonato.

Eva regresó de ese Eurobásket de Turquía con una medalla de bronce “muy especial, aunque yo prefiero quedarme con las cosas buenas de todas las experiencias y no olvido el oro de los Juegos del Mediterráneo”. También puede quedarse con el excelente curso 05-06 que firmó con el CajaCanarias, en el que promedió 8,9 puntos y diez rebotes en treinta minutos por partido en un equipo que cayó en los playoffs ante el Perfumerías Avenida, que ganaría la liga ¡con cinco interiores extranjeras! [Tornikidou, Schumacher, Tomova, Da Silva y McWilliams]. O lo que es lo mismo: nadie discutió su presencia en el Mundobásket de Brasil.

España rozó las medallas, pero fue octava al caer en cuartos de final ante Rusia (56-60) tras un controvertido arbitraje en un partido en el que a Eva le rompieron una ceja y fue interrumpido varias veces por culpa de unas goteras que convirtieron en una piscina el Ibirapuera Arena de Sao Paulo. “Lo de Rusia fue un cúmulo de desgracias. Lo de la ceja fue un accidente: regresaba a defender, una jugadora rusa patinó, tropecé con ella, caí al suelo en la zona y me abrí la ceja. Me tuvieron que llevar al vestuario y allí la médico de la selección me cosió. De hecho, pude volver a jugar, aunque tuve que esperar a que Domingo me dijera que entrara y al final me echaron por cinco personales”, explica.

“Y lo de los árbitros... pues toman las decisiones que toman y no merece la pena mirar atrás”, agrega Montesdeoca, quien considera que la selección actual “es muy completa, con jugadoras que puedan actuar en distintas posiciones. Aquí se ha trabajado bien y en otros países quizás no tanto”. Así, para la pívot grancanaria “es un orgullo que en la selección estén ahora compañeras como Leo [Rodríguez], Leticia [Romero] o Astou [Ndour], a las que vi crecer y con las que pasé muchas horas, tratando de aconsejarlas”. Además, cree que la actual España es “muy ambiciosa, por lo que hay que aprovechar esta gran generación”; y entiende que la celebración de un Mundobásket en Canarias “debe servir para hacer un llamamiento a una juventud a la que creo que no le gusta sacrificarse, para que vea que el trabajo da premio, además de ser una oportunidad para apoyar más al deporte femenino en Canarias, algo en lo que estamos retrasados”.

“Un ejemplo es el Ayuntamiento de Alcobendas, con el que he tenido relación por trabajar con el equipo de la localidad y que es una institución que, si cabe, apoya más al baloncesto femenino que al masculino. En Canarias debemos aprender de estos ejemplos”, sentencia Eva, quien no volvió a la selección una vez que Domingo Díaz dejó el cargo pese a completar buenas actuaciones con el entonces llamado Gran Canaria. Así, en el curso 06-07 firmó 7,1 puntos y 7,5 rebotes en 25 minutos, “pero acabé tocada y, aunque me llamaron para ir a la concentración previa al Eurobásket, me notaba agotada y les dije que no me veía a tope”.

“Igual fui demasiado honesta, pero no quería perjudicar a la selección”, sentencia Montesdeoca, orgullosa de “haberlo dado todo cada vez que fui con España, jugara mejor o peor”. Ya en la recta final de su carrera, la pívot de Arucas militó en el Alcobendas, para ese mismo curso 13-14 incorporarse al Uni Tenerife a las órdenes de Ramón Cubeles, donde se retiró definitivamente. En la actualidad reside en Madrid, tiene un niño y “una niña que va a ser más alta que yo” y no se ha desligado totalmente del básket, “pues de vez en cuando echo una mano en el Alcobendas y hace poco llevaron a la selección de Madrid a una niña entrenada por mí, de lo que me siento muy satisfecha”.

Eva también debe estar satisfecha y orgullosa de una trayectoria deportiva marcada por sus 194 centímetros, a los que añadió mucho trabajo y la inteligencia precisa para, en una cancha de baloncesto, hacer –muy bien, eso sí– lo que sabía hacer, sin aventurarse en territorios desconocidos.

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