La confusión entre valentía y temeridad

“Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”. Rescato esta cita de José Ortega y Gasset tras leer y releer la entrevista que Óscar Hernández, consejero de Deportes del Cabildo de Gran Canaria, concedió este domingo a Canarias7. Analizadas bien sus declaraciones, en especial las referentes al CB Gran Canaria y a su modelo de gestión, la indescreción del gestor insular alcanza una altitud considerable. Por imprudente, por temerario, por desconocimiento, por excesivo y por parlero.

El resbalón del consejero de Deportes del Cabildo es de tal tamaño que hasta sus planteamientos más acertados se pierden entre tantos desatinos y contradicciones. Entra dentro de lo lógico, y más desde su responsabilidad para gestionar el erario público, que apueste por una política en la que las administraciones públicas no cuadren las cuentas y presupuestos, cada temporada, de una Sociedad Anónima Deportiva como el Granca.

No es de recibo, como sucederá este curso, que la corporación insular tenga que rescatar al consejo de administración de la entidad claretiana, con la aportación de 2,4 millones de euros (400 millones de pesetas), para que pueda afrontar todos los compromisos de pagos adquiridos para la presente campaña. Y no hace falta acudir a un dato tan concreto y actual para revelar que la gestión de la directiva que preside Lisandro Hernández es, y ha sido, sustancialmente mejorable.

El CB Gran Canaria, en buena parte por la incapacidad e ineficacia de sus gestores, ha perdido durante el último lustro una oportunidad espléndida, tanto a nivel económico como deportivo, para convertirse en un club autosuficiente y desengancharse de la dependencia, casi exclusiva, de Papá Cabildo. Esta directiva, con sus aciertos, ha logrado que el Granca viva un momento notable sobre el parqué, pero no ha sido capaz de levantar una entidad adaptada, a todos los niveles, a las exigencias del Siglo XXI.

Pero el CB Gran Canaria, por encima de su consejo de administración, de esta directiva con luces y sombras, tiene un dueño: el Cabildo de Gran Canaria. Y durante el último año, desde las elecciones locales de mayo de 2007, el máximo responsable de la corporación insular en materia deportiva ha sido el propio Óscar Hernández, que ha gozado de más de 300 días para comenzar a revertir una situación que él mismo considera “un grave problema” (sic) para el organismo grancanario.

Incapacidad para encontrar soluciones

Durante el último año, desde su toma de posesión en el cargo, ni Óscar Hernández ni su grupo de trabajo han encontrado una solución para ese “grave problema”. Ni ha relevado a ninguno de los consejeros del CB Gran Canaria (todos se encuentran de manera interina en sus cargos, tras poner a disposición del Cabildo sus puestos después de la celebración de los últimos comicios) ni ha incorporado a ningún gestor en la directiva para impulsar la administración de la entidad.

Pero el patinazo del consejero no reside únicamente en su incapacidad de autocrítica. No, su confusión aumenta al tildar de “perversa” a la organización, al asegurar que “los jugadores se ponen el sueldo que ellos consideran”, tras afirmar que “no sucedió nada en Tenerife tras el descenso del Unelco”, después de apuntar que la solución debe ser la reducción del presupuesto pese al riesgo de descenso y al no sonrojarse tras proclamar que “el ejemplo a seguir” debe ser la Unión Deportiva Las Palmas.

Yerra el tiro en todos los aspectos. Por partes: debe ser contraproducente, al más puro estilo de un espantatiburones, intentar vender un club de baloncesto que uno mismo califica como “organización perversa”. Pagaría por ver, si se dieran las negociaciones, a Óscar Hernández en plena acción ante un posible grupo interesado en comprar una entidad, por lo que parece, experta en sacar los cuartos del bolsillo ajeno. Mal asunto, creo, si se desprestigia el producto propio.

Tras analizar la plantilla del Kalise Gran Canaria, por condiciones, caché y mercado, me gustaría saber qué jugador, según el consejero de Deportes del Cabildo (desconozco si es un experto del mercado ACB) ha recibido en los últimos años una nómina, bajo la relación cotización-rendimiento, sobrevalorada a niveles disparatados.

Hablar del descenso del Unelco y del baloncesto en Tenerife sin resaltar, por ningún lado, la frustración que existe en esa isla por sus continuos fracasos, durante casi las dos últimas décadas, por asentar un equipo en la ACB es hacerlo desde la más absoluta ignorancia sobre este juego en Canarias. Desde que el Tenerife Número Uno y el CB Canarias perdieron la categoría a principios de los 90, se ha invertido mucho dinero, sin éxito (al contrario que en Gran Canaria), para regresar a la élite del baloncesto español.

No mide bien Óscar Hernández al hablar de descenso a la Liga LEB como una consecuencia final sin más relevancia. La pérdida de categoría siempre será un riesgo real para cualquier equipo modesto que inicie el curso en la ACB, pero bajo el modelo actual del Granca (siempre en el alambre), ligado a su apuesta por la reducción del presupuesto como única vía de escape, un descenso conllevaría, de manera casi segura, a la desaparición del club.

Y si las compareciones son odiosas, poner como ejemplo seguir a la UD Las Palmas es de lo más injusto. De entrada, el club de Pío XII es un referente que trasciende más allá del deporte. Además, debe manejar datos de lo más rigurosos al afirmar que en el club amarillo “el gasto se ajusta a los ingresos”. Pero su afirmación adquiere mayor gravedad cuando ningún otro club de la isla, no sólo el CB Gran Canaria, no dispone de una instalación tan ventajosa como el Estadio de Gran Canaria a coste cero ni un acuerdo de patrocinio de 20 años de duración. Por mucho que diga, ya no parten en las mismas condiciones.

Nuevo pabellón

Al respecto de instalaciones, Óscar Hernández indicó en la entrevista que el nuevo pabellón (proyectado para ser construido en Siete Palmas) podría ser sede del Mundial de baloncesto de 2014 si la FIBA elige a España como país organizador del torneo. Pero tras una aspiración plausible, habría que preguntarle al consejero de Deportes qué sería de ese recinto (de máxima necesidad para la isla) si no acogiera como local a ningún equipo de élite.

Es más, aprovechando su interés por apostar por el deporte base, le cuestionaría cuáles serían los referentes directos, con los que disfrutarían de verdad y ante los que se verían reflejados, de los niños grancanarios si la isla pierde, por ejemplo, a instituciones como el CB Gran Canaria, el CV Calvo Sotelo, el Cantur, el CB Islas Canarias o el Gáldar de fútbol sala.

Sería un lujo perder a tantos clubes históricos. Y la solución no pasa, como único punto de partida, por cerrar el grifo. No, el señor Óscar Hernández ha sido elegido por la gente para aportar soluciones sin que nadie tenga que perder nada. Ningún grancanario debería estar en una lista de espera para poder nadar en un piscina pública un par de horas a la semana por culpa de los gastos de una Sociedad Anónima Deportiva, ni ningún aficionado del Granca, del Cantur o del Colegios Arenas debería perder el privilegio de ver a sus equipos en lo más alto por la incapacidad de un buen puñado de gestores (públicos o privados).

Así que para finalizar, le vuelvo a recordar al consejero de Deportes la cita de Ortega y Gasset: “Sólo cabe progresar cuando se piensa en grande, sólo es posible avanzar cuando se mira lejos”.

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