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Leire Olabarría, bronce en el último suspiro

En el último suspiro la española Leire Olabarría se colgó la medalla de bronce de la prueba de persecución femenina de los Juegos de Pekín, al adjudicarse tres puntos que le valieron para superar a la colombiana María Luis Calle y subir al tercer escalón del podio, su principal éxito deportivo.

Ambas ciclistas acabaron empatadas a puntos, pero Olabarría había puntuado en más sprint, por lo que se quedó con el bronce.

La ciclista vasca logró el premio por detrás de la holandesa Marianne Vos, gran dominadora de la prueba, la única que ganó una vuelta extra, y de la cubana Yoanka González, que logró así la primera medalla del ciclismo en pista de su país.

Es la tercera medalla del ciclismo español en los Juegos de Pekín, tras los oros de fondo en carretera de Samuel Sánchez y de puntuación masculina en pista de Joan Llaneras, lo que convierte a la bicicleta en uno de los principales graneros de preseas.

En la historia olímpica, el ciclismo ha aportado trece medallas, un número sólo superado por la vela.

Olabarría pescó en una carrera tranquila en la que las favoritas se anularon entre si y acabaron fuera de un podium en el que el nombre más previsible a priori era el de la cubana González.

Ni el palmarés de Vos, ni el de Olabarría servían para augurar sus posiciones, pero la puntuación demostró una vez más que es una prueba difícil de vaticinar.

La rusa Olga Slyusareva, ganadora del oro en Atenas, del bronce en Sydney y de varios mundiales fue séptima y la británica Rebecca Romero, hija de un español, sólo pudo ser undécima.

La carrera fue de guante blanco. Las competidoras se vigilaron y apenas hubo ataques, todo tranquilo a la espera de los sprints puntuados donde González y Calle fueron las más atentas. Pero Vos fue la única que ganó una vuelta, sinónimo de 20 puntos de bonificación, un botín que en una prueba tan calmada era un trampolín directo al podium. Sumó diez más.

González fue más constante. Ganó tres sprint, entre ellos el último, y puntuó en otros dos para acabar con 18 puntos y una plata que inaugura el medallero cubano en el velódromo y que supone su mayor éxito en una disciplina en la que es campeona panamericana en Río de Janeiro en 2007.

A sus 32 años, la cubana logró el objetivo que se había propuesto en los Juegos, que no incluyen la categoría de scratch de la que fue campeona del mundo en 2003.

Olabarría participaba por primera vez en unos Juegos y sabía que sería complicado lograr medalla. Estaban caras. Se decidió por ir sumando puntos poco a poco, estar en la pomada desde el primer momento.

Fue segunda en el primer sprint, asomaba por la cabeza para vigilar todos los ataques. En el segundo sprint fue tercera y cuarta en el cuarto. Se mantenía entre las mejores, de segunda a cuarta de una general provisional en la que destacaban Vos y González.

Para ellas parecían reservadas las dos primeras medallas, pero la de bronce no tenía dueño. Olabarría postulaba a ella, pero Calle, más veterana y astuta, tampoco quería dejarla escapar en sus posibles últimos Juegos.

La sudamericana ganó el tercer sprint y el sexto, estaba arriba del podium. Sólo Olabarría y la ucraniana Lesya Kakotovska podían disputárselo. Llegó el último sprint, el que parecía decisivo.

González lo lanzó para asegurarse su plata. Olabarría salió a su rueda, apretó los dientes, se marchó directa a la meta, sin mirar a los lados. Allí estaba la gloria en forma de bronce olímpico.

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