Liu Xiang voló sobre el 'Nido'
Cuando Jack Nicholson huye del manicomio en la película Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), de Milos Forman, sus compañeros y los espectadores celebraron la escapada. También el atleta chino Liu Xiang “voló” este lunes del Nido de Pájaro (nombre del estadio olímpico).
Pero, a diferencia de la película de Nicholson, el vuelo del campeón olímpico de 110 vallas en Atenas Liu Xiang silenció todo un país de 1.300 millones de habitantes.
Este gigantesco país se paralizó este lunes dos veces: a las 11.50 hora local (3.50 GMT) para ver correr a su icono olímpico más venerado, junto con el baloncestista Yao Ming, y poco después cuando abandonó el estadio sin competir quejándose ostensiblemente de dolor en su pie derecho.
La historia de los Juegos está llena de momentos de euforia previa a la competición de los ídolos nacionales y de tremendas decepciones cuando el icono fracasa.
En Atenas 2004, Grecia vivió conmocionada la escapada de los atletas Kostas Kenteris, campeón olímpico de 200 metros, y Ekaterini Thanou, plata en 100 metros en Sydney, dos ídolos nacionales que los helenos daban como medallas seguras.
Kenteris, el más popular atleta de Grecia y, al parecer, el deportista que iba a encender el pebetero, y Thanou habían eludido, 24 horas antes de la inauguración de los Juegos, un control antidopaje que, por sorpresa, pretendía hacerles el Comité Olímpico Internacional (COI).
Se alegó luego que habían tenido un accidente de moto. La policía no encontró pruebas. Kenteris y Thanou fueron expulsados de los Juegos. La tragedia griega se había consumado.
Antes de los Juegos de Atlanta 1996, Edson Arantes do Nascimento, Pelé proclamó que Brasil ganaría el torneo olímpico porque tenía “el mejor equipo de la historia”.
El pronóstico de Pelé parecía una apuesta firme: en las filas de la “verdeamarilla” estaban Roberto Carlos, Juninho, Savio, Flavio Conceicao, Bebeto, Dida, Aldair y Ronaldo.
No contaban con la pujante Nigeria y sus futuras estrellas “europeas”: Taribo West, Okocha, Ikpeba, Kanu, Babayaro. Brasil cayó en semifinales (4-3) ante los africanos y siguió viva la maldición que persigue al equipo “canarinho” en los Juegos Olímpicos.
Sólo les consoló que sus eternos rivales argentinos perdieron en la final con Nigeria, pese a que tenían también un equipo impresionante: Ayala, Chamot, Zanetti, Almeyda, Claudio López, Diego Simeoni, Hernán Crespo, Ariel Ortega.
En los Juegos de Berlín 1936, el velocista y saltador Jesse Owens destrozó las teorías racistas de Adolf Hiteler sobre la presunta superioridad de la raza aria. Ganó cuatro medallas de oro y en el dictador nazi se negó a felicitarle.
En la final de salto, Alemania confiaba en su atleta local Carl Ludwig Luz Long. Owens tomó ventaja, pero en el quinto salto Long igualó su marca, llevando el delirio al estadio. El sexto y último dio su segundo oro en los Juegos al atleta estadounidense. Las teorías racistas quedaron de nuevo por los suelos.
Pero el resultado que menos esperaban los nazis es que Owens y Long se hicieron amigos durante la competición y que los berlineses aceptaron al estadounidense como el “rey” de los Juegos y no dejaban de pedirle autógrafos.
En Moscú 1980, los hinchas rusos intentaron condicionar el asalto al oro del pertiguista polaco Wladyslaw Kozakiewic para favorecer al ídolo local Konstantin Volkov.
Kozakiewicz ni se inmutó. Hizo caso omiso de los abucheos de los rusos cada vez que saltaba y ganó el oro en su segundo intento con 5,78 metros, nuevo récord mundial. Plata fue su compatriota Tadeusz Slusarski, con 5,65, y bronce Volkov.
La multitud rusa enmudeció cuando Kozakiewicz hizo el salto ganador, pero volvió a rugir inmediatamente cuando el atleta polaco les lanzó un espectacular corte de mangas mientras reía abiertamente.
Este lunes China no ríe. Liu sepultó las ilusiones de los hinchas. Querían celebrar en su tierra un oro que añadir al que Liu conquistó en Atenas. Esperaban sobre todo el gran duelo con el cubano Dayron Robles. No pudo ser. El drama nacional está servido en el nido del cuco.