Nadal perfila el asalto al oro
Una dosis de descanso, ejercicios de recuperación, una sesión de entrenamiento y la asistencia al pabellón Wukesong para contemplar el partido de baloncesto de la selección española ante el enésimo dream team estadounidense coparon la agenda de Rafael Nadal en la sesión previa al asalto por el oro olímpico (este domingo, 8.30 horas, ante el chileno Fernando González).
El próximo número uno del mundo procuró mantenerse tranquilo, ajeno al alboroto que permanentemente causa cada una de sus presencias por las inmediaciones del Centro Olímpico de Tenis, a donde acudió por la tarde, para tomar contacto con la pista, estirar los músculos y mantener el ritmo de su preparación.
“Ha sido un día tranquilo. Me he entrenado bien. He tenido buenas sensaciones y me siento bien ante la final”, dijo Nadal en su primer día de descanso desde que inició la competición en Pekín 2008.
En las instalaciones del centro tenístico pequinés, el que puede ser testigo de la primera medalla de oro olímpica para el tenis español y disparar el relumbrón de su inminente número uno del mundo, Nadal ejecutó su habitual calentamiento antes de tomar contacto con las pistas.
Rafael Nadal, después, acudió a las canchas de entrenamiento del recinto, que se ocultan tras la Pista Central. A ellas se accede directamente desde la sala de jugadores. Y están ajenas al bullicio popular aunque es imposible hacer oídos sordos a la euforia que desataban en los recintos aledaños la efervescencia de la competición.
Al margen de todo ello, el tenista español se preparó con la raqueta durante una hora y cuarto. Al otro lado de la red, su entrenador, Francis Roig, el que ha sido casi su sombra desde su llegada a Pekín, hace ahora doce días.
Celebración por el triunfo de Llaneras
Emilio Sánchez Vicario, capitán del equipo español de Copa Davis y Ángel Cotorro, médico, contemplaron la evolución de la sesión, aderezada por la noticia del oro logrado por el ciclista Joan Llaneras en la prueba de puntuación de ciclismo en pista. Nadal la celebró con evidencia. Como cada éxito del deporte español en Pekín y al que él va a contribuir de forma directa.
Fue Francis Roig quién le comunicó la noticia. Nadal cerró el puño, lo lanzó al aire y ejecutó una mueca de satisfacción. Como cualquier punto suyo.
El entrenamiento del próximo número uno mundial coincidió con la sesión de calentamiento del dueto español de dobles femenino. Al borde de la cancha de Nadal, Virginia Ruano y Anabel Medina esperaban el final del choque entre los hermanos Bob y Mike Bryan contra los franceses Arnaud Clement y Michael Llodrá, por el bronce de dobles masculino. En la pista uno, la anexa a la central, a la que Nadal se trasladó después para seguir las evoluciones de sus compañeras de equipo. Permaneció durante el primer set.
También asomó Roger Federer por la zona. Ajeno a todo. Como si la situación no fuera con él. Consciente de cierta pérdida de protagonismo. Concentrado, junto a su compatriota Stanislas Wawrinka, para apuntillar la puesta a punto de la final del dobles masculino. El único oro olímpico que el helvético puede lograr.
Nadal se retiró a la sala de jugadores de forma apresurada. Y antes de abandonar el recinto se acercó a saludar a la reina Sofía, que llegó al Centro Olímpico de Tenis para contemplar el encuentro del dobles femenino español. Después, esperaba el baloncesto.