El grancanario Carmona se acerca al milagro con un boxeo 'incivil'
Aunque pega duro y se mueve con una rapidez de felino, el peso mosca ligero grancanario Samuel Carmona está a punto de lograr el milagro de una medalla olímpica con un boxeo que roza lo incivil, basado en el poco respeto por el peligro.
Originario del barrio de La Isleta, en Las Palmas de Gran Canarias, Carmona se colocó a un paso de asegurar bronce al realizar uno de los mejores combates de su carrera y derrotar 2-1 al doble medallista olímpico irlandés Patrick Barnes.
Cuando anunciaron a los contrincantes los momios daban como favorito a Barnes en algo que, según los pronósticos, podía ser una pelea de león para mono y el mono amarrado. La causa estaba perdida según eso pero el anónimo español jamás se enteró y en el mismo primer asalto comenzó a castigar al rival con el 'jab' de zurda.
Con un descaro que solo se puede entender porque lleva menos de un año en el equipo español y no ha tenido tiempo para venerar a los jerarcas de su peso, Carmona se comportó como si estuviera peleando en su barrio canario y al concluir el primer asalto celebró su microscópica ventaja, algo raro en el pugilismo olímpico.
Su entrenador le ordenó cortar el paso de Barnes, golpear y salir, pero el irlandés lo esperó en el segundo en el que salió a poner las cosas en su lugar y emparejó la pelea.
Como si se hubieran puesto de acuerdo para reflejar en sus tarjetas la realidad del cerrado pleito, los jueces que habían votado por Carmona en el primer asalto lo hicieron en el segundo por su rival y el que había beneficiado a Barnes en el inicio, se fue con el hispano en el segundo.
La pelea de nueve minutos estaba en ceros después de dos terceras partes; Barnes llegó al asalto final en mejor situación mental porque venía de menos a más, pero la lógica no aplicó con Samuel, quien mostró una paciencia de quelonio y cuando tuvo oportunidad pegó con exactitud, se movió veloz y ganó 2-1.
“Con este hombre puede pasar cualquier cosa, lleva poco tiempo en el equipo y todavía no está civilizado; mirándolo bien, es mejor así”, dijo a Efe el entrenador de Carmona, el doble medallista olímpico del peso mínimo Rafael Lozano.
Al inicio del campeonato Lozano advirtió que con lo duro que pega Carmona es un diamante en bruto, pero pocos le hicieron caso. Hoy han empezado a considerar su opinión porque si el púgil le ganó a Barnes, uno de los mejores de la división, puede hacerlo con su próximo rival, el colombiano Yurbenjen Martínez, con menos cartel.
“Nada de compararlos, para mi todos son duros, me tomo en serio cada pelea y el miércoles saldré a hacer mi mejor boxeo porque Martínez es un gran rival y no me puedo descuidar”, dijo.
Nacido el 28 de mayo de 1996, semanas antes de que su entrenador ganara en Atlanta la primera medalla olímpica de su vida, Carmona es un admirador del campeón mundial profesional Rigoberto Rigondeaux, uno de los mejores peleadores que han pasado por los Juegos Olímpicos y trata de seguir sus pasos.
Carmona ha mostrado una veta sentimental en Río; cada vez que lo entrevistan le manda mensajes de 'te extraño' a su novia española, pero en el ring es otra cosa, un peleador en estado salvaje que apuesta a las causas imposibles porque no las reconoce como tal.
“Todavía no hice nada porque vine a Río por medalla”, dijo cuando fueron a felicitarlo.