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Rol de secundario

De protagonista a secundario. Así le ha ido, como un lucero que describe una trayectoria descendente, a Marcos Márquez esta temporada. Y no es una cuestión de sensaciones, filias o fobias. Los números cantan: de las 28 jornadas disputadas en la Liga Adelante, el delantero andaluz ha sido titular en 17 partidos (ha jugado 24), ha participado en 1.691 minutos de juego y sólo ha marcado tres goles.

Autor de 73 tantos con la UD Las Palmas, desde su incorporación en 2005 hasta 2010, Márquez ha perdido en las últimas semanas la condición de indiscutible que le acompañaba desde su llegada al club amarillo. En las dos últimas jornadas, que se han saldado con dos victorias del conjunto grancanario, Sergio Kresic ha optado por no contar con sus servicios por decisión técnica.

Márquez, que no celebra menos de 14 dianas en un curso desde la campaña 04/05, no marca desde la última jornada de 2009, cuando un gol suyo -en el último suspiro- sirvió para que la UD Las Palmas rescatara un punto en la visita del Celta al Estadio de Gran Canaria, el pasado 19 de diciembre.

Con 32 años (el 23 de julio cumple 33) y con contrato hasta 2012, Márquez es uno de los principales activos de la UD Las Palmas. Fundamental en el ascenso a Segunda división (en 2006) y decisivo en los últimos años en la tarea por certificar la permanencia en la Liga Adelante, el atacante sevillano ha pasado -ahora mismo- a ser la cuarta opción de Kresic en la delantera amarilla tras Rondón, Javi Guerrero y Saúl.

Mermado por diferentes problemas físicos y -sobre todo- por el mal juego del equipo durante buena parte de la primera vuelta, su ausencia por paternidad en enero, unida al buen rendimiento de Rondón y Saúl, le hizo desaparecer de las alineaciones de Kresic. Y Márquez, con profesionalidad, ha aceptado ese cambio de rol.

“Esté donde esté, ayudaré a mis compañeros. Toca estar tranquilo, trabajar duro y esperar mi oportunidad. Y, cuando llegue la opción, intentaré aprovecharla”, afirma a todo aquel que le quiere oír sobre su suplencia. Pero se le espera. Y el Matador nunca defrauda. Volverá.

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