Seguir el camino de baldosas amarillas
El sábado la Unión Deportiva dejó atrás viejos fantasmas, se puso en su sitio y dio un auténtico regalo a su afición. Acostumbrados a ver como una de las mejores plantillas que han pasado por la entidad en los últimos años miraba al suelo cada vez que salía fuera de los muros del Gran Canaria, tuvieron el placer de ver a los suyos mirar a la cara a un rival directo y poner como único objetivo el área murciana desde que el balón comenzase a rodar. Sin miedos, sin racanerías y con el fútbol que siempre ha estado en los estatutos amarillos. El gusto por tocar la pelota, el dogma de hacer del balón una pertenencia innegociable, la máxima de elevar la victoria al único objetivo, sin miedo a lo que el rival tenga que decir al respecto.
El acabar con la racha negativa de cinco meses sin ganar quedaba relegado a segundo plano, incluso lo hacían los catorce puntos que colocan los amarillos de colchón sobre el abismo y el recorte sobre la zona de los sueños. Es la imagen de los de Juan Manuel Rodríguez la que propicia el cambio de discurso de la afición y de las cabeceras grancanarias. Una imagen que otorga razón al manifiesto de que la plantilla tiene madera para no conformarse con objetivos mediocres e introducir en el horizonte la ilusión por pelear por fines a la altura de tanto talento.
El lógico pensar en la bipolaridad de una prensa que hasta hace pocas semanas se llenaba de pesimismo, entre la que se incluyen estas líneas. Unas líneas que veían como un plantel con aptitudes suficientes para implantar su forma de ver el fútbol en cualquier campo de la categoría salía a no hacer posible el de los rivales. Unas líneas que celebran el cambio de actitud de los amarillos por todo lo alto y que pasan al otro polo, al de las alabanzas, con el mayor de los regocijos.
“Siempre sale a ganar la UD, lo que a veces el rival no lo permite”. Este es el discurso que lleva repitiéndose en gran parte del presente curso desde la dirección técnica. El sábado el Murcia salió a no permitirlo, incluso pudieron saldar el choque con una victoria local, pero la Unión Deportiva comenzó a creer en que, aunque intenten evitarlo los rivales, se puede imponer el fútbol amarillo o al menos intentarlo.
El sábado pasado se marcó una línea a seguir. Un punto de inflexión que divide el qué y el qué no debe hacer el equipo en las catorce jornadas que restan. Un camino de baldosas amarillas formado por 42 puntos en el que hay que dejar en el olvido planteamientos rácanos y asustadizos y dar rienda suelta a lo que el gran talento que alberga una plantilla respaldada por decenas de miles de incondicionales es capaz de lograr. Demostrado queda que es posible, ahora solo hay que seguir creyéndolo.