Silva, los homenajes y el león
Hay leones que son los reyes de la selva. Hay otros leones que caen ante la impiedad de un cazador. Hay muchos leones que sobreviven de manera placentera en un zoológico. Hay algunos leones que resisten en medio de la ruindad de cualquier circo. Y luego está David Silva, al que algún ilustrado asalariado del Gobierno de Canarias -vía Dirección General de Deportes- agasajó este miércoles con, entre otras cosas, un póster encabezado por un lema tan insustancial que roza la estupidez: “David Silva, el león de Arguineguín”.
Por estilo, por cutrez y por empacho vulgar el cartel luce un sello similar (me temo, casi aseguro, que el mismo) al de los murales que el Cabildo de Gran Canaria -vía Consejería de Deportes- presentó para ilustrar una galería con motivo del vigésimo aniversario del Centro Insular de Deportes. En aquella ocasión, el figura ilustró el póster dedicado a Lourdes Peláez como “la chica del triplazo en Israel”, metió con calzador el calificativo de “guerrero” en el epígrafe del cartel de Sergio Miguel Camarero y el de “tiburón” en el correspondiente a Berni Hernández.
Pero más allá de la responsabilidad de toda institución pública en administrar con corrección el dinero de los contribuyentes, y no gastándolo en trabajos del nivel de un periódico de instituto o de una tienda de aceite y vinagre, lo realmente importante de la jornada de este miércoles era David Silva. Un futbolista sublime que, el pasado domingo, se proclamó campeón de Europa con la selección española y que por los méritos contraídos merecía algo más que el epíteto de 'El león de Arguineguín'.
Admito que la organización y realización de un homenaje apunta ser una tarea peliaguda. Y más para un organismo oficial: no llevarlo a cabo sería motivo de crítica y la foto del político de turno junto al héroe agasajado siempre será utilizada como argumento para cualquier reprobación. Así que en una situación tan delicada sólo hay un punto válido para alcanzar el éxito: hacerlo de la manera correcta.
Este miércoles, en la sede de Presidencia del Gobierno de Canarias, Silva se topó -además de con el siniestro póster- con un buen número de personas relacionadas con el mundo del deporte canario que poco pintaban en la fiesta -desconozco si Miguel Concepción, Cristo Marrero o Quico Cabrera pasaban por allí o se costearon ellos mismos el traslado desde Tenerife a Gran Canaria-.
La razón de una cita así era, es y será siempre el triunfo, por méritos propios, del deportista. En este caso, por la clase, calidad, habilidad y juego de David Silva. Y por su aportación a una victoria histórica para el fútbol español. Los protagonistas jamás serán ni los políticos empeñados en salir en la foto, ni la felicitación sincera de otros deportistas, ni los estómagos agradecidos que se reparten dinero público.
Cita obligada
El homenaje de Paulino Rivero a David Silva, como presidente del ejecutivo regional, era una cita obligada como muestra del orgullo y cariño que todos los canarios sentimos, durante las dos últimas semanas, al ver al futbolista de Arguineguín bordarlo junto al resto de sus compañeros de la selección española en la Eurocopa.
Pero el resto, todos los excesos, desde el penoso póster hasta las croquetas del convite (si las hubo), sobraban. Porque el mejor homenaje que pueden hacer los políticos -todos- de Canarias a Silva es dotar a la gente que vive aquí, a los niños que sueñan con imitar al centrocampista del Valencia, de buenas instalaciones deportivas, de apostar con criterio para que los clubes deportivos de las islas funcionen de manera impecable y para que talentos como Silva no tengan que abandonar su casa para triunfar.
PD- Ganar la Eurocopa, con lo que cuesta una tarea así, y que te apoden como 'El león de Arguineguín' no debe tener precio.