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Abracadabra

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Hasta hace poco Arguineguín era para los peninsulares el lugar de origen de futbolistas canarios internacionales como Valerón o Silva. 

Desde hace unas pocas semanas, cuando se habla de Arguineguín en los telediarios nacionales solo se hace para referirse al lugar donde están hacinados cientos de inmigrantes que llegan a la isla de Gran Canaria. 

Arguineguín es el nombre que ahora se le atraganta al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que no sabe pronunciarlo en sus comparecencias parlamentarias. Entiendo que es un nombre que no es fácil de pronunciar, especialmente si no eres canario y apenas lo has oído en tu vida.  

Marlaska no está obligado a conocer todos los lugares de las islas pero sí debe tratar de resolver los problemas relacionados con los inmigrantes, junto a otros ministros como Escrivá, que se ocupa o debe ocuparse de las migraciones. 

Es evidente que el ministro Marlaska no es aficionado al fútbol porque desde hace unos cuantos años los narradores y cronistas deportivos no paran de referirse a Arguineguín cada vez que juega Silva, que aún sigue en activo, y antes también con Valerón.

Los periodistas se referían a ellos como los magos de Arguineguín. Magos que hacían magia con el balón y no magos de pueblerinos o maúros. 

Lo que tienen que hacer los ministros españoles ahora no es exactamente magia pero sí algo parecido porque desde las islas les piden continuamente que hagan desaparecer a los miles de migrantes africanos que han llegado en los últimos meses en cayucos y pateras.

Quieren que Marlasca sea una suerte de prestidigitador que haga desaparecer a miles de personas por arte de birlibirloque. 

Al parecer en Canarias no queremos a africanos pobres sino a nórdicos y centroeuropeos ricos. Canarias recibía cada año millones de turistas sin ningún problema ya que las islas tenían la infraestructura turística necesaria para hospedarlos. 

Sin embargo, parece que el archipiélago no tiene la capacidad de acoger, aunque sea solo por unos días o semanas, a los inmigrantes que vienen de África y que solo quieren estar de paso efímero antes de saltar a la Europa continental. 

No sé qué nos da más miedo, si el origen negro del africano o la pobreza evidente de los que llegan en cayucos. Si esos mismos negros africanos llegan en un crucero y con los bolsillos llenos para gastar el dinero en compras lujosas les pondríamos una alfombra roja, pero como son pobres les tendemos un puente de plata para que regresen inmediatamente por donde han venido. 

Los canarios también fuimos muy pobres y tuvimos que cruzar el Atlántico para buscarnos la vida en Cuba y Venezuela pero desde que somos ricos ya nos hemos olvidado que un día no tan lejano nuestros antepasados cruzaron el charco sin documentación ni papeles para trabajar legalmente en el extranjero.

Que las autoridades competentes no hayan sabido gestionar está crisis migratoria no justifica los numerosos aires de xenofobia y superioridad. 

Este partido no lo va a resolver el mago de Arguineguín. Ni siquiera el Mago de Oz. Tendrá que hacerlo el ministro antes de que aprenda a decir esa maldita palabra. Abracadabra: Arguineguín. 

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