ATIcc y el nacionalismo, madre

Cualquiera que sepa leer habrá visto que en mi columna de ayer, a la que me refiero, no cuestionaba para nada, como afirma el milonguero, el diferencial fiscal canario ni las especificidades de las islas. Ni que fuera idiota para ir contra lo que he defendido durante cuarenta años.

Sólo indicaba que sus resultas en el balance fiscal con el Estado descalifican el pobre discurso victimista de Paulino, pues los datos indican justo lo contrario de lo que proclama en su búsqueda de confrontación con Madrid. Deducir de ahí el cuestionamiento de las especificidades, elevado por el milonguero a negación de la identidad canaria, nada menos, en aras del insularismo grancanario es tan disparatado como atribuirme que las califico de “privilegios bananeros” cuando queda muy claro que atribuyo el bananerismo, en su versión flambeada por la demagogia, a Paulino que ocultó los datos de la balanza fiscal al responsabilizar a Madrid de su mal gobierno.

Las tergiversaciones del milonguero le sirven para denunciar no sé qué campaña grancanaria contra el nacionalismo canario. Lo único que faltaba: ATIcc como encarnación absoluta del nacionalismo. Eso después de un chorro de legislaturas sorroballando en el Congreso el ideal nacionalista con su “doctrina” de estar siempre con quien gobierna y chupando presupuestos sin rechistar. Y ahora, para conservar la presidencia de Canarias, que debe tener descuentos en los billetes de Lotería, le ha dado una vuelta de calcetín a aquella vergonzosa política para irse, para mayor vergüenza si cabe, con un PP que cultiva las más puras esencias del pensamiento reaccionario español. Si entendiera los textos, le recomendaría Los orígenes del pensamiento reaccionario español, de Javier Herrero.

Sé que muchos lectores consideran pérdida de tiempo prestarle atención a este tipo de sujetos. Para mí desde luego lo es, pero, insisto, a veces hay que hacerlo, aunque sea ejercicio ingrato, para evitar la confusión de quienes no saben las cabras que guardamos.