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¿Se avecina una nueva crisis financiera o la consolidación de un cambio en el Orden Mundial?

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La política monetaria es muy simple de entender. Cuando suben los tipos de interés todo lo que se compre mediante financiación a corto, medio o largo plazo requiere pagar tipos de interés más altos lo que empuja hacia abajo la demanda. La demanda bajará más en los productos menos necesarios, mientras que en los productos indispensables los ciudadanos y empresas simplemente tendrán que soportar costes más altos, ambos, y los segundos, rebajar sus márgenes empresariales o repercutir el sobrecoste en los precios de sus productos, lo que contribuye a una subida general de los precios. Por su parte, para los productos menos necesarios es esperable una reducción de la demanda que puede contribuir a la reducción general de precios que era el objetivo que se buscaba. La crisis financiera también es fácil de entender. En menos de un año hemos pasado de tipos de interés oficiales en el entorno de cero a alcanzar el 3’5%. Las entidades financieras se han encontrado con un stock de bonos que ahora no les resulta fácil colocar en el mercado secundario y que les genera incurrir en pérdidas para garantizar un aumento de la demanda de liquidez por las dificultades del acceso a la financiación.

La pregunta que ronda es si las políticas monetarias actuales, válidas en una economía menos globalizada, están obsoletas con una demanda mundial de recursos naturales saturada.  Las tradicionales políticas monetarias tienen un efecto local que se diluye en los mercados internacionales de productos. Es decir, si el banco central británico o el banco central noruego suben sus tipos esto afectará a sus economías, pero no a la del resto del planeta, si sus bancos centrales no secundan la misma medida. Es decir, los británicos y noruegos consumirán menos vehículos eléctricos como el nuevo Volkswagen ID Buzz. Pero si la demanda mundial de ID Buzz supera con creces a la oferta, y los clientes de Volkswagen tienen que esperar 6 meses para recibir un vehículo, primero el precio de los ID Buzz, y segundo su producción no se verán muy alteradas. Simplemente británicos y noruegos compraran menos vehículos eléctricos porque la financiación es más cara y porque además tienen que dedicar una mayor parte de su renta a pagar el aumento en el precio de muchos productos necesarios. Les dejo a ustedes descubrir qué ocurre en un país como España donde además los salarios no se están actualizando acorde a la inflación. Les doy la solución la población se empobrece por la inflación y además por la subida de los tipos de interés.  

Construir un ID Buzz requiere una cantidad importante de recursos naturales y la persona que lo adquiere está generando una huella ecológica importante con su adquisición. Quiere decir que está contribuyendo de manera importante al consumo mundial de recursos naturales y energéticos a escala mundial. Debido al desarrollo económico, hoy los ciudadanos de las economías más “ricas” tenemos una capacidad adquisitiva superior a la que teníamos en los años ochenta. Solo hay que reflexionar como era nuestra vida hace cuarenta años y como es ahora. El número de televisores que había en los hogares, el número de vehículos, ¿cuántos dispositivos electrónicos y ordenadores teníamos en casa en los ochenta y cuántos tenemos ahora?, ¿cuántas veces se viajaba en los años ochenta y cuánto y cómo se viaja ahora? Todo eso sumado y escalado a nivel de un país suma un aumento muy importante de la demanda de recursos energéticos y naturales. En los años ochenta el consumo mundial de recursos naturales y energía estaba copado por americanos del norte, europeos, japoneses y australianos lo que supone hablar de mil millones de habitantes que han disparado su consumo de recursos naturales y energéticos en cuarenta años. Pero además avanzado ya el siglo veinte y uno a esos mil millones de habitantes se han sumado países como China, Rusia, India y algunos países sudamericanos que también contribuyen a esa demanda.   

Como se muestra en el gráfico elaborado por la organización Global Footprint Network el planeta sobrepasó la barrera del déficit ecológico desde un poco antes de los años ochenta. Y desde entonces el consumo de recursos naturales y energéticos por habitante crece mientras que la biocapacidad del planeta se mantiene constante lo que eleva ese déficit  

Fue la alta demanda de recursos naturales y energéticos la que provocó la subida de precios de 2008 y fue respondida con subida de intereses de los bancos centrales que más tarde generó dificultades financieras a empresas y ciudadanos. Situación que dio lugar a una crisis financiera, crisis de deuda y un parón de la economía. La crisis de deuda obligó a cambiar las normas de funcionamiento del Banco Central Europeo que a diferencia de la Reserva Federal tenía las manos atadas al control de la inflación por su reglamento de funcionamiento. Finalmente se rebajaron los tipos de interés y se volvió a inundar la economía con dinero barato. Dinero barato sólo accesible a las entidades financieras.

Después del parón de la economía y con los efectos sumados a la inflación por la escasez de producción, derivada de la pandemia, de nuevo se repite la situación de exceso de demanda de recursos naturales y energéticos. Si bien ahora la subida de tipos de interés amortigua el consumo de europeos y americanos, esta reducción del consumo sólo representa un pequeño bocado de la demanda mundial de recursos naturales, por varias razones. Las economías mundiales están envueltas en una guerra a escala internacional que dispara la demanda y producción de la industria armamentística. Hay un cambio de modelo energético favorecido por políticas fiscales muy generosas para favorecer el consumo de nuevos productos de generación de energía y transporte. Y, sobre todo, hay nuevos devoradores de recursos naturales como China e India cuya población supera con creces a americanos y europeos. Ya se ha visto con la demanda de los productos petrolíferos rusos tras el cierre del mercado europeo a sus productos. Esto quiere decir que la política monetaria tendrá efectos locales, pero no hará bajar los precios porque hay exceso de demanda de recursos naturales en el planeta que seguirán alimentando la inflación por la escasez. El futuro no es muy alentador, esta semana India ha cogido el relevo a China en volumen de población. Y también India está sustituyendo a China en la producción global. Empresas como Apple están redirigiendo su producción a un país que ya se ha situado entre los cinco primeros del planeta en PIB pero que sin embargo sus ciudadanos se encuentran con una renta per cápita entorno a los dos mil dólares al año muy inferior aún a la de países “ricos”. Un caldo de cultivo ideal para multinacionales para seguir produciendo barato y que se garantice rentas altas de capital y seguir alimentando las bocas hambrientas e insolidarias de los consumidores occidentales.

La manera de salvarse de esta espiral es, o bien estar en un territorio exportador nato de recursos naturales y/o energéticos y que la subida de precios enriquezca en lugar de empobrecer, al elevar los ingresos por exportaciones. O bien que se trate de economías que lideran la innovación y que se enriquezcan porque pase lo que pase con los precios los ciudadanos del resto del mundo desean adquirir sus productos. Muy pocos países en Europa se encuentran en este bando, Estados Unidos sigue estando, pero el nuevo gran líder que no estaba en los años ochenta es China que ahora ya exporta tecnología y empieza a comerse a muchos productores europeos. Muchos de sus productos entran en el mercado europeo con nombres de marcas europeas y que pasan desapercibidos. Otros como los nuevos vehículos eléctricos ya entran con nombres chinos sabedores de la superioridad tecnológica y competitiva por experiencia y precios. La deslocalización a India de la producción internacional sumará en el futuro un mercado de consumidores que con toda su legitimidad también desearán consumir los mismos productos que los occidentales y chinos. 

En 2012 en un artículo de opinión escribía esto: La realidad es que tampoco existen los derechos adquiridos para acceder al banquete de la distribución de la riqueza mundial, por lo que es posible que algunos países tengan pierdan su posición actual a favor de algunos emergentes. Con eso quería decir que no hay normas, ni derechos adquiridos en la economía mundial. Un país que a final del siglo XX y principio del XXI podía ser considerado como rico y con un nivel de bienestar alto puede cambiar a consecuencia de un empobrecimiento progresivo. La manera en que eso se plasmará en la sociedad es con aumentos en la desigualdad de la renta y de oportunidades. 

Hay una componente importante de la competitividad de un país que está en manos de sus gobiernos. El gasto público representa una parte muy importante de los que se gasta e invierte en una economía. En este sentido debemos reclamar a nuestros representantes garantizar la eficiencia y minimizar la discrecionalidad del gasto nuestros recursos públicos. Pero la sociedad y la economía también la formamos los ciudadanos y empresas. Nos corresponde a nosotros aprovechar nuestros recursos y nuestro capital humano para no perder las posiciones privilegiadas que aún mantenemos en la economía mundial. Eso requiere invertir en formación de capital humano e innovación principalmente. El lobo asomó las orejas en 2008, ahora ya está dentro del corral. 

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