Ella baila sola

0

Vidina Espino era una periodista y presentadora de informativos de televisión en Antena 3 Las Palmas antes de dedicarse a la política y presentarse a la presidencia del Gobierno de Canarias por el capitidisminuido partido Ciudadanos, que hoy está más para allá que para acá. 

La reina Letizia también era una periodista y presentadora de informativos de Televisión Española que dejó su profesión para casarse con Felipe VI cuando este aún era sólo un príncipe azul tirando a añil. 

El periodismo es un oficio vocacional al que se accede sin mayores ambiciones económicas porque por lo general está mal pagado, si exceptuamos a las estrellas radiofónicas y televisivas y a los directores de algunos periódicos más preocupados en medrar y contentar a sus jefes que en la transparencia informativa.

Es evidente que ni Vidina ni Letizia eran periodistas vocacionales porque si lo fueran no se habrían metido de lleno en política y en la Casa Real. Una periodista vocacional siempre preferirá ser la última pelagatos de un periódico que reina consorte o diputada regional. Aunque también es verdad que con las limitaciones que tiene este oficio muchos colegas prefieren trabajar de funcionario a tiempo parcial como empleado de Correos o responsable del gabinete de prensa de una murga carnavalera. 

Además de una profesión mal pagada, este es un oficio sometido a los intereses espurios de los accionistas de las empresas privadas o a las pretensiones manipuladoras de los medios públicos a través del gobierno de turno.

Sirviendo este motivo de subterfugios, resulta muy poco edificante que una persona que se presenta nada menos que a la Presidencia del Gobierno por un partido se pase a otro a mitad de la legislatura cambiando las normas en medio del partido. En calidad de prestamista o colaboración insta, que casi es peor

Seguramente Espino críticó duramente el transfuguismo en su etapa como periodista pero ahora que está en el otro lado de la ecuación le parece muy normal primero abandonar a su partido y pasarse al grupo mixto y después, antes de terminar el encuentro o legislatura, entregarse al adversario a cambio de no sé qué que qué sé yo.

La diputada regional militó en un partido antinacionalista y para eso no hay más que ver los comportamientos en su día de Albert Rivera y de Inés Arrimadas en el Congreso de los Diputados y en el Parlament de Catalunya. 

Para más inri Vidina Espino eligió a Coalición Canaria, un partido nacionalista que se presentó a las elecciones europeas junto a la Convergencia i Unió de Jordi Pujol y el Partido Nacionalista Vasco de Xabier Arzalluz. 

No hay nada más incoherente que criticar duramente en la campaña electoral a los nacionalistas para luego entregarse en sus brazos junto a otros ex militantes de Ciudadanos que también buscan protagonismo sin moverse mucho para poder salir en la foto. Si Coalición Canaria era la panacea, ¿por qué no se presentaron entonces por esta formación en vez de por Ciudadanos? Espino dice que no es una política profesional aunque cada día se parece más a lo que rechaza. 

Si tienen delito los tránsfugas, aún lo tienen más los partidos que los acogen sin ningún escrúpulo. El vaivén de Espino demuestra que lo que la empuja en política no es el bien común de las personas a las que representa sino el interés propio y una ambición desmedida que dice mucho y mal de ella, de Ciudadanos y de CC. 

Lo más digno habría sido irse a su casa y volver al periodismo o a lo que sea para ganarse la vida. La gente se siente cada día más alejada de los políticos por comportamientos y gestos como estos. Lo peor que le puede pasar a un político es perder su credibilidad. Sobre todo cuando antes pierde la vergüenza y el norte.

Etiquetas
stats