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Las barbas del vecino

Cristóbal D. Peñate

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Pablo Casado, asustado por la sangría de votos de su partido a derecha e izquierda, unos para Vox y otros para Ciudadanos, ha optado por la línea dura del PP y se ha escorado a la diestra en la convención de la formación que preside celebrada el pasado fin de semana en Madrid.

Es curioso que el futuro del PP sea su pasado, según el propio Casado. Debajo del asfalto estaba la antigua playa de su mentor, José María Aznar. El expresidente del PP se había alejado de su partido en los últimos años, coincidiendo justamente con el reinado de Mariano Rajoy, al que él puso a dedo al frente del partido.

Y menos mal, porque su favorito era Rodrigo Rato, pero ante las indecisiones del exvicepresidente económico Aznar optó por designar a Rajoy. Son esos nombramientos digitales que tanto gustan al PP. Si Rato hubiera accedido a la dirección del partido, hoy estaríamos hablando de un expresidente del PP imputado, procesado, condenado y encarcelado.

Casado ha querido devolver el favor a su protector y, tras declararse fan número uno de Aznar, ha dicho a sus correligionarios que en el expresidente está el futuro del partido. O sea, que hay que mirar al pasado para vislumbrar el porvenir del PP.

Esa declaración de Casado se contradice con su persistente discurso en el que ataca a la izquierda por estar mirando permanentemente al pasado en vez de avistar el futuro. Con esa acusación pone como ejemplo el interés de la izquierda en reparar a las víctimas de la guerra civil. Como si no fuera compatible recordar el pasado con preparar el futuro. Se ve que Casado es hombre. No sabe hacer dos cosas a la vez.

En su última visita a Canarias, propuso que las Islas fuera sede del Africom, el mando para África de la Alianza Atlántica. Cómo se nota que el líder del PP no vive en el Archipiélago ni tiene a nadie de confianza que le susurre al oído, como hacía Robert Redford con los caballos. Asier Antona, conocedor de lo que piensan los canarios del asunto, se ha desmarcado de Casado porque sabe que eso no solo no le reporta votos sino que se los quita.

Asier Antona tiene que aprender pronto de Juanma Moreno Bonilla en un curso acelerado de oportunidad política. El líder del PP andaluz y recién nombrado presidente de la Junta de Andalucía apoyaba, como Antona, a Soraya Sáenz de Santamaría, en contra del actual presidente nacional.

Si fuera por Casado, se habría desprendido de Moreno Bonilla y de Antona desde que llegó al cargo, pero el tiempo jugaba en su contra ya que las elecciones autonómicas estaban a la vuelta de la esquina.

A Antona solo le queda un camino si quiere seguir al frente de los populares canarios, y ese pasa por ganar las elecciones de mayo. Si no lo hace, estará amortizado para Casado. Ya se sabe que la política es así de ingrata. Ahora resulta que ir hacia el futuro obliga a mirar al pasado. Menos mal que Asier, como nació en Bilbao, será capaz de cualquier cosa.

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