Espacio de opinión de Canarias Ahora
La batalla de Madrid
Uno ha escrito aquí mismo más de una vez de Gallardón y de sus objetivas virtudes para convertirse, un día, en el líder de una derecha verdaderamente centrada y moderna. Pero, también les comentaba el otro día que la derecha de este país se iba escorando de manera clara y continúa hacia el extremismo más conservador. Parece que es esa tendencia, encabezada por la presidenta de la Comunidad madrileña, la triunfadora en la batalla a la que me refiero. Mal asunto para el PP. Buen asunto para el PSOE. El electorado castiga a los partidos que airean en plena campaña disputas domésticas (más si, aunque domésticas, son de este calibre) y desconfía de los candidatos que exhiben sus debilidades. Rajoy ha sido débil ante el envite de doña Esperanza (y hasta cobarde, porque trasmitió su decisión al afectado leyéndole un escrito que llevaba preparado y sin mirarle a los ojos), los populares pierden el referente de esa derecha moderna que es el alcalde de la capital del Estado, y hasta el mismísimo Fraga Iribarne, que está muy mayor, pero que de tonto no tiene un pelo ?de listo tampoco: ya no le quedan? estima que su partido, debido a este inesperado episodio, va a ver cómo se le escapan miles y miles de votos. En Ferraz se frotan las manos, naturalmente.
Seguramente las declaraciones del damnificado asegurando que, después del 9-M, meditará si abandona o no la política, son fruto de la calentura. Uno supone que continuará en el cargo y en la brecha. Su objetivo (como el de la Aguirre y de ahí el enfrentamiento) sigue siendo sustituir en el liderazgo del PP a Mariano Rajoy cuando éste se pegue el taponazo en las urnas. La pugna por un escaño de lujo en el Congreso sólo lo era por ocupar plaza en un trampolín desde el que saltar a la presidencia del partido. La meta de los dos rivales y correligionarios, pero menos, no se sitúa en un porvenir tan próximo como el marzo que viene, sino en el más lejano del 2012. Sólo en ese sentido acertó Rajoy. En el sentido de su propio interés, pero haciendo mucho, muchísimo daño, y en un momento crucial, a su partido. Que uno se alegre o no, es otra cuestión.
José H. Chela
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