Calles de Las Palmas de Gran Canaria

Paseo por las calles empapeladas de Las Palmas de Gran Canaria, y aunque insisto en que hay que limpiarlas a fondo y de forma urgente de los residuos propagandísticos de las elecciones generales, veo mensajes democráticos, frases libres, constructivas, incluso contradictorias, pero que ya no son aquellas predefinidas que me inculcaban en mi infancia y juventud, en donde incluso la unidad monetaria, la peseta, tenía la leyenda de “Francisco Franco, Caudillo por la Gracia de Dios”. Tenía doce o trece años, y en la Escuela de Comercio le pregunté a un profesor liberal, Salvador Puey, que por qué Franco era Caudillo de España por la Gracia de Dios, y me mandó a callar, y me dijo que de eso no se podía hablar. Varios años después me enteré que su preocupación era no perder su puesto de maestro, como les ocurrió a la mayoría de los enseñantes que tenían su título en la República, y que fueron sustituidos por falangistas que hacían cursillos de tres meses y les deban el título de maestros de enseñanza primaria.

Paseo por las calles de Las Palmas de Gran Canaria, me acerco a la calle Fuego de la Isleta, y ahí detrás, muy cerca, estaba el campo de concentración de la Isleta, en donde tantos republicanos, demócratas, socialdemócratas, socialistas, comunistas, anarquistas, partidarios de la República en general, vivieron noches de pánico temiendo a las “sacas” y los “paseos” de los falangistas, que sembraron el terror en Las Palmas de Gran Canaria durante muchos años. Sigo me deambular callejero, me acerco a Vegueta, Triana, y veo a la gente contenta, me encuentro a un viejo socialista que me habla de su admiración por Juan Fernando López Aguilar, por Jerónimo Saavedra, y en Las Canteras veo que las tertulias en las terrazas son un síntoma que tenemos una buena seguridad ciudadana, aunque de vez en cuando, o de vez en vez, haya un tirón, o un robo de un bolso en la playa.

Paseo por las calles de Las Palmas de Gran Canaria, y los 13.000 votos que ha perdido el Partido Popular se reflejan en el cambio de actitud de mucha gente, incluso afiliados a los populares me hablan del bajón que ha tenido Soria en sus preferencias. Sigo paseando, y llego a la plazoleta de Farray, en donde están mis nietos con las madres y abuelas, y el mayor que habla por los codos protesta porque no hay agua en la fuente. Le digo que como estamos en democracia hay que exigirle a Saavedra que arregle el entuerto acuífero ciudadano. Mi nieto me mira fijamente y me dice que se lo diga yo al alcalde, y que no tarde mucho, porque le encanta el agua de la fuente, y ver a las palomas bebiendo del preciado líquido. Paseo por las calles de Las Palmas?