Espacio de opinión de Canarias Ahora
Una campaña y un informe
Me refiero a los canarios adultos, que mucho hablar de chernes, jareas y sancochos, pero, a la hora de la verdad, parece que nos va más lo cárnico. Y si eso pasa con la gente grande, imagínense con la menuda. A la infancia se le atragantan las espinas, mayormente, como se le atragantan, metafóricamente, las verduras y las legumbres. Todos hemos sido niños y todos hemos de reconocer que algunos alimentos que ahora nos privan unas buenas lentejas supongamos, un espléndido bacalao - llegaban a producirnos náuseas cuando éramos pequeños. Y eso que, cuando algunos de nosotros éramos chiquillos no nos enfrentábamos a la tentación cotidiana de la comida basura artificialmente ultrasaborizada. Los niños de ahora, sí. O sea, que peor. Por eso la idea de la Consejería parece buena, en principio, aunque arranque con un lema muy poco apropiado para la grey infantil: Come pescado, es saludable. Demasiado serio y poco divertido, ese eslogan que peca, por así decirlo, de excesiva adultez. El caso es que, hoy por hoy, la mayoría de los niños de las Islas, como en el resto del país, suele hacer su principal comida en el comedor escolar. Y -¡ay!- si en los hogares se consume poco pescado, resulta que en los centros docentes menos aún. Yo lo sospechaba, pero, ahora, El libro blanco de la alimentación escolar, un informe presentado anteayer por la Asociación Española de Pediatría y la Sociedad Española de Dietética, confirma plenamente mis temores: Los menús que ofrecen los comedores escolares se caracterizan por contener muy poca fruta, verduras y legumbre, mucha carne y una cantidad de pescado totalmente insuficiente, lo cual supone que el alumnado no recibe el aporte necesario de vitaminas, proteínas y grasa. La dieta es desastrosamente desequilibrada y en el cuadro estadístico del trabajo se destaca en el cuarenta por ciento de los centros -¡el cuarenta!- ni siquiera se ofrece un plato de pescado o de verdura a la semana como término medio.No es a los críos a quienes debe convencer doña Pilar, la consejera de la cosa alimentaria, para que coman pescado. Ellos, los pobrecitos, comen lo que les dan y rechazan lo que no les gusta. Habría que mentalizar a los padres y, además de dotar de nutrólogos a las escuelas y colegios, aumentar los presupuestos para el servicio de comedores. Porque, a lo peor hay bichitos marinos que salen carísimos- el meollo auténtico del problema es, principalmente, económico. José H. Chela
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