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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
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Espacio de opinión de Canarias Ahora

Canarias mejor que Andorra

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La COVID-19 ha obligado a nuestra sociedad a reinventarse en prácticamente todos los aspectos del día a día. La pandemia ha demostrado la rápida capacidad de adaptación del ser humano -aunque en este caso con altas dosis de resignación- y, también, la posibilidad de encontrar siempre un plan B si tiramos de ingenio y creatividad.

Los meses de confinamiento, con las pantallas como casi únicas ventanas al exterior, han servido para acelerar, en gran medida, un modelo de entretenimiento y de acceso a contenidos que ya compiten y que, en muchos casos, superan los tradicionales. Las nuevas generaciones y los no tan jóvenes buscan su entrenamiento lejos de las fórmulas de televisión clásicas, no se informan por los medios tradicionales e, incluso, determinadas redes sociales que para sus padres o hermanos mayores fueron una revolución hace pocos años las observan con desdén y las consideran obsoletas. En este nuevo mundo que se abre y que cambia a toda velocidad, la palabra ‘youtuber’ se ha incorporado a nuestro léxico con naturalidad y hoy vemos ese sector como uno de los principales objetivos comerciales de publicistas y patrocinadores por la tremenda repercusión que las opiniones de esos profesionales tienen entre su público. 

Sencillamente les siguen millones de personas y eso no solo es un cambio cultural, sino un cambio en muchos modelos de negocio. Esta combinación de elementos ha hecho que un puñado de jóvenes, de pronto, desde la habitación de su casa, con muy pocos medios, hayan dado un salto económico sin precedentes. Haríamos mal en despreciar el fenómeno de los youtubers y en no entender que son una manifestación más de un mundo cambiante, que es más útil entender el secreto de su éxito y, desde luego, no generalizar. Los hay malos, buenos, inteligentes, soeces, ingeniosos, burdos, como en casi todas las manifestaciones del entretenimiento o de la difusión de contenidos. 

Como digo, aparejado al boom de los youtubers viene, indefectiblemente, su despegue económico. Nada nuevo en nuestro modelo económico. Y a renglón seguido viene otro debate de nuestras sociedades: la tributación de los beneficios que se obtienen de sus actividad y, como en otras actividades económicas -deportistas, artistas, empresarios-, algunos de ellos han decidido irse “fugando” de nuestro país para mudar su domicilio fiscal especialmente a Andorra. 

El Rubius, Vegetta777, Willyrex, TheGrefg, Makiman131 o Alexby11 ya lo han hecho y la polémica se ha trasladado de manera inmediata a las redes y medios de comunicación tradicionales, cuestionándose la ética de que alguien que obtiene sus principales beneficios -tanto económicos como de popularidad- en nuestro país tribute en otro con tipos impositivos menores y, de esa manera, no contribuir con sus impuestos al mantenimiento de los servicios públicos en su país, algo que en esta pandemia hemos visto que son esenciales y que solo se mejoran con más recursos. Lo de la gestión de esos recursos no pude ser un excusa para largarse. Eso se arregla votando, echando a los malos gestores y exigiendo una eficaz gestión de los recursos, no marchándose a otro país. 

Pongamos el ejemplo de un youtuber muy conocido, quien más seguidores tiene: en Andorra pagará unos 400.000 euros en impuestos. En España pagaría 2 millones. Recordemos que en la Ley de Presupuestos Generales del Estado 2021 aparece un nuevo tramo del IRPF del 47% para las rentas superiores a los 300.000 euros al año. Andorra tiene un único tramo de IRPF: el 10%.

En la cara B de la moneda están esos otros youtubers contrarios a este éxodo desde argumentos diversos: contribuir con sus impuestos a los servicios públicos en España, estar cerca de sus amigos y familia… Es el caso de Ibai Llanos o AlexElCapo. Haciendo honor a su capacidad de influencia, Ibai Llanos volvió a hacerse viral estos días pero, en esta ocasión, no para diseccionar las entrañas de un videojuego, sino para reivindicar la bondad del pago de impuestos. “Es un bien común para el país y un acto de responsabilidad. Siento que mi dinero aporta algo más allá del bien individual”, decía contundente a través de su canal. 

Y aquí es donde realizo el siguiente planteamiento: los youtubers y modelos de negocio similares basados en las posibilidades que generan los actuales modos de conexión, de generación de contenidos, etcétera seguirán teniendo sus seguidores y seguirán generando, por tanto, ingresos. En consecuencia, en algún lugar tendrán que seguir tributando por los mismos, más allá de que la actividad nos pueda parecer más o menos interesante. Al fin y al cabo, hablamos básicamente de entretenimiento y generación de ciertos contenidos. Es entonces cuando surge la pregunta: ¿qué se conoce de Canarias y su especial régimen fiscal en el resto de España y en el mundo? ¿Saben estos youtubers asentados en la fría y triste Andorra que, frente al 21% de IVA en España, en la soleada Canarias tenemos un tipo de IGIC al 7%? ¿Saben que el 25% del impuesto de sociedades de España -en Andorra el tipo máximo es del 10%- es en Canarias el más bajo de Europa, reduciéndose hasta el 4%? ¿Conocen las ventajas fiscales de la Zona Especial Canaria (ZEC)?

Es muy probable que no los sepan o que sus asesores fiscales, por alguna razón, no han terminado de ver las oportunidades de las especificidades fiscales de Canarias como una opción real y éticamente correcta de seguir tributando en su país y contribuir al mantenimiento de los servicios públicos del lugar en el que generan su actividad. Por ejemplo, la ZEC permite, cumpliendo algunos sencillos requisitos (entre ellos acogerse a un modelo societario) y bajo la estricta garantía de la Unión Europea, esa baja tributación al gravamen especial del 4%. Por otra parte, algunos servicios digitales encuentran en Canarias una tasa de retorno más alta si generan empleo alrededor de esa actividad. 

Por tanto, tenemos la más que demostrada solvencia que otorga la actualización del REF en la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias de 2019, tenemos unas condiciones fiscales únicas en España y en el territorio de la UE. A un escenario tributario muy atractivo se unen otras condiciones que deberían hacer de nuestras islas un destino obligado para el asentamiento de actividades económicas similares a la que generan los  youtubers. Buen clima, seguridad personal y sanitaria, buena conexión a la red y la posibilidad de estar en cualquier capital europea de modo directo en apenas unas horas de vuelo.             

Hace apenas tres meses, Canarias se promocionaba como destino idóneo para el teletrabajo. La realidad impuesta por el virus nos ha obligado a inventar nuevas fórmulas para seguir trabajando y, también, para buscar otros canales por los que atraer inversión a nuestras islas a la vista del parón que sufre nuestro principal motor económico, el turismo.  Es un ejemplo más de lo que Canarias puede ofrecer y por dónde puede ir un futuro menos dependiente del sector turístico. Hablamos de actividades con casi ningún impacto sobre el territorio y que no requieren de grandes infraestructuras. Los sectores, además, no solo son compatibles, sino complementarios. La publicidad y promoción que se puede generar para Canarias a través del alcance de las audiencias de estos modelos de entretenimiento son precisamente los canales más eficaces para llegar a millones de personas. Las campanadas de fin de año de Ibai en Twitch han sido un buen ejemplo. Así que mejor Canarias que Andorra. 

* Presidente del Parlamento de Canarias

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