Canarismo y victimismo
No es infrecuente agravar los males de las víctimas tildándolas de caer en el victimismo. Se busca así desacreditar cualquier motivo de queja y hasta desactivarla pues se le niega a la víctima la posibilidad de alzar la voz. Cuando son vascos o catalanes los que se quejan, todo son “derechos históricos”, “fueros”, “derecho a decidir”, “responsabilidad de Estado”, etc. Cuando somos los canarios los que, habitualmente con demasiada timidez, nos atrevemos a sugerir que salimos mal parados en el reparto de algunos fondos, financiación, competencias, etc., victimistas es lo más suave que se nos dice. En la dialéctica “opresor-oprimido”, siempre habrá quien desde el paternalismo más displicente nos diga: “no te hagas la víctima, anda”.
Curiosamente, no hace ni falta que tal epíteto nos llegue desde Madrid. Históricamente, siempre ha habido por estas ínsulas quienes ven en la moderación y el mutismo la solución a todos nuestros males. Esto es así, especialmente, cuando es su partido el que gobierna desde La Moncloa, ya sea el Partido Popular o el Partido Socialista. Cito tres ejemplos recientemente aparecidos en diversos medios todos ellos desde las filas del PSOE en Canarias.
En primer lugar, Nira Fierro afirma que “Estamos acostumbrados desde hace mucho tiempo a que la reivindicación de lo canario se haga desde el victimismo y la inferioridad.” Supongo que se referirá al “complejo de inferioridad”. Seguidamente, Ángel Víctor Torres declara que “Esa es la canariedad que defendemos [la del ”acuerdo exigente“], no desde el victimismo y la pelea permanente.” En mi opinión, confunde canariedad y canarismo. De paso, orilla convenientemente el que en las relaciones con el Estado, nosotros podremos “exigir” pero sólo ellos pueden “conceder”. Por último, en su “Epílogo: una reflexión, la canariedad”, incluido en la Ponencia Marco del 14 Congreso Regional del PSOE Canarias, el veterano periodista Ángel Tristán Pimienta sostiene que “En una parte de la sociedad ha calado el pesimismo azuzado por grupos que han hecho del victimismo grandilocuente una forma de vegetar.” La “pelea permanente” adopta aquí paradójicamente rasgos de pasividad extrema, respiración y nutrición asistida pero, eso sí, con estilo pomposo.
Entender Canarias
A cuenta del victimismo, más agudo me parece José Agustín Alemán cuando en Entender Canarias argumenta que “(…) no es posible que tengan en la Península la percepción de las islas que tenemos o deberíamos de tener los canarios. Allá están en sus cosas y es a los políticos isleños a los que corresponde explicarse y exigir en lugar de ocultar su impotencia e incapacidad recurriendo al victimismo de unos gobernantes peninsulares malvados que buscan por encima de todo el mal de las islas.” Al menos, su juicio resulta más equilibrado al repartir culpas en cuanto al abandono secular de nuestro país archipelágico: unos, no demandan con asertividad y acierto; los otros, ni están ni se les espera.
Llevando en mente la expresión “pelea permanente”, usada por nuestro actual presidente, es preciso recordar al profesor de Filosofía Política de la Universidad de La Laguna, Pablo Ródenas Utray, quien ha elaborado con profusión a cuenta del refrán isleño “más vale un mal arreglo que un buen pleito” y las relaciones Canarias-Estado en su libro Libertad de actuar. Argumentos poli(é)ticos de disenso. Entre muchas otras cosas de interés, dice que “los malos arreglos -como los malos pleitos, claro está- traen de suyo consecuencias muy negativas, de largo recorrido” y “En las Islas los malos arreglos están destinados -no nos engañemos- a bloquear la posibilidad del proceso constituyente e instituyente de la imprescindible soberanía democrática canaria”. Unos malos arreglos, añado yo, en los que es preciso socavar cualquier posibilidad de reconocimiento del otro como actor de igual status, acusándolo de quejarse de vicio, sin motivo.
Por último, traeré a colación las palabras de Manuel Alemán, quien en Psicología del hombre canario dejó dicho que “El sometimiento del hombre canario ha sido posible porque se ha formado en él una estructura psicológica propicia para la resignación que ha correspondido a la estructura sociológica de dominio”. El sometimiento necesita del imprescindible correlato de la resignación para poder sostenerse en el tiempo. No te quejes que es peor, confórmate con lo que tienes, siempre habrá quien esté peor, no se saca nada protestando, no te signifiques, … Hemos sido históricamente un pueblo que ha preferido los malos arreglos y así nos va.
Así las cosas, resulta poco creíble el relato de la responsabilidad que elude conscientemente el victimismo y es evidente que sirve a otro tipo de propósitos. ¿Será posible que en algún momento el canarismo sortee cualquier posibilidad de ser tildado de victimista sin caer en la resignación ni el conformismo tan cómodo para el españolismo? ¿Se entenderá que sólo buenos pleitos, civilizados, democráticos, podrán llevar a buenos acuerdos? ¿Acabaremos comprendiendo que somos nosotros fundamentalmente los que tenemos que estar en nuestras cosas, sin esperar que sean ellos los que se ocupen de nuestros asuntos? Nunca es tarde para empezar a responder estas preguntas.
José Miguel Martín, coordinador de Canarismo y Democracia
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