Espacio de opinión de Canarias Ahora
El coloquio de los perros
Propongo solemnemente la desaparición de las fallas, los voladores, las hogueras de San Juan y las fiestas con banderillas de fuego a los toros, a ver si alejamos poco a poco y de una vez por todas nuestra pasión por la pirotecnia en cuerpo ajeno. La historia nos dice que la Iglesia española, tan aficionada a los fuegos, nunca se llevó bien con los Reyes y la modernidad y cultura que introducían los Borbones en nuestra ancestral sociedad era siempre incendiada por el clero, cuando no era un cura el que capitaneaba, trabuco en mano, a las huestes populares que pedían la vuelta a las cadenas. Hoy el cura Merino no se llama Curro Jiménez sino Federico y la curia venera su segundo apellido. Cuando a Goya le persigue la inquisición para requisar sus Caprichos por irreverentes, el pintor le entrega las planchas al rey Carlos IV para salvarlas. Gracias a la mediación borbónica, hoy existe este prodigio del arte. Pero aquí unas veces es el crucifijo y otra las banderas. Seguimos teniendo la última banda terrorista de Europa que utiliza fuego real, muy disminuida pero aún llameante. Aunque en la calle se habla de Maddy: ¿fueron o no los padres? Y todo el mundo opina:- Ninguna madre se carga a sus hijos, aunque sean hiperactivos- Vale, pero ¿y los perros? Los perros han dicho que en el maletero olía a cadáver que te cagas - ¿Cuándo han dicho eso los perros?- Lo dijo el jefe de prensa - Pero los perros no hablan ni tienen jefe de prensa Y además ¿Por qué no lloran los padres?Somos así, dialogamos en política a cara de perro y no nos escuchamos, pero sale cualquier perro a dar una rueda de prensa y somos todo oídos, comprendemos sus razones, las transcribimos fielmente con sus comillas, sin apostillas críticas, sin memoria, nos tragamos todo a saco Ya Cervantes, en el coloquio de los perros, imaginó hace cuatro siglos un mundo como este, donde sólo los canes son capaces de soltar las verdades que sus dueños no se atreven a esbozar, pero jamás pensé que la opinión de un perro fuese tan relevante en el caso Madeleine. Y que tuviera un portavoz. Era un perro policía, pero pronto tendremos al perro del PP, que ladra cuando se rompe España, o al de CC, que mueve el rabo cuando ve que un juez o un fiscal andan cerca, es infalible, oye. Que declare el perro, que suba a la tribuna y que después su jefe de prensa nos lo explique bien, como el mejor veterinario Hace un día de perros, me voy a casa. Allí me espera un caniche y ya lo decía el clásico: cuánto más conozco al hombre, más amo a mi perro
Federico Utrera
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