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El comportamiento electoral en Gran Canaria

Manifestación del sector tomatero en Las Palmas del Gran Canaria en 1984

Omar Batista

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La isla tiene casi 850.000 habitantes, una ciudad donde se concentra prácticamente la mitad del total y uno de los ambientes políticos más conflictivos, junto a La Laguna, de todo el Archipiélago.

Lo primero que le viene a la cabeza a un tinerfeño sobre qué puede particularizar a Gran Canaria en su comportamiento electoral respecto a Tenerife es probablemente que la primera sí ha tenido cambios de gobierno, mientras que la segunda no. Entender por qué, y poner el acento en qué determina la idiosincrasia de la isla va a ser el cometido de este artículo, donde voy a incidir en tres causas y tres consecuencias que creo que marcan la diferencia respecto al resto.

Tres Causas

1. Tener una gran ciudad en llano, la Delegación del Gobierno y un puerto como el de La Luz es determinante. Esto produce una mayor identificación de la ciudad con los posicionamientos que se dan en el resto de ciudades similares de España, donde tradicionalmente ha habido un bloque de derechas y otro de izquierdas que compiten entre sí. Que en una ciudad las posiciones políticas estén más radicalizadas que en las zonas rurales se ve también claramente en Las Palmas de Gran Canaria, donde CC o NC tienen grandes dificultades para tener éxito, mientras que obtienen buenos resultados en Telde, Gáldar, Santa Lucía o Guía.

2. La eterna lucha de Las Palmas contra Santa Cruz, o Santa Cruz contra Las Palmas, por el control de Canarias, también ha marcado la idiosincrasia de los habitantes de Gran Canaria, la cual siempre ha tenido que estar reivindicándose respecto a la isla que ha tenido mayor control de las relaciones con Madrid a lo largo de la historia.

Los pactos tácitos y expresos entre 1982 y 1993 suavizaron la rivalidad entre ambas ciudades, y han permitido el desarrollo de las hoy dos capitales del Archipiélago evitando un enfrentamiento continuo como el que hemos visto en otros momentos. Tal es así, que hoy en día sería impensable que naciese un partido político que tuviese como objetivo principal responder a unos supuestos intereses contrarios a los de la otra capital, como ocurrió en Tenerife con la creación la Agrupación Tinerfeña de Independientes en 1983. Es interesante ver como Tenerife ha producido un partido propio a través de enfrentar a su gente con la de Gran Canaria, mientras en esta isla ese espectáculo – que se intentó con la AIGRANC – nunca ha dado los mismos frutos.

3. La participación electoral ha sido siempre más alta. Tanto en términos relativos como en términos absolutos, la provincia oriental siempre ha votado más que la occidental, y Gran Canaria más que Tenerife. Y es que aunque Tenerife siempre ha tenido más habitantes, nunca ha superado a Gran Canaria en número de votos válidos. Valga decir que en el referéndum de entrada a la OTAN, Canarias se negó, precisamente por la mayor participación que hubo en la provincia oriental hacia el NO, donde se superó en diecisiete puntos al SÍ.

Tres consecuencias:

1. Más conflicto y menos centro. Esto es lo que se ha dado en Gran Canaria de un tiempo a esta parte. Ya en los tiempos de la República lo veíamos, con una fuerte presencia de la CEDA y el Frente Popular. Mientras en Tenerife ganaba las elecciones el Partido Republicano de Tenerife – adscrito al Partido Republicano Radical - en Gran Canaria se producían alternancias similares a las del resto del país. Además, una vez en el periodo constitucional actual, cuando se disuelve la UCD en Gran Canaria, parte de sus líderes recalan en el Partido Popular y ganan elecciones durante años. Mientras en Tenerife – como sabemos - forman Coalición Canaria desde Santa Cruz de Tenerife, un partido que ha destacado precisamente por generar consenso y basar su política en evitar el conflicto inherente a la política para mantenerse en el poder.

La traducción de las iniciativas políticas nacidas en Madrid es más similar en Las Palmas que en el resto del Archipiélago, a razón fundamentalmente de su urbanidad, no de una menor canariedad que Tenerife, la cual, aunque con un contenido ideológico más laxo y banal, ha tenido más capacidad para generar identidades políticas propias que Gran Canaria.

2. Más izquierda, más cambios. Normalmente la provincia oriental de Canarias en general, y la isla de Gran Canaria en particular, ha sido un lugar más cómodo para las fuerzas políticas de izquierda que el resto del territorio. El hecho de que haya habido más fortaleza para la izquierda, hace que se puedan producir más cambios desde las instituciones, esto es lógico. Esta dinámica la atestigua tanto el triunfo de la Unión del Pueblo Canario en las primeras elecciones municipales, los sucesivos gobiernos de PSOE al frente de varias instituciones, o los altísimos resultados de Podemos en las últimas Elecciones Generales.

Ojo, los cambios y las alternativas no vienen porque gobierne la izquierda o la no izquierda, no se trata de eso. Los cambios vienen porque hay alternancia política y contraste de ideas. Cuando una formación está al frente de una institución y tiene que hacer algún tipo de esfuerzo en competir para que otro no le supere es cuando se genera un ambiente propenso para que la democracia sirva de algo y los representantes trabajen por mejorar lo que es de todos. Cuando una formación está al frente de una institución y no se produce competencia – o las normas mínimas de competencia están alteradas, como ha venido ocurriendo en las elecciones al Parlamento de Canarias de un tiempo a esta parte – es bastante difícil que las utilidades de la democracia saquen su cuerpo a relucir.

3. La existencia de un partido nacionalista como Nueva Canarias, y el enfrentamiento de este a un nacionalismo español conservador, generan en Gran Canaria una situación bastante atípica respecto al resto del Archipiélago, donde las razones para hacer política desde partidos canarios suele estar motivada por la afirmación de una isla contra otra, y no por un planteamiento archipielágico como el de Nueva Canarias. Así la isla destaca por identidades que van más allá de sí misma, y no por las que se dan en torno a enfrentar una isla con el resto de territorios, viviéndose una mayor pujanza tanto del nacionalismo canario como del español, dimensión en la que Tenerife participa menos, tal como hemos visto en artículos anteriores.

En resumidas cuentas, que la urbanidad es clave, y que son las condiciones de una ciudad de determinadas dimensiones e intensidades las que producen un desarrollo social y político diferenciado. La orografía y tener una playa natural ayuda.

No sabemos que pasará en el futuro, pero parece que esa no auto-afirmación de Gran Canaria que redactamos en las “causas” puede ir cambiando en próximos comicios, de la mano de Antonio Morales. Lo cual sumado a una previsible salida de CC del Cabildo de Tenerife, podrían dar la vuelta a la tortilla de las identidades insulares en Canarias, donde al menos una cosa es segura: la diversidad que emana de nuestras diferencias no está siendo un obstáculo para la construcción de unas Islas más unidas, y es que no somos más similares entre nosotras, si no que de a poco estamos aceptando una mayor heterogeneidad dentro nuestra identidad, donde antes ser canario estaba más focalizado en la insularidad, y hoy más en el Archipiélago.

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