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La heterogeneidad inicial de Coalición: el pan-insularismo

José Carlos Mauricio en un mitin del PCE.

Omar Batista

¿Tras 23 años en el poder cómo es posible que Coalición Canaria mantenga una cohesión tan sólida, siendo los partidos que la formaron tan diferentes entre sí?

Es muy sencillo, y para entenderlo hay que reparar en las primeras medidas que toman tras la llegada de la alianza al poder. CC genera una serie de cambios institucionales que produce que los partidos de las islas no capitalinas dentro de la coalición dependiesen en exceso de los de las islas capitalinas, paliando el desequilibrio que genera el reparto de escaños según isla. A su vez crearon una serie de normas no escritas para el equilibrio de los cargos de Tenerife y Gran Canaria.

Sabemos que CC en Gran Canaria estaba formada por ICAN y el CCN (escisión del CDS), en Tenerife por ATI, ICAN y PNC, y en las islas no capitalinas por respectivos partidos insularistas, todos alrededor del centro-derecha, menos la Asamblea Majorera de Fuerteventura.

Tras el pacto que da origen a la moción de censura de 1993, CC se presenta a las elecciones canarias de 1995, llegando al Gobierno ya por la vía electoral, en la persona de Manuel Hermoso, exlíder de la UCD de Tenerife. Un año más tarde, CC se presenta a las Elecciones Generales de 1996, obteniendo cuatro representantes, encabezando la candidatura el ya exlíder del PCE en Canarias; José Carlos Mauricio.

Este detalle es interesante, pues demuestra una constante: Gran Canaria normalmente es más fértil para la izquierda, y Tenerife más para la derecha. A su vez, la derecha de Gran Canaria se connota como más españolista que la de Tenerife. No nos confundamos, esto no quiere decir que los conservadores tinerfeños sean más moderados que los grancanarios; los chicharreros se expresan a través de una identidad política con marcado carácter insular o pan-insular, mientras en Gran Canaria, las personas que pretenden “mantener las cosas como están” normalmente se han expresado dentro de la bandera del partido conservador a nivel nacional, careciendo esta isla históricamente de un partido insular propio capaz de representar a sus élites.

Volviendo con las reformas adoptadas por CC a su llegada al poder: el partido tiene una posición muy cómoda en su momento fundacional. Apoya al Gobierno de Aznar en Madrid, y tiene un pacto con el PP en el Parlamento de Canarias. Esto le permite trazar una serie de reformas dentro del Estatuto de Autonomía, las cuales participan de forma decidida en la estabilización de sus resultados electorales hasta nuestros días.

Estas consistieron en la subida de los porcentajes de voto mínimos exigidos para entrar en PARCAN, tanto a nivel insular (30%), como a nivel archipielágico (6%). Así, los partidos políticos de las islas no capitalinas, como PIL, AM, o AHI, con resultados que llegaban al 20 por ciento hacia 1991 no pudieron presentarse más nunca en solitario, en tanto que a partir de la reforma eran incapaces de llegar al mínimo exigido.

Hasta la salida de Román Rodríguez de CC, proveniente de ICAN, y la consiguiente creación de Nueva Canarias en 2005, Canarias vivió una etapa de estabilidad política larga y duradera en la mayoría de islas, siempre a través de Coalición Canaria. Esta estabilidad parte no sólo de la coordinación electoral de los diferentes, sino de una anulación del eje izquierda-derecha a favor de una supuesta activación del eje identitario, en un momento de formación tardía del sistema autonómico en Canarias.

Sabemos que el éxito de CC pasa en gran medida por haber sido capaz de canalizar la identidad de cada isla - menos en Gran Canaria y La Gomera - a través de un partido político que representase una especie de consenso político insular. Anular el eje ideológico en pro de la identidad hegemónica de cada pueblo (isla) no es nada nuevo, se estudia como un método populista de hacer política, y es muy común – y de vanguardia - en la producción de identidades en Latinoamérica y el Sur de Europa: se trata de romper el eje tradicional, representando una identidad política idílica, ambigua y virtuosa capaz de hallar en la centralidad del tablero otro “nosotros”.

Como digo, la excepción la ponían Gran Canaria y La Gomera: la primera por tener un comportamiento electoral mucho más similar al del resto de España, y la segunda por la hegemonía omnímoda de Casimiro Curbelo Curbelo en la isla colombina. Tal es así, que incluso tras más de veinte años en el poder en la isla, una vez el PSOE prescinde de su figura, este funda su propia iniciativa política (ASG), logrando más de la mitad del voto válido en las elecciones a Cabildo y Parlamento de Canarias.

Hoy día existe una discusión entre los jóvenes estudiosos de la ciencia política que tratan la cuestión canaria, como Ayoze Corujo o Carlos Fernández, donde se trata de entender si el éxito electoral de CC reside más en haber sido capaz de producir una propuesta política que evitase la agresividad inherente a los extremos, si bien se trata de que han sabido canalizar “lo canario” mejor que otros, o si por el contrario simplemente beben de los ritmos de los partidos localistas que huyen las grandes discusiones ideológicas de carácter nacional o continental.

De primeras podemos decir dos cosas: que las identidades políticas en una isla no se construyen de la misma forma que en un continente, y que está demostrado - según estudios del propio Ayoze Corujo - que los votantes de CC no presentan mayores niveles de “identidad canaria” que los de PSCa o Podemos Canarias.

Como vemos, los movimientos políticos relacionados con nuestro Archipiélago han venido estando íntimamente condicionados por el hecho de que somos islas. Hoy, a las puertas de unas nuevas elecciones canarias en mayo de 2019 estamos en condiciones de decir que las dinámicas que conocemos se van mitigando en la mayoría de islas, donde, a excepción de El Hierro y La Gomera, vemos como el eje izquierda-derecha o el viejo-nuevo va pesando sobre las dinámicas pro-insularistas.

No solo es generalizado que los partidos tracen alianzas archipielágicas, como hace Nueva Canarias en la provincia occidental, o Coalición Canaria con el partido de Bravo de Laguna; Unidos Por Gran Canaria, sino que además los cambios aprobados en la última reforma del Estatuto de Autonomía van por el camino de la reducción de la visión insular que ha venido preponderando en los últimos cuarenta años en el sub-sistema político canario. Tanto la reducción del tope electoral autonómico del 6 al 4 por ciento, como la creación de una nueva circunscripción archipielágica, son medidas que van por la senda de buscar un Archipiélago que se piense a si mismo como conjunto, y no dividido en siete territorios enfrentados entre sí.

¿Qué escenario le espera a los partidos exclusivamente canarios que han venido bebiendo de este enfrentamiento entre las dos islas centrales y las no capitalinas? ¿Seguirá presente la dinámica que da más poder a los partidos de la derecha en Tenerife y más poder a la izquierda en Gran Canaria?

De seguro estamos ante un momento diferente de la política en nuestras islas, que traerá cambios de gobierno en varias instituciones.

Seguimos en el próximo capítulo.

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