Condicionantes de la actividad turística

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Una investigación promovida por la organización empresarial Exceltur prevé una actitud turística en lo que resta de año, bien es verdad que a un ritmo de crecimiento más lento, afectado por una serie de factores que pueden impulsarla o ralentizarla.

Desglosemos. 

Entre los primeros, valoran los empresarios la denominada movilidad internacional al alza, con mínimas restricciones entre los países europeos y los mercados de larga distancia, así como la eliminación de protocolos relativos a aforos o distancia social. 

Consignan también el tirón de la demanda embalsada y el ahorro acumulado, denominaciones con las que se alude a las ventajas acumuladas durante la pandemia de la COVID-19, al haberse contenido considerablemente el gasto vacacional. Se trata de los viajes que no se pudieran realizar durante dos años, de acuerdo con los datos que arrojan las búsquedas de viajes, ventas empresariales y programación de ferias, congresos y convocatorias promocionales. En el otro platillo de la balanza, hay que decir que existe una serie de elementos negativos que seguirán condicionando la evolución de las ventas y la recuperación de márgenes empresariales.

La apuesta por los destinos turísticos españoles hecha por lo operadores es otro hecho a tener en cuenta partiendo de que la conectividad aérea para octubre y noviembre alcanza niveles previos a la crisis sanitaria.

Ello también incide en la temporada alta en Canarias y un buen desempeño de los destinos urbanos de la mano de la actividad MICE (Congresos, Incentivos, Convenciones y Eventos), escapadas de viajeros nacionales y europeos estimuladas por la reactivación de la oferta cultural y deportiva. Será interesante contrastar la evolución del turismo americano cuya captación se inició meses pasados.

Por otro lado, la depreciación del euro frente al dólar permitirá que los destinos españoles se beneficien de un menor precio frente a enclaves 'dolarizados'. 

Hay que consignar también un calendario laboral propicio para escapadas, con importantes puentes festivos en España en noviembre y diciembre. Se espera una notable reactivación de los viajes al exterior, según las ventas previstas de los principales grupos de agencia de viajes. Pensemos en que, según datos del Banco de España, el gasto de los españoles en el exterior creció un 2,3 % entre mayo y julio pasados respecto a 2019.

Por último, se consolida el teletrabajo el cual favorece escapadas de mayor estancia combinando ocio y trabajo. En todo caso, según se desprende de la investigación, el deseo de viajar sigue animando la actividad turística.

Veamos ahora los factores de ralentización.

En primer lugar, los altos costes energéticos, con la incertidumbre de un posible corte de suministro por parte de Rusia, que continuarán lastrando los márgenes de las empresas turísticas; a los que hay que asociar la prolongación del encarecimiento de los desplazamientos turísticos debido al elevado precio del barril de petróleo. Una situación que se puede ser agravada en las compañías sin coberturas para los próximos meses.

En Exceltur, prevén que los elevados niveles de inflación se mantengan en los próximos trimestres, aunque en una senda de moderación, circunstancia que podría redundar sobre los costes laborales si se establecen revisiones salariales “con incrementos disuasorios e inasumibles”, precisa Exceltur.

Finalmente, no hay que olvidar las perspectivas de enfriamiento de la actividad económica global y el empeoramiento de la confianza de los agentes económicos, que podrían afectar a las decisiones de viaje de los ciudadanos.

El problema va a ser que los hogares y las empresas podrían perder capacidad de gasto ante el incremento de los precios, por encima de los salarios, y una menor riqueza financiera e n los próximos trimestres, sobre todo en nuestyros principales mercados emisores. Atentos, en este sentido, a la tendencia de cierta depreciación de la libra que, en la práctica, debe repercutir en la capacidad de gasto del mercado británico. Y ya que advertimos de factores económicos que ralentizarían la actividad turística, tengamos presente la competencia en precios de otros destinos mediterráneos, o sea, aquellos favorecidos por devaluaciones de su moneda, como Turquía, donde la lira acumula una depreciación superior al 70 % frente a la libra y euro en lo que va de año.

En fin, la incertidumbre económica no impedirá los desplazamientos vacacionales pero los factores de riesgo subsisten. Es lo que no hay que perder de vista.

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