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Crecimientos sin convergencia
Era el año 1999. El Producto Interior Bruto (PIB) per cápita de Canarias alcanzaba el 99,63% sobre un índice 100 de España, intentando alcanzar la convergencia total con el resto del Estado, aspecto sobre el que se había intensificado el trabajo tras el ingreso en Europa como país y región de pleno derecho, más allá de consignas geográficas. Pero, a partir de ese año, se orientó la situación hacia la divergencia, colocándose la cifra en el 81,35% en 2019. Es decir, mientras que, de media, a nivel nacional, le conciernen a cada habitante 100 euros procedentes del crecimiento económico, si resides en Canarias te corresponden 18,65 euros menos. Pero ¿qué ocurrió para que una senda de crecimiento paulatina se tornara divergente? ¿Qué había cambiado?
Hay partes que piensan que cambios institucionales exógenos marcaron el desarrollo de los acontecimientos. Canarias estaba dejando de ser denominada región Objetivo número 1, que son aquellas regiones con un PIB inferior al 75% de la media comunitaria, por lo que se iba minorando la intensidad de las compensaciones. Otras teorías plantean que se asistieron a cambios estructurales endógenos en base a determinadas decisiones legislativas que condicionaron la senda de crecimiento económico del Archipiélago. Y, sabiendo que hay más, hay una tercera, muy plausible, que se basa en la evolución de la población.
Sobre esta última, lo primero que hay que tener en cuenta es que el PIB per cápita nace de una simple división entre el PIB y la población y, como cualquier cociente, si el incremento del numerador es superior al del denominador, crece. O viceversa. Además, en este caso concreto, hay que referenciarlo a la media nacional. Es decir, ¿significa que la divergencia experimentada venga motivada por una caída del crecimiento económico en Canarias? No. Significa que el crecimiento, o ha sido menor, o la población entre la que se reparte crece a tasas porcentuales superiores a la media.
Según los datos disponibles, entre 1999 y 2019 en España el PIB creció en un 108,95%, mientras que en Canarias el incremento fue del 97,35%. Desde la perspectiva de la población, en el mismo periodo de tiempo, mientras que a nivel nacional el incremento fue del 16,38%, en el Archipiélago el porcentaje fue del 28,74%. Es decir, en ambos casos se crece, pero a intensidades diferentes, dando como fruto la desviación presentada.
Además, Canarias teniendo una estructura poblacional más joven dentro del conjunto nacional, en los últimos años se ha producido un envejecimiento relativo, con un ensanchamiento en la parte central de la pirámide poblacional hasta convertirse en un rombo, con una densidad de población superior a la del resto del Estado.
Entonces, ¿es posible un crecimiento sin convergencia? Sí. De hecho, los modelos de crecimiento endógeno plantean que la capacidad de avance técnico de cada región está sujeta a trayectorias en función de sus potencialidades y estructuras económicas. Por ello, recuperemos la política económica regional atendiendo a las necesidades de cada una de las partes con un objetivo último: la cohesión económica y social de la población debido a que los territorios vienen conformados por las personas que viven en ellos.
Por lo que actuación central debe centrarse en que todos sus habitantes puedan beneficiarse del progreso concreto de ese territorio. La idea es tratar de determinar cuáles son los factores clave y razonar si seremos capaces de influir sobre ellos a través de la acción política, económica y social, diseñando las estrategias adecuadas. Lo demás, teoría.
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