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Los cuadros de Eva

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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En esta ocasión me centraré en la figura de una artista plástica con quien tengo el enorme placer de compartir unos cuantos momentos en donde resido. La realidad es que mi relación con la persona que da nombre a esta columna me llegó, no por mi querencia hacia el mundo del arte, sino por su trabajo en común con mi pareja. De todas formas, mi primer contacto con el mundo creativo de Eva fue, a través de su trabajo, dentro de una exposición tan sorprendente como atractiva.

Y recalco la palabra sorprendente por una razón muy simple. En aquella exposición a la que pude asistir, hace ya un año, la temática fundamental de toda la obra era la relación entre el hombre y la máquina. Una relación simbiótica similar a la que mantenía, por ejemplo, el T-800 de la primera película de Terminator.

La diferencia es que los personajes que pinta Eva no representan el lado “perverso” de la tecnología. Sus personajes viven en nuestro mundo, con sus diferencias, como cualquiera de nosotros. Su belleza y fealdad es la misma que se puede encontrar en la raza humana. Puede que su mujer biónica, imagen recurrente de la exposición, sea el siguiente escalón de una evolución natural a la que muchos se oponen, empeñados en que la ignorancia y el oscurantismo dominen nuestro mundo.

Además, en la obra de Eva, hay influencias claras de autores literarios tan importantes como Philips K. Dick, Isaac Asimov, William Gibson, o Harlan Ellison. Todos han teorizado en sus novelas sobre cuáles serían las relaciones entre el ser humano con la llamada IA ?Inteligencia Artificial- o con los cyborg, seres que mezclan cualidades humanas con componentes mecánicos. Bien es cierto que, en la mayoría de los casos, estas relaciones son complejas y, en algunos casos, violentas. Pero no es menos cierto que, en el futuro, estas relaciones deberán replantearse si la raza humana quiere sobrevivir en un mundo cada día más castigado por los excesos de la sociedad de los hombres.

Puede que los cuadros de Eva sean sólo la antesala de ese futuro técnico y mecánico que, por ahora, es sólo patrimonio de los laboratorios de investigación, las películas y las agencias de noticias japonesas. No obstante, lo más sorprendente de todo, no sólo es la calidad de su trabajo-enmarcado dentro del estilo figurativo- sino las mencionadas influencias, viniendo de una artista nacida y criada en nuestro país. Está claro que el talento no tiene un lugar escogido para nacer, pero hay lugares donde la creatividad está bien considerada y otros en donde ser creativo es sinónimo de muchas cosas y ninguna buena. Y, perdónenme por lo que voy a decir, pero España, todavía responde a esa última afirmación.

Da la sensación que ser creativo ?en una geografía como la nuestra- trae aparejado el ser inútil, bohemio, e improductivo y que, además, no le aporta ningún beneficio a la sociedad bien pensante. Para explicarlo podría recurrir al famoso libro del creativo publicitario francés Jaques Séguéla, No le digas a mi madre que trabajo en publicidad. Ella cree que soy pianista en un burdel. El estigma de la creatividad no es exclusivo de nuestra geografía sino que se puede encontrar en países mucho más avanzados en materias culturales como Francia. Según Séguéla, estaría mejor visto trabajar en una casa de “alterne”, tal y como se decía en los años cuarenta y cincuenta, que admitir que uno trabajaba de creativo en una agencia de publicidad.

Si a todo ello sumamos que las influencias de Eva le vienen, en buena parte, desde el género fantástico, tanto literario como cinematográfico, en un país donde dicho género sigue estando en el “vagón de cola” en relación con el resto de los géneros, la mezcla no puede ser más explosiva. Aún se mantienen los tópicos en relación a los gustos que cada sexo debe tener, sobre todo cuando se habla de expresiones artísticas, pero Eva rompe con dichos tópicos de una manera genial.

Imagino, también, que una de las razones por las cuales no reside en su país natal se sustenta en la diferente vara de medir que para con las mujeres se tiene en un país como el nuestro, en total disonancia con el país en el que residimos, lugar en donde ser mujer es sólo una cuestión testimonial en relación con el sexo de la persona y poco más.

Para acabar de rematar su disidencia con lo que se espera de una joven artista española, Eva es la impulsora de una empresa llamada de3sabores ?un sueño de tres cabezas pensantes, amigas para más señas- la cual está dedicada al llamado Arte Complementario. Si tienen un momento, visiten su menú en www.de3sabores.com, donde podrán descubrir a qué se refiere la artista con la expresión Arte Complementario.

De todas maneras, lo que mejor define a Eva es su coherencia creativa. Me explicaré. Hace una semana visité una exposición coral de más de un centenar de artistas residentes en Finlandia. Como en botica, allí pudimos ver de todo. Desde obras pequeñas y de carácter minimalistas hasta obras de gran tamaño, ideales para una sala de reuniones o el hall de un gran hotel ?cuadros que se adquieren por sus dimensiones, no por su calidad artística-.

Y, en medio de todo, allí estaban tres de sus cuadros, de los de su serie biónica. La realidad es que te podrían gustar o no, pero Eva no se había rendido a otros estilos, más solicitados y vendidos.

Esto no significa, como ella misma me comentó, que no estuviera dispuesta a pintar un cuadro con un estilo totalmente distinto al suyo. En este mundo hay que saber adaptarse, pero otra cosa muy distinta es jugar en muchos campos a la vez para tratar de contentar a un posible comprador que, lo único que busca, es un cuadro que haga juego con el color de las cortinas de su casa.

Eva, en definitiva, representa la coherencia que todo artista y toda persona debe aspirar lograr en su vida, muy lejos de muchos de los ejemplos que pude ver en la exposición a la que ambos asistimos en la ciudad de Helsinki.

Eduardo Serradilla Sanchis

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