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Dejemos las celebraciones para otro momento
Celebrar, si se pude llamar así, el Día Internacional de la Mujer, leyendo un informe de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la UE que destaca que 62 millones de europeas han sido víctimas de violencia machista, que una de cada tres mujeres ha experimentado agresiones físicas o sexuales pero sólo el 34% denuncia los hechos más graves, y que un 12% fueron víctimas de agresiones sexuales en la infancia y un 43%, 80 millones de europeas, han experimentado violencia psicológica por parte de alguna pareja, es devastador.
Es cierto que el mismo informe dice que los datos en España son bajos con respecto a la media, pero aún así, en nuestro país, el 22% han sufrido violencia física o sexual, el 28% durante la infancia y un 20% sufren violencia psicológica. Datos aterradores que nos muestran una modalidad de terrorismo que ataca sin hacer ruido y sin que nos demos cuenta.
La única manera de combatirlo es con una fuerte apuesta institucional mediante la inversión pública en prevención educativa, por un lado, y acción policial y judicial que lo aplaque por otro. La contención del déficit no se puede anteponer a las personas, y los recortes en esta materia ponen en serio peligro a muchas mujeres y a otras tantas las condena a muerte.
Ahora que no solo hay que luchar contra esta lacra sino también hay que luchar para que las instituciones garanticen los medios, se hace más necesario que nunca un posicionamiento claro y rotundo al respecto. Estamos en un momento en el que los hombres tenemos la obligación de recoger el testigo y ponernos al frente de una manera decidida.
Hace mucho tiempo que dejó de ser un problema de ellas para convertirse en un problema de todos y ya no vale mirar para otro lado, y menos ahora que poco a poco se están malogrando todos los avances obtenidos. Y es que por primera vez en 40 años la tasa de actividad femenina ha descendido, lo que significa que se está expulsando a las mujeres del empleo. El 80% de los contratos a tiempo parcial son para ellas y por lo general además, tienen salarios más bajos que los hombres aunque desempeñen la misma responsabilidad. Las mujeres deberían trabajar 82 días más al año para poder cobrar lo mismo que los hombres.
El desmantelamiento de la Ley de la Dependencia les perjudica especialmente, al ser ellas las cuidadoras de los dependientes, de nuestras personas mayores en más de un 90% de los casos. Por no hablar de la modificación de la Ley del aborto que las condena a la clandestinidad y a la edad media.
Han perdido empleo, derechos laborales con la reforma laboral, derechos sociales, han perdido en igualdad, en libertad y en protección frente a la violencia de género. Con estos datos en la mano, lo mejor es dejar las celebraciones del Día Internacional de la Mujer para otro momento y ponernos a recuperar lo que nos han arrebatado.
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