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El efecto mariposa
La velocidad de transmisión de las noticias ha experimentado una aceleración significativa a lo largo de los siglos, pasando desde la comunicación oral hasta la inmediatez de la información en la era digital actual. Cada avance tecnológico ha contribuido a reducir el tiempo que tardan las noticias en llegar a su destino. En principio, los hechos se propagaban a través de relatos de boca en boca y mensajes entregados por personas que viajaban a caballo o a pie, donde la limitación de la distancia y la lentitud del medio era un signo de identidad. Luego, con el tiempo, se desarrollaron sistemas que utilizaban algún medio de transporte más dinámico y resistente a través de la construcción de determinadas infraestructuras que aligerara la conectividad. Especial incidencia tuvo la generación en masa de información escrita porque aceleró la velocidad de distribución. Más tarde, la invención del telégrafo revolucionó la comunicación a larga distancia debido a que las noticias podían transmitirse instantáneamente. Ya, a finales del siglo XIX y principios del XX, el teléfono se convirtió en un medio de comunicación crucial donde se pudieron tender cables submarinos para conectar continentes, permitiendo una comunicación más rápida entre diferentes partes del mundo. Posteriormente, la radio y la televisión se convirtieron en medios clave porque permitieron escuchar y ver eventos en tiempo real. En la actualidad, con la llegada de internet en las últimas décadas del siglo XX ha cambiado la velocidad de transmisión de hechos dado que se accede a audiencias globales en segundos.
Esta evolución de la comunicación ha generado que, en el tablero geopolítico internacional, la globalización ha hecho que todas las regiones se entrelacen, moldeando el destino de cada una de ellas donde se asiste a una interacción de factores políticos, económicos y culturales en la toma de decisiones. Una de las formas más evidentes en que la geopolítica influye en la economía es a través de los precios y, por ende, a la distribución de bienes y recursos naturales. De hecho, la disputa por el control de estos recursos ha llevado a conflictos y tensiones con las que convivimos en la actualidad, donde el ejemplo más claro lo tenemos en el Oriente Medio y sus bifurcaciones en el espacio cercano, como es el Mar Rojo, donde ha modificado los patrones en tiempo real del tráfico marítimo internacional y, por lo tanto, del comercio, al no utilizar el Canal de Suez. Y, teniendo en cuenta que hace menos de dos meses los precios estaban en 1.500 dólares por contenedor para la ruta Asia-Europa, estos han experimentado un crecimiento del 300% más allá del incremento de la duración en casi 20 días en lo que a su distribución se refiere, lo que terminará por repercutir en el consumo porque, aunque se descartan problemas de desabastecimiento porque la oferta y la demanda están equilibradas, sí puede haber retrasos en las entregas más allá de su encarecimiento.
Aunque parezca un discurso de los años noventa, la globalización sigue su curso y ha intensificado las interacciones entre regiones, así como la repercusión de las acciones, donde la estabilidad y la confianza son valores en sí mismo. Por esa razón, para tomar acertadas decisiones en materia de política económica o en procesos privados de inversión, el comprender las interconexiones existentes es esencial para anticipar los desafíos y las oportunidades que nos enfrentamos. De lo contrario solo vemos respuestas en materia de precios o disponibilidad y nunca sabremos por qué cuestan las cosas lo que cuestan o por qué se tarda tanto en tenerlas.
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