Espacio de opinión de Canarias Ahora
El espíritu de la ley
Garzón es un juez estrella que puede acabar estrellado, un magistrado irregular que no contenta ni a tirios ni a troyanos. En su dilatada carrera en la Audiencia Nacional ha tocado las narices a la derecha y a la izquierda y por eso ni una ni otra están enteramente con él.
Ahora es el PSOE el que le hace la ola, pero antes se la hizo el PP, sobre todo cuando abjuró del Gobierno de Felipe González que lo persuadió para que le acompañara de segundo en la lista al Congreso de los Diputados por Madrid.
Cuando el juez dijo sí a González, la derecha lo frió a palos, pero luego, cuando abandonó el entorno socialista con cajas destempladas, la misma derecha lo consagró. Posteriormente, cuando metió en la cárcel sin solución de continuidad a media cúpula de ETA, tanto el PP como el PSOE lo subieron a un altar sin distinguir entre terrorista y abertzale.
Cuando Garzón fue sorprendido practicando la caza mayor con el ex ministro de Justicia Mariano Bermejo, el PP lo crucificó y logró la renuncia del entonces fiscal en excedencia. Pero cuando metió sus narices en el caso Gürtel, la derecha lo condenó a muerte.
Por eso el PP se ha unido ahora a la extrema derecha para acabar con la vida profesional de un hombre que investiga hasta la extenuación la corrupción política del partido conservador. La derecha, que sólo tiene una memoria histórica selectiva y discriminatoria, quiere ver a Garzón fuera de la carrera judicial. Igual el día que lo necesite ya no está.
Por lo pronto Falange, que no cree en la democracia, se apoya en ella para llevarlo al banquillo. Igual que aquellos esquiroles que se aprovechaban del sacrificio de los huelguistas para luego exigir los primeros, si la protesta era fructífera, sus reivindiciones. Dan asco porque huelen a mierda.
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