Gana Saavedra

Aunque es más que probable que lo todo lo tuviera pensado hace tiempo, Jerónimo Saavedra ha vuelto a actuar con parsimonia, con la elegancia florentina que siempre ha caracterizado su carrera política. Si en su primera crisis, la que tuvo como epicentro su propio equipo de gabinete de la Alcaldía, se saldó con una teórica pérdida de maniobra para Teresita Morales, ahora puede decirse que la primera teniente de alcalde ha recuperado poder. Y lo ha incrementado.

No solamente emergen dos de los valores más prometedores del socialismo canario, Isabel Mena y Augusto Hidalgo, siempre alentados por Morales; no solamente adquiere más rango el concejal de Movilidad y Policía, Jesús González Dumpiérrez; no solamente asume ella la tarea de los servicios jurídicos de la Corporación, es que, además, se debilitan los considerados lejanos a su ascendente, empezando por el jefe del Gabinete de la Alcaldía, Miguel Saiz (objeto de próxima remodelación) y continuando por los concejales Rodolfo Espino y Fernando Navarro.

El primero pasa de segundo a cuarto teniente de alcalde, una caída en el escalafón que se ha justificado en base a motivos de operatividad, dada la permanencia continuada de Dumpiérrez en la ciudad ante eventuales sustituciones. Pero Fernando Navarro sale muy tocado de esta crisis al arrebatársele Recursos Humanos en favor de Augusto Hidalgo.

La gran asignatura pendiente de la Relación de Puestos de Trabajo (RPT) municipal y la reordenación del personal se le ha atragantado y ha pasado a estar en manos de uno de los pocos concejales considerado político con mayúsculas. Además, se le acaba de marchar uno de sus fichajes más sonados, el hasta ahora jefe de los servicios jurídicos, Francisco Úbeda.

Por lo demás, interpretar que el ascenso de Néstor Hernández, la acumulación de poder en sus departamentos y su nueva consideración de “hombre fuerte municipal” responde a movimientos internos en el PSC de Las Palmas de Gran Canaria, parece de momento bastante aventurado. Cierto que Hernández llegó a la política de la mano de Arcadio Díaz Tejera, pero más cierto es que no es un socialista al uso, entendiéndose como tal un dogmático abrazado a una corriente concreta de por vida. Se ha adaptado perfectamente a los nuevos tiempos y está llamado a protagonizar muchas cosas en el futuro.

Se le viene encima una tarea difícil que comenzará con la remodelación del equipo que dejaron Carmelo Padrón y Carolina Darias y que continuará con los proyectos iniciados y los que quedan por acometer en este mandato tan accidentado.