Espacio de opinión de Canarias Ahora
Granadilla y César Manrique
La denuncia y protesta siempre es positiva y válida cuando va cargada de razón y como recuperación de lo justo, pero luchando con el ejemplo de nuestros actos ante la propia vida con la dialéctica y ayuda de nuestra palabra ante medios tan persuasivos como la televisión, la radio y la prensa. Es hora de formular con la mayor energía una denuncia sobre la destrucción del medio natural que se está fraguando en las islas Canarias, destrucción que es un ejemplo más de las atrocidades cometidas contra la inteligente energía de la madre naturaleza en las diferentes latitudes de la Tierra.
La legislación existente para frenar la destrucción sistemática de la isla es caduca y reaccionaria. A todo esto hay que añadir la postura incomprensible del gobierno de Canarias, que apoya y defiende toda especulación que se cierne sobre la isla alegando que ésta es la única salida a su maltrecha economía. Lo que el Gobierno no quiere ver es que si se arruina el territorio insular, masacrando su geografía, destruyendo su sistema vulcanológico y aniquilando las expectativas de vida, en un futuro muy próximo la existencia de los habitantes peligrará.
Todo lo dicho hasta ahora fue escrito por César Manrique hace más de 25 años. Los escribió cuando la autonomía política de las islas daba sus primeros pasos. No se imaginaba César que después de dos décadas de autogobierno liderado por una partido que se denomina nacionalista, amante de la tierra, defensor de lo nuestro, un 14 de marzo de 2009 decenas de miles de personas volverían a salir a la calle para repetir los mensajes que nos dejó en su libro “Escrito en el fuego” (1985, Edirca, Las Palmas de Gran Canaria). Tampoco se podía imaginar que la multitudinaria manifestación sería convocada por un grupo de científicos, cuyo portavoz,Wilfredo Wildpret de La Torre, es un doctor en Biología que precisamente ganó el premio César Manrique de Medio Ambiente otorgado por el mismo gobierno canario que ahora ignora los estudios científicos del profesor Wildpret de La Torre sobre los sebadales de la costa de Tenerife.
Al término de la manifestación el prestigioso profesor advertía que “es preciso aplicar con rigor el principio de precaución y proteger lo más valioso que nos queda del ecosistema litoral, ya que el desarrollo futuro se realizará en gran medida en las costas y los fondos inmediatos. Nos estamos jugando el futuro de nuestro privilegiado patrimonio natural.” Estas palabras las podía haber firmado César Manrique. El compromiso de César y de Wilfredo con nuestra naturaleza está fuera de toda duda. Sus mensajes dejarán huella durante muchas generaciones. A pesar de la multitudinaria manifestación popular, que convocó a decenas de miles de personas a pesar del apoyo de la mayoría de los medios de comunicación al Puerto de Granadilla, el gobierno canario sigue sordo ante las protestas de nuestra gente, y pretende dejar huella a su manera: con hormigón sobre sebadales desprotegidos, con la construcción de una regasificadora para distribuir una energía que tiene fecha de caducidad. Ya lo escribió César Manrique: “La miopía de unos gobernantes y el afán de riqueza de los especuladores están derrumbando irremisiblemente el futuro”. Granadilla es el penúltimo capítulo de una historia que se repite.
Juan GarcÃa Luján
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