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El puerto de Granadilla y los sebadales por Wolfredo Wildpret de la Torre Alberto Brito Hernández Jacinto Barquín Diez

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Para situarnos, comenzaremos hablando de la naturaleza e importancia del sebadal. Este ecosistema, estructurado alrededor de una planta superior (con flores, raíces y semillas), de nombre científico Cymodocea nodosa y conocida como seba, se desarrolla a modo de extensas praderas en los fondos arenosos costeros de las caras orientales y sur de nuestras islas y cumple una gran cantidad de funciones ambientales, muy valoradas en los países desarrollados: produce una gran cantidad de biomasa debido a su alta tasa de crecimiento; tiene una elevada biodiversidad con especies de flora y fauna propias; sirve de zona de reproducción y cría de muchas especies, incluyendo varias de interés pesquero (viejas, bocinegros, chocos, salmonetes, etc.); las raíces retienen la arena, impidiendo que caiga hacia las profundidades y regulando el flujo de la misma hacia las playas y dunas; depura el agua dentro de ciertos límites y la oxigena; es un importante sumidero de CO2, el gas de efecto invernadero responsable principal del cambio climático, contribuyendo en todo el mundo a disminuir las manifestaciones de dicho cambio ambiental, pues con sus eficaces mecanismos de fotosíntesis capturan constantemente este gas disuelto en el agua y lo incorporan en la biomasa, de forma que se mineraliza a través de la cadena alimentaria, favoreciendo por tanto su eliminación de la atmósfera. Sin embargo, se trata de un ecosistema muy sensible a las actividades humanas, particularmente a la contaminación y las obras litorales, y el modelo de desarrollo que se lleva a cabo en Canarias no favorece su conservación.

A pesar de tal importancia no los hemos protegido convenientemente en cada isla y sólo algunas praderas están incluidas en los LICs (Lugares de Interés Comunitario) de la Red Natura 2000. Contrariamente a lo que se ha dicho por parte de los responsables de la administración, este ecosistema no ha parado de reducirse en nuestro archipiélago en relación con la construcción de puertos, el vertido de aguas residuales y de escombros, la mala ubicación de jaulas de acuicultura y el dragado de arenas, habiendo desaparecido el único sebadal existente en La Palma y prácticamente también el de El Hierro y experimentado una notable reducción en las islas más pobladas, Tenerife y Gran Canaria. El caso de Tenerife es el más grave, pues prácticamente se ha perdido el incluido en el LIC de San Andrés y desaparecido los que se encontraban en el entorno de Santa Cruz, Las Caletillas y Güímar, además de estar muy afectados el de Las Galletas, Los Cristianos y otros de la costa de Adeje. Ahora, las obras del muelle de Granadilla pueden destruir el mejor conservado y más continuo de la isla y uno de los mejores del Archipiélago. Estas obras entullarán una parte importante del sebadal de Granadilla y afectarán al cercano LIC situado al sur del puerto, al verse interrumpido el flujo de sedimentos (en gran medida aportados por el Barranco del Río) hacia al sur por el dique; este aporte de sedimentos terrígenos mantiene el buen desarrollo del sebadal y es fundamental para la conservación de las playas y las formaciones arenosas costeras. Además, la contaminación que generará dicho puerto afectará también al LIC. La certeza de la ocurrencia de este importante impacto motivó la creación de un observatorio ambiental, cuya misión es velar para que el impacto sea mínimo aplicando las medidas correctoras adecuadas.

La pretensión de la administración medioambiental de descatalogar una parte del sebadal de Granadilla y rebajar la protección de la especie, a fin de facilitar la construcción del puerto, incomprensiblemente fomentada desde el mencionado observatorio, amenaza con degradar definitivamente uno de nuestros ecosistemas costeros más valiosos. La actuación del director de esta entidad en este asunto debería ir encaminada a cumplir con los objetivos para lo que fue creado, es decir la vigilancia para minimizar el impacto de las obras una vez iniciadas y no para facilitar que se hagan obras impactantes en el litoral. Desde el observatorio se dice que la seba (la planta) como especie no está en peligro y habría que cambiar la ley. Es cierto, pero también es cierto que la ley está mal al no contemplar de forma explícita la catalogación de un hábitat tan importante como las praderas de seba, de manera que sólo se han podido incluir algunas praderas en los LICs acogidas a la protección que les brinda la figura de “bancos arenosos someros”. Por lo tanto, hasta que no se proteja de verdad una parte importante de los sebadales, las medidas que se proponen son muy peligrosas y expondrían a estos valiosos ecosistemas a una degradación segura en todas las islas por todo tipo de obras y actuaciones en el litoral, creando además un inquietante precedente legal. Se habla de declarar nuevos LICs para conservar la superficie total del hábitat protegido, sumando espacios en otras islas, pero esto realmente no tiene sentido y en el caso de Tenerife no le aporta nada; lo importante no es la superficie total conservada sino el mantenimiento de las funciones ambientales allí donde son fundamentales. No se puede gestionar el medio marino como si Canarias fuera un territorio continuo de tipo continental.

Será necesario modificar la legislación, pero correctamente y con fundamentos, consultando a los expertos. En nuestro caso, es muy llamativo que la autoridad portuaria nunca nos haya consultado para evaluar alguno de los informes relativos a la naturaleza de la zona de Granadilla afectada por el puerto. En la situación actual y con las mencionadas propuestas se corre un gran riesgo de degradación intensa de los ecosistemas y los recursos naturales. En el estado actual, la justificación de la necesidad socioeconómica de cualquier actuación impactante y de la falta de alternativas debe ser muy clara, lo cual parece ser que no ocurre en el caso del puerto de Granadilla. La mala experiencia del puerto de Arinaga no parece haber servido para nada.

Es preciso aplicar con rigor el principio de precaución y proteger lo más valioso que nos queda del ecosistema litoral, ya que el desarrollo futuro se realizará en gran medida en las costas y los fondos inmediatos. Nos estamos jugando el futuro de nuestro privilegiado patrimonio natural.

Para finalizar, queremos señalar que las medidas correctoras que se plantean para minimizar el impacto del futuro puerto de Granadilla son de muy dudosa eficacia y muy costosas. Se habla de un bombeo mecánico de la arena que no cuenta con ningún aval técnico riguroso. Se plantea también trasplantar las sebas, proceso que nunca ha dado buenos resultados y los experimentos realizados en Canarias han sido un rotundo fracaso, como era previsible habida cuenta la bibliografía publicada sobre este tema. Hoy por hoy la tecnología no ha alcanzado un avance tan grande como para reproducir ecosistemas de funcionamiento complejo. Todo esto parece más bien un derroche importante e injustificable de dinero público.

* Universidad de La Laguna

Wolfredo Wildpret de la Torre Alberto Brito Hernández Jacinto Barquín Diez*

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