Ilustres regresos

Rato parecía haber encontrado una última etapa de oro –nunca mejor dicho- al frente del Fondo Monetario Internacional. No es que hubiese desaparecido del mapa de la actualidad. Todo lo contrario. Estaba en la cresta de la ola económica mundial. Pero, hay querencias. Sepultado en un mausoleo envidiable desde el que se manejaba más la materia que el espíritu, don Rodrigo (patronímico ligado a hazañas y belicosos temperamentos) retorna al escenario doméstico de la política nacional en el que no quiere jugar ningún papel de relevancia, dice. Pero, su presencia viene a significar que de aquí a las generales hay mucha tela que cortar en la nueva vestimenta moderada y centrista que le convendría vestir al PP cara a las urnas que vienen. Con Rato y Gallardón canturreando por los contornos de Génova, la cantata unitaria de Rajoy puede empezar a sonar a falsete desafinado. Don José Bono también se había retirado definitivamente de la política en pro de la vida familiar. Eso afirmó. Pero, definitivamente es otro palabro hueco en el politiqués nuestro de cada día: una jerga poco seria a la que la ciudadanía está terminando por acostumbrarse. Bono es, en la izquierda, lo que Gallardón y Rato en la derecha. Es el socialismo cristianizado, hogareño y patriotero capaz de encandilar hasta al beaterío más reaccionario del lugar. El ex ministro retorna a la política autonómica, olvidando declaraciones taxativas y determinantes, y Zapatero, que sabe del tirón del castellano, le ofrece la presidencia del congreso en la próxima legislatura. Cada uno que analice la oferta como quiera. Yo solamente señalo que los socialistas, con una suicida frecuencia, tanto aquí como en Madrid, venden alegremente las pieles de los osos y los frutos de los madroños antes de cazar a los unos y sin haber comprobado la existencia siquiera de los otros. Mal asunto, en mi modesta opinión, oigan.

José H. Chela