Inejecutable

Luego va uno y lo piensa mejor y, en efecto, imagina sentencias que no se pueden cumplir. Supongan, verbigracia, que un tribunal condena a muerte a un individuo y que el individuo se murió antes del fallo judicial. En ese supuesto, que es el primero que se me viene a las mientes, no sólo es inejecutable la sentencia, sino que hasta el propio condenado sería condenadamente inejecutable. Pero, coñas y disquisiciones a parte, el mareo al que el grupo de Gobierno del Ayuntamiento de Santa Cruz está sometiendo a la perdiz de la sentencia del Alto Tribunal, no es de recibo. Se trata de un fallo perfectamente ejecutable, y mediante el cual, a pesar de lo que diga Miguel Zerolo, los empresarios embarcados en el pelotazo teresiano no perderán un duro. Ya los ganaron de sobra –unos 16.000 millones de las antiguas pelas-con la recalificación de los terrenos de Las Huertas inherente al chanchullo. Ahora, los terrenos a devolver no son urbanizables. Maravilloso. De eso se trataba, ¿no? Y el alcalde dice, muy serio, que cómo han perdido ese valor, los vendedores de unos suelos de los que fueron propietarios apenas unas horas, no van a devolver los dineros de la operación. Hombre… Está claro que no los devolverán de buena gana, aunque la Justicia les obligue a ello, y menos aún si son los asesores municipales los que ponen pegas para a recuperación de unos dineros que pertenecen a la colectividad y no a los políticos que ahora manejan la corporación municipal ni a los que, en su momento, aprobaron por unanimidad una compra legal, social y económicamente disparatada. Ahora, Miguel Zerolo y Ángel Llanos afirman, circunspectos y tal, que siempre harán lo que digan e indiquen sus servicios jurídicos (servicios con los que no se contó del todo cuando la controvertida compraventa) Y los servicios jurídicos, por supuesto, jamás dictaminarán algo que pueda molestar a Llanos, a Zerolo y a Inversiones Las Tersitas. Pues no faltaba más.

José H. Chela