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Japón, crisis política

Rafael Morales / Rafael Morales

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El Partido Liberal Demócrata (PLD) del primer ministro Shinzo Abe y su socio de la coalición conservadora, Nuevo Komeito, acaban de perder el control del Senado. Le arrebató ese control el Partido Democrático de Japón (PDJ), una formación considerada de centro izquierda y dirigida por Ichiro Ozawa. El PLD no sufrió una derrota semejante en sus 50 años de gestión gubernamental ininterrumpida. El secretario general de este partido presentó enseguida la dimisión, pero Shinzo Abe declaró que continuará en el cargo para asegurar las reformas prometidas y porque aún su partido sigue dominando la Cámara Baja. Tras aceptar la derrota, Abe sólo se comprometió a cambiar algunos ministros.Sin embargo, el Senado japonés está en condiciones de bloquear cualquier iniciativa legislativa de la Cámara Baja, incluyendo la reforma de la Constitución prevista por el primer ministro Shinzo Abe. Una dura actitud del PDJ dentro y fuera del Senado puede forzar un adelanto de las elecciones generales. Abe perdió un gran porcentaje de su popularidad inicial (del 70% al 30%), precisamente por las reformas neoliberales y la falta de atención para los temas sociales en una sociedad envejecida que necesita cada día más esos servicios. Alrededor del 10% de la población desde 1993 hasta el 2007, dejó de formar parte de la fuerza laboral y pasó a engrosar las filas de la tercera edad. La incertidumbre de la población sobre el futuro, incluido el destino de sus pensiones, más que los escándalos por dimisiones de ministros y el suicidio de alguno de ellos, provocó seguramente este giro político hacia una izquierda más bien moderada.Naturalmente, aquí no se trata de que los japoneses hayan votado contra el neoliberalismo desde el punto de vista ideológico. Pero se desilusionaron con unas reformas económicas que están muy lejos de asegurar las expectativas prometidas tanto por el anterior primer ministro Koizumi como por su sucesor Abe. Las privatizaciones, la flexibilización del mercado laboral, la reforma fiscal, la desregulación económica, la relativa apertura al capital exterior (todo ello aplicado sin demasiada audacia, es verdad) no ha supuesto ningún relanzamiento espectacular de la economía ni un aumento sustancial del consumo. La deuda externa sigue pesando y la factura petrolera también. El crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) de este año está previsto en un 3%, pero el protagonismo de este fenómeno pertenece a las exportaciones y poco más.El Partido Liberal Democrático fue incapaz de superar la crisis económica. O inició un despegue muy frágil, de escasos resultados a corto plazo y múltiples perplejidades, tras no pocos sacrificios realizados por la población. Está pagando esa factura desde el punto de vista electoral. Ya era hora. Cosa del futuro, quizá no muy lejano, si el Partido Democrático de Japón va camino de convertirse en una alternativa al largo reinado de su adversario en decadencia y con qué programa. Veremos.

Rafael Morales

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