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Liberados 1.106 esclavos

Rafael Morales / Rafael Morales

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El trabajo forzado puede descubrirse en unos 160 municipios brasileños. Durante el año pasado se detectaron 3.309 campesinos sometidos a este tipo de opresión en centenares de propiedades, la mayoría en la Amazonia. Mientras Brasil festeja su plusmarca como el gran exportador de carne del mundo, en esa actividad económica subsiste uno de los mayores porcentajes de trabajo esclavo. Desde 1995 han sido liberados más de 18.000 personas por la policía y los inspectores de trabajo, pero mientras la OIT calcula que puede haber hasta 40.000 esclavos, otros estudios y fuentes opinan que en realidad sobrepasan los 100.000. Sucedió el 13 de febrero de 2004. Las autoridades rescataron a 32 trabajadores en una hacienda ganadera situada, también, en el Estado de Pará. Cuenta la colega Valentina Álvarez que “malnutridos y cansados, los campesinos denunciaron que los mantenían prisioneros, sin recibir salarios, y les descontaban de una eventual paga los equipamientos que necesitaban para trabajar. Sus dormitorios eran chozas de paja, en las que colgaban las hamacas al lado de la fogata con que cocinaban los alimentos. Baños, ni hablar; descanso, jamás”. Igualito que la empresa Pagrisa. La sorpresa saltó cuando los inspectores descubrieron que el dueño de la hacienda ganadera ejercía como activo senador. Joao Ribeiro destacaba además como defensor de los derechos de los trabajadores en el Congreso Nacional. Investigaciones posteriores revelaron que senadores, diputados, empresarios y terratenientes formaban parte de la trama de la esclavitud moderna en Brasil. El presidente Luis Inázio Lula da Silva declaró entonces lo siguiente: “Es una vergüenza, pero lamentablemente aún tenemos este problema. Debemos meter en la cárcel a los empresarios que aún no saben que en Brasil terminó la esclavitud (fue oficialmente abolida en 1888)”. Declaraciones aparte y a pesar de algunos casos resueltos, las formas de trabajo esclavo no tienden a desaparecer. De hecho, muchos de los liberados esta vez en Pará obtendrán protección oficial durante unas semanas, pero posteriormente tendrán que resolver su hambre. Por otro lado, las ridículas sanciones contra los empresarios por sus delitos están muy lejos de persuadirlos. Ellos seguirán con el trabajo esclavo por las enormes ganancias que obtienen, mientras no los descubran o puedan relacionarse con líderes políticos tan cómplices como beneficiarios colaterales del negocio. ¡Cosas de la mano invisible y generosa del mercado!

Rafael Morales

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