Llanos, tras la apoteosis

Pero, lo cierto es que, tras la apoteosis de unas carnestolendas en las ha empeñado todo el cacumen de sus asesores y una pasta gansa de las arcas municipales, quizás pinten bastos para el protagonista político por excelencia de estos últimos meses en Santa Cruz: Ángel Llanos. Cuentan los que están en el ajo, quizás deba vestirse de concejal de a pie después de que la piñata haya dejado su resaca de basuras, meados y vomiteras en el cuadrilátero chicharrero.

Ángel Llanos, a quien el pacto con CC, situó en la mejor posición posible para demostrar su valía como político y como gestor, ha confundido la gestión con la prodigalidad, los glúteos con las témporas y el voluntarismo con la realidad. Su goebbeliana concepción de la promoción comercial y turística de la ciudad no es otra que la de gastarse millones y millones en publicidad tratando de vender unos valores, virtudes, encantos y atractivos que no existen, pero que, seguramente, cree terminarán existiendo si la mentira propagandística se repite hasta el infinito.

A algunos observadores les parece increíble que el alcalde, Miguel Zerolo, se haya dejado comer el terreno y el protagonismo de semejante manera y que haya puesto en manos de su teniente de alcalde, del PP, tal cantidad de recursos que, teóricamente al menos, servirán a su socio para alcanzar una mejor posición que los coalicioneros de cara a las próximas elecciones. Es una interrogante lógica, si bien quienes conocen al alcalde aseguran que, cuando alguien le plantea este asunto, sonríe, y se refiere a Llanos con absoluta tranquilidad:

Déjenlo, que él se estallará el solito. Ya lo verán ?dicen que dice, divertido.

No fija plazos para el presunto taponazo de don Ángel su primero de abordo que, a todas luces, parece el segundo. No obstante, todo hace suponer que el ambicioso y desbocado edil se ha empachado de tal modo del poder al que le han dejado acceder que hasta su propio partido se muestra ya preocupado. Y, desde luego, no es nada bien visto por la cúpula de CC que desconfía de la maquiavélica tranquilidad zeroliana y empieza a mostrar desconfianza y nerviosismo.

Para Santa Cruz, en cualquier caso, y al margen de luchas y posicionamientos partidistas en torno al futuro de don Ángel, sería una bendición, acogida probablemente son satisfacción unánime, el descabezamiento de tan endiosado papafrita, qué quieren que les diga.

José H. Chela